/ miércoles 20 de enero de 2021

Las vacunas

Hemos estado viviendo una pesadilla que ya casi cumple un año, desde que la pandemia por el coronavirus llegó a nuestro país, causando millones de enfermos y miles de muertos, que podrían rebasar el millón debido a los casos mal diagnosticados, ocultos o encubiertos en la estadística oficial, luego de ser catalogados como neumonía atípica, sobre todo al inicio de la pandemia.

Este padecimiento es causado por un virus que hasta la fecha no tiene una cura completamente efectiva ni un tratamiento específico, que ha pasado por diversos antibióticos, antiparasitarios, antivirales y fármacos. He visto videos en redes sociales que promocionan el dióxido de cloro, que tanto la FDA, la Cofepris y la Secretaría de Salud han descalificado, advirtiendo las reacciones secundarias y consecuencias en caso de consumirlo y la inutilidad ante el virus, lo mismo que las gárgaras de limón y otros remedios. Lo que sí se sabe es que las vitaminas “C” y “D” mejoran los niveles inmunológicos del organismo, pero no son parte de la cura.

Por fortuna empezaron a llegar las vacunas a nuestro país y al estado, vacunando al personal médico y paramédicos que están frente a los pacientes de Covid-19, aunque no han sido del todo suficientes, menos ahora que el gobierno decide declinar el envío de vacunas, supuestamente para que otros países pobres la tengan, lo que da a pensar que el gobierno no las haya comprado o sean un donativo del laboratorio.

Mala decisión, sobre todo porque la segunda línea de médicos que debieran recibir la vacuna son los médicos que no trabajan en el sector oficial, ya que ante la falta de camas en los hospitales están atendiendo enfermos, si bien no tan graves, son contagiosos, a más de pacientes supuestamente asintomáticos que simulan una gripa común pero que están infectados, y en esos médicos se incluyen los de hospitales y consulta privada, así como los que atienden en dispensarios o consultorios de farmacias.

Han aparecido muchos mensajes de los grupos llamados antivacunas, aseverando que les implantarán un chip que controlará su voluntad, que la vacuna ARN dañará el ADN de quienes la reciban, que causan otros males, incitando al público a que no se ponga la vacuna, siendo que ella es la única esperanza para detener que la pandemia siga creciendo y se perpetúe.

Que si puede tener reacciones secundarias, la gran mayoría leves, es normal para cualquier vacuna o medicamento, pero en general el objetivo es crear anticuerpos para vencer al virus, sin que signifique que se dejen de seguir las recomendaciones de usar cubrebocas, lavado de manos y guardar distancia, así como evitar reuniones y aglomeraciones de personas.

Así que ante la escasez de la vacuna, no nos queda más que esperar que la de Astra y Jhonson estén pronto accesibles para poder vacunar al mayor número de mexicanos. Con las que aún hay reservas son las vacunas china y rusa, por sus niveles de efectividad experimental, pero si nos llegan más vale algo que nada, a fin de protegernos y no ser un número más de la estadística fatal.

Ojalá y no se siga declinando el envío de vacunas, que es la única esperanza.

Ante la escasez de la vacuna, no nos queda más que esperar que la de Astra y Jhonson estén pronto accesibles para poder vacunar al mayor número de mexicanos.

Hemos estado viviendo una pesadilla que ya casi cumple un año, desde que la pandemia por el coronavirus llegó a nuestro país, causando millones de enfermos y miles de muertos, que podrían rebasar el millón debido a los casos mal diagnosticados, ocultos o encubiertos en la estadística oficial, luego de ser catalogados como neumonía atípica, sobre todo al inicio de la pandemia.

Este padecimiento es causado por un virus que hasta la fecha no tiene una cura completamente efectiva ni un tratamiento específico, que ha pasado por diversos antibióticos, antiparasitarios, antivirales y fármacos. He visto videos en redes sociales que promocionan el dióxido de cloro, que tanto la FDA, la Cofepris y la Secretaría de Salud han descalificado, advirtiendo las reacciones secundarias y consecuencias en caso de consumirlo y la inutilidad ante el virus, lo mismo que las gárgaras de limón y otros remedios. Lo que sí se sabe es que las vitaminas “C” y “D” mejoran los niveles inmunológicos del organismo, pero no son parte de la cura.

Por fortuna empezaron a llegar las vacunas a nuestro país y al estado, vacunando al personal médico y paramédicos que están frente a los pacientes de Covid-19, aunque no han sido del todo suficientes, menos ahora que el gobierno decide declinar el envío de vacunas, supuestamente para que otros países pobres la tengan, lo que da a pensar que el gobierno no las haya comprado o sean un donativo del laboratorio.

Mala decisión, sobre todo porque la segunda línea de médicos que debieran recibir la vacuna son los médicos que no trabajan en el sector oficial, ya que ante la falta de camas en los hospitales están atendiendo enfermos, si bien no tan graves, son contagiosos, a más de pacientes supuestamente asintomáticos que simulan una gripa común pero que están infectados, y en esos médicos se incluyen los de hospitales y consulta privada, así como los que atienden en dispensarios o consultorios de farmacias.

Han aparecido muchos mensajes de los grupos llamados antivacunas, aseverando que les implantarán un chip que controlará su voluntad, que la vacuna ARN dañará el ADN de quienes la reciban, que causan otros males, incitando al público a que no se ponga la vacuna, siendo que ella es la única esperanza para detener que la pandemia siga creciendo y se perpetúe.

Que si puede tener reacciones secundarias, la gran mayoría leves, es normal para cualquier vacuna o medicamento, pero en general el objetivo es crear anticuerpos para vencer al virus, sin que signifique que se dejen de seguir las recomendaciones de usar cubrebocas, lavado de manos y guardar distancia, así como evitar reuniones y aglomeraciones de personas.

Así que ante la escasez de la vacuna, no nos queda más que esperar que la de Astra y Jhonson estén pronto accesibles para poder vacunar al mayor número de mexicanos. Con las que aún hay reservas son las vacunas china y rusa, por sus niveles de efectividad experimental, pero si nos llegan más vale algo que nada, a fin de protegernos y no ser un número más de la estadística fatal.

Ojalá y no se siga declinando el envío de vacunas, que es la única esperanza.

Ante la escasez de la vacuna, no nos queda más que esperar que la de Astra y Jhonson estén pronto accesibles para poder vacunar al mayor número de mexicanos.