/ domingo 26 de enero de 2020

Lo que puede pasar si acorralan a Ahued

La mejor carta que, hasta ahora, posee Morena para lo que se ofrezca en Veracruz en un futuro no tan lejano, la tiene marginada y expuesta.

Pero así es el poder y quienes integran el Movimiento de Regeneración Nacional no escapan a eso.

Hace tiempo comentamos que tres de los más visibles morenistas para, llegado el momento, aspirar a suceder a Cuitláhuac García, “no” son veracruzanos.

En el número uno estuvo, está y estará -quién sabe cuánto tiempo más, quizá hasta el final- Rocío Nahle, la poderosa secretaria de Energía, muy cercana al presidente Andrés Manuel López Obrador. Ya se sabe que nació en Zacatecas, pero su corazón late acá.

En la posición dos está el secretario de Gobierno, Patrocinio Cisneros, quien sí es veracruzano de nacimiento, pero se fue un buen número de años a Baja California.

Hasta el tercer sitio relegan a Ricardo Ahued, nativo de Hidalgo, pero avecindado casi toda su vida en Xalapa.

Y están en la jugada el delegado de la Secretaría de Bienestar, Manuel Huerta, y al secretario de Educación, Zenyazen Escobar.

Nahle tiene mucha cercanía con López Obrador, en ese sentido no necesita que alguien la recomiende. Ya veremos qué cuentas entrega con la refinería de Dos Bocas y otras encomiendas presidenciales. Acá en Veracruz es bien atendida por el gobernador Cuitláhuac y ubicó a varios en buenas posiciones, entre ellos a Patrocinio, al secretario de Salud, Roberto Ramos Alor, y a ediles como el de Coatzacoalcos, Víctor Carranza.

De entregar buenas cuentas tiene el riesgo de ver a Veracruz chico (ya ni se diga a Zacatecas) y pensar y operar para llegar a la silla grande.

El secretario de Gobierno se esfuerza en hacer notar que se levanta y acuesta con la idea fija de ser gobernador. Para eso depende, primero, de lo que con el transcurso del tiempo piense y diga el Gobernador, y el curso que toma el camino de Rocío Nahle.

Zenyazen es una carta exclusiva del Gobernador y el delegado de Bienestar, Manuel Huerta, tiene apoyos en el gobierno federal, fragua alianzas en Veracruz y navega contra la corriente local de Morena que tiene el poder.

Mientras tanto, Ahued fue sacado del Senado porque empezó a ser como es y criticó algunas políticas presidenciales. Le dieron un cargo que en otros tiempos habría sido una mina de oro, pero actualmente es de piso muy resbaladizo: la Dirección Nacional de Aduanas.

Ahued y su equipo tienen que ser honrados, dar resultados, rezar porque no haya un escándalo en alguna de las aduanas, aguantar a su jefa del SAT y no atraer más reflectores que Cuitláhuac ni que Rocío Nahle.

Y aún si hace bien toda su tarea recibirá zancadillas cada vez que las circunstancias se presten.

En fin, no lo golpeen ni lo marginen tanto, porque a lo mejor no sólo y los rebasa por la izquierda, sino lo empujan a terminar siendo candidato… pero de otro partido.

La mejor carta que, hasta ahora, posee Morena para lo que se ofrezca en Veracruz en un futuro no tan lejano, la tiene marginada y expuesta.

Pero así es el poder y quienes integran el Movimiento de Regeneración Nacional no escapan a eso.

Hace tiempo comentamos que tres de los más visibles morenistas para, llegado el momento, aspirar a suceder a Cuitláhuac García, “no” son veracruzanos.

En el número uno estuvo, está y estará -quién sabe cuánto tiempo más, quizá hasta el final- Rocío Nahle, la poderosa secretaria de Energía, muy cercana al presidente Andrés Manuel López Obrador. Ya se sabe que nació en Zacatecas, pero su corazón late acá.

En la posición dos está el secretario de Gobierno, Patrocinio Cisneros, quien sí es veracruzano de nacimiento, pero se fue un buen número de años a Baja California.

Hasta el tercer sitio relegan a Ricardo Ahued, nativo de Hidalgo, pero avecindado casi toda su vida en Xalapa.

Y están en la jugada el delegado de la Secretaría de Bienestar, Manuel Huerta, y al secretario de Educación, Zenyazen Escobar.

Nahle tiene mucha cercanía con López Obrador, en ese sentido no necesita que alguien la recomiende. Ya veremos qué cuentas entrega con la refinería de Dos Bocas y otras encomiendas presidenciales. Acá en Veracruz es bien atendida por el gobernador Cuitláhuac y ubicó a varios en buenas posiciones, entre ellos a Patrocinio, al secretario de Salud, Roberto Ramos Alor, y a ediles como el de Coatzacoalcos, Víctor Carranza.

De entregar buenas cuentas tiene el riesgo de ver a Veracruz chico (ya ni se diga a Zacatecas) y pensar y operar para llegar a la silla grande.

El secretario de Gobierno se esfuerza en hacer notar que se levanta y acuesta con la idea fija de ser gobernador. Para eso depende, primero, de lo que con el transcurso del tiempo piense y diga el Gobernador, y el curso que toma el camino de Rocío Nahle.

Zenyazen es una carta exclusiva del Gobernador y el delegado de Bienestar, Manuel Huerta, tiene apoyos en el gobierno federal, fragua alianzas en Veracruz y navega contra la corriente local de Morena que tiene el poder.

Mientras tanto, Ahued fue sacado del Senado porque empezó a ser como es y criticó algunas políticas presidenciales. Le dieron un cargo que en otros tiempos habría sido una mina de oro, pero actualmente es de piso muy resbaladizo: la Dirección Nacional de Aduanas.

Ahued y su equipo tienen que ser honrados, dar resultados, rezar porque no haya un escándalo en alguna de las aduanas, aguantar a su jefa del SAT y no atraer más reflectores que Cuitláhuac ni que Rocío Nahle.

Y aún si hace bien toda su tarea recibirá zancadillas cada vez que las circunstancias se presten.

En fin, no lo golpeen ni lo marginen tanto, porque a lo mejor no sólo y los rebasa por la izquierda, sino lo empujan a terminar siendo candidato… pero de otro partido.