/ lunes 21 de mayo de 2018

Las mentiras de políticos y la humildad del próximo cardenal

Falta todavía un debate entre quienes pelean por el cargo de presidente de la República, pero por lo que pudo apreciarse ayer en el segundo, el tercero, a efectuarse en junio, generará menos interés.

La mayoría de los mexicanos, en una situación de mala economía, espantados y enojados por la inseguridad, no creen en lo que lospolíticos dicen.

Lo que desean es solución a sus problemas y esto simplemente y sencillamente no se da.

Vimos este domingo lo que ya sabemos. El panista Ricardo Anaya es un buen polemista y logró exhibir a Andrés Manuel López Obrador. El ciudadano José Antonio Meade mejoró su participación y se le vio más empaque para ser presidente. AMLO capoteó como pudo las críticas y el Bronco siguió en lo suyo, tratando de generar polémica para jalar votos.

Escuchamos promesas, proyectos y críticas, es decir, palabras y más palabras, pero a la mayoría de la población eso —las palabras— no le sirve de nada.

No le creen a los políticos. Han mentido tanto que pocos toman en serio sus dichos.

El pueblo exige mejoras. Lo que desea es tener dinero para comer, para vestirse mejor, para de vez en cuando poder tener una diversión, para transportarse. Muchos lo que anhelan es contar con un trabajo o que su pequeño negocio sea redituable.

¿Pero cuál es la realidad que viven millones de mexicanos?: la pobreza y la inseguridad.

En tanto no se les resuelvan esos grandes problemas, las palabras de los políticos, sean pronunciadas en donde sea, incluidos los debates, valdrán muy poco.

La humildad del arzobispo Obeso

Aunque por su edad ya no tiene oportunidad de ser tomado en cuenta para ser Papa ni votar para ser partícipe de esa decisión, el hecho de ser tomado en cuenta para ser cardenal de la Iglesia Católica es una gran distinción -merecida- para el arzobispo emérito de Xalapa, Sergio Obeso Rivera.

El Papa Francisco es muy criticado en su actuación y decisiones por el ala más conservadora del catolicismo. Lo consideran muy liberal y que pone en riesgo la doctrina de esa religión.

Quién sabe qué tanto sea cierto o no eso, pero los veracruzanos lo que saben del Papa es que ha tomado dos decisiones acertadas.

Una, nombrar en 2013 al entonces obispo de Papantla, Jorge Patrón Wong, como secretario de seminarios de la Congregación para el Clero del Vaticano.

El obispo Patrón Wong, hay que recordarlo, fue despedido en hombros por la comunidad católica de la zona papanteca, en donde hay mucha pobreza. De ese tamaño fue el cariño que se ganó.

Dos, anunciar el nombramiento de monseñor Sergio Obeso Rivera como cardenal, en reconocimiento a su labor pastoral durante muchos años.

Más allá de su trabajo como formador de sacerdotes, de ser obispo y arzobispo y de haber presidido la Conferencia Episcopal Mexicana (CEM, que agrupa a los obispos del país) durante casi una década, al religioso xalapeño se le reconoce su sabiduría religiosa y su humildad.

La humildad en un jerarca católico no es poca cosa. Muchos de ellos sucumben ante las riquezas y caen en la tentación de servir sólo a los poderosos. Se les ve jugando golf, en las fiestas de la alta sociedad y dándose la gran vida.

Al arzobispo Obeso los xalapeños podían verlo conduciendo, solo, un pequeño Volkswagen o, en el mejor de los casos, un modesto Tsuru.






Falta todavía un debate entre quienes pelean por el cargo de presidente de la República, pero por lo que pudo apreciarse ayer en el segundo, el tercero, a efectuarse en junio, generará menos interés.

La mayoría de los mexicanos, en una situación de mala economía, espantados y enojados por la inseguridad, no creen en lo que lospolíticos dicen.

Lo que desean es solución a sus problemas y esto simplemente y sencillamente no se da.

Vimos este domingo lo que ya sabemos. El panista Ricardo Anaya es un buen polemista y logró exhibir a Andrés Manuel López Obrador. El ciudadano José Antonio Meade mejoró su participación y se le vio más empaque para ser presidente. AMLO capoteó como pudo las críticas y el Bronco siguió en lo suyo, tratando de generar polémica para jalar votos.

Escuchamos promesas, proyectos y críticas, es decir, palabras y más palabras, pero a la mayoría de la población eso —las palabras— no le sirve de nada.

No le creen a los políticos. Han mentido tanto que pocos toman en serio sus dichos.

El pueblo exige mejoras. Lo que desea es tener dinero para comer, para vestirse mejor, para de vez en cuando poder tener una diversión, para transportarse. Muchos lo que anhelan es contar con un trabajo o que su pequeño negocio sea redituable.

¿Pero cuál es la realidad que viven millones de mexicanos?: la pobreza y la inseguridad.

En tanto no se les resuelvan esos grandes problemas, las palabras de los políticos, sean pronunciadas en donde sea, incluidos los debates, valdrán muy poco.

La humildad del arzobispo Obeso

Aunque por su edad ya no tiene oportunidad de ser tomado en cuenta para ser Papa ni votar para ser partícipe de esa decisión, el hecho de ser tomado en cuenta para ser cardenal de la Iglesia Católica es una gran distinción -merecida- para el arzobispo emérito de Xalapa, Sergio Obeso Rivera.

El Papa Francisco es muy criticado en su actuación y decisiones por el ala más conservadora del catolicismo. Lo consideran muy liberal y que pone en riesgo la doctrina de esa religión.

Quién sabe qué tanto sea cierto o no eso, pero los veracruzanos lo que saben del Papa es que ha tomado dos decisiones acertadas.

Una, nombrar en 2013 al entonces obispo de Papantla, Jorge Patrón Wong, como secretario de seminarios de la Congregación para el Clero del Vaticano.

El obispo Patrón Wong, hay que recordarlo, fue despedido en hombros por la comunidad católica de la zona papanteca, en donde hay mucha pobreza. De ese tamaño fue el cariño que se ganó.

Dos, anunciar el nombramiento de monseñor Sergio Obeso Rivera como cardenal, en reconocimiento a su labor pastoral durante muchos años.

Más allá de su trabajo como formador de sacerdotes, de ser obispo y arzobispo y de haber presidido la Conferencia Episcopal Mexicana (CEM, que agrupa a los obispos del país) durante casi una década, al religioso xalapeño se le reconoce su sabiduría religiosa y su humildad.

La humildad en un jerarca católico no es poca cosa. Muchos de ellos sucumben ante las riquezas y caen en la tentación de servir sólo a los poderosos. Se les ve jugando golf, en las fiestas de la alta sociedad y dándose la gran vida.

Al arzobispo Obeso los xalapeños podían verlo conduciendo, solo, un pequeño Volkswagen o, en el mejor de los casos, un modesto Tsuru.