Hasta el momento de escribir esta columna (doce horas del martes 10 de septiembre), la mesa directiva del Senado de la República no había citado a sesionar al pleno, para desahogar el dictamen de la Reforma Judicial, aprobado el pasado domingo en comisiones. Esto quiere decir que el voto que les hace falta >el número 86< aún lo están negociando, tomando en cuenta lo que había manifestado el presidente de la Cámara Alta del Congreso de la Unión, respecto a que si la tarde-noche del lunes lo tenían “planchado”, la mañana del martes lo ponían a primera lectura, y por la tarde a discusión en lo general y particular para ser votado.
Empero mi colaboración para Diario de Xalapa, El Sol de Córdoba y El Sol de Orizaba tiene que ser entregada a más tardar a las 16 horas de este martes, dado que aparecerá publicado hoy miércoles en estos periódicos y sus portales electrónicos, así que me quedaré en suspenso y no sabré si Miguel Ángel Yunes Márquez votó con la oposición, o como corrió fuerte el rumor desde el viernes 6 que andaba en tratos con Adán Augusto López para que les perdonara el gobierno de Andrés Manuel todas las órdenes de aprehensión que tiene esa familia, más otras concesiones políticas más, lo haría a favor de la aprobación de la reforma judicial, situándose a partir de ese momento en Morena, o en el nefasto Partido Verde, pero a final de cuentas, en la 4T.
Yo no tengo, entrando al terreno de la suposición, los calificativos adecuados, si es que se da la traición de la familia Yunes a los millones de mexicanos que votaron por la plataforma electoral de la coalición “Fuerza y Corazón por México”, y mucho menos para el presidente de México, al usurpar funciones de fiscal y juez, dado que tendría que retirar todas las acusaciones que pesan sobre ellos, u otorgarles el perdón judicial, y absolverlos de los presuntos delitos, o lo que es, desde mi óptica más ignomioso para él, tragarse todos los calificativos que de años atrás les ha endilgado de corruptos, ladrones, delincuentes, mafiosos, ligados al crimen organizado, entre otros muchos.
Porque que difícil será tragarse AMLO sus propias acusaciones contra el clan Yunes-Linares, y los sapos que tendrá que masticar para que ahora sean sus compañeros de lucha, y hasta les permita seguir con la construcción de la torre centro del puerto de Veracruz, porque afirmó que “dejaría de llamarse Andrés Manuel”, si es que no la echaba abajo.
Horas cruciales serán las que vivamos este miércoles cuando conozcamos el desenlace de esta terrible historia política de México. Falta solo unas cuantas, para conocer la estirpe, el linaje tanto de la familia Yunes como la del mismísimo presidente de México. ¿Hasta dónde son capaces de traicionar sus valores, sus principios, su moral, su conducta para conseguir beneficios personales y políticos, tanto unos como el otro?
Mientras esto sucede, que la República espere el rumbo que las conciencias de estos políticos determinen. ¡Sea por dios, y venga más!, como decía mi madre.
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