/ miércoles 28 de octubre de 2020

Lo que va dejando la pandemia

Hablemos del mundo que va dejando atrás la pandemia y que será nuestro futuro cercano (o al menos eso esperamos). La idea de que el individuo sólo puede comprender su propia vida y evaluar su propio destino a través de las experiencias y vivencias personales, se contrapone con el pensamiento que opina que el ser humano es capaz de reconocerse a sí mismo en las posibilidades de los otros individuos que se hallan en circunstancias similares y que además, puede evaluarse en situaciones diversas gracias a la observación, estudio y la comparación.

Ser únicamente capaz de comprender al mundo por medio de las vivencias personales es, en muchos aspectos, una lección terriblemente limitada. Ampliar el horizonte propio interpretando, comprendiendo y analizando la conducta y pensamiento de los demás, puede ser una lección magnífica de vida, de aprendizaje, de intuición clarificada por la reflexión.

Desde luego, nos referimos a los jóvenes que han dejado la adolescencia y, sobre todo, a los adultos. Y para nada nos referimos a juzgar las actitudes y comportamientos de los demás, ni criticar o menospreciar a nadie, porque cuando ofendemos o pretendemos humillar a alguien, es quizá una proyección de lo que nosotros somos. Se trata, pues, de la limpieza y claridad de lo que pensamos y de cómo lo hacemos.

Este asunto puede ocasionar algún tipo de confusión, que en las ciencias sociales y de la conducta puede ser moral o «científica», política o intelectual. Ignorar estos aspectos puede hacer que persista la confusión. Para juzgar los problemas y los comportamientos de los demás con la finalidad de aplicar los aprendizajes a nuestra propia existencia, es acomodar nuestras inteligencias a innumerables valores y maneras de entender la vida, así como a incontables posiciones intelectuales, lo que requiere de un ejercicio mental que puede ser productivo sólo con la práctica y la aplicación en el panorama de vida de cada quien.

La práctica y aplicación de lo que yo entiendo, o mejor, de la enseñanza y aprendizaje que obtengo y puedo definir con mis propias palabras. Queda todavía un tramo extenso para convertir aquello en hechos, actitudes, hábitos, formas de ser y de pensar. Procesos que suelen requerir el esfuerzo real y sincero de la persona, y la capacidad de autocrítica.

Lo que es problema para un individuo no lo es para otro. Depende de lo que le interese a cada quien y de la conciencia que tenga de sus intereses, considerando como una cuestión ética no olvidarse de los intereses de los demás. Parte de esto ha sido un dilema social como resultado de la actitud indolente asumida frente a la pandemia. No me cuido yo pero expongo a los demás.

En Europa, con toda la cultura y la disciplina que se presume que tienen, van por un tercer rebrote. Francia, España e Inglaterra combaten duro la pandemia. Son ejemplo para asumir la actitud adecuada ante las causas ambientales y sanitarias de protección contra el Covid-19, para hacerlas propias, en el entendido que no hay método de cura más efectivo que la prevención. Todos debemos prepararnos para responder al gran desafío de la humanidad: la crisis climática y un gran pacto ecosocial y económico centrado en la persona y el entorno natural.

Hablemos del mundo que va dejando atrás la pandemia y que será nuestro futuro cercano (o al menos eso esperamos). La idea de que el individuo sólo puede comprender su propia vida y evaluar su propio destino a través de las experiencias y vivencias personales, se contrapone con el pensamiento que opina que el ser humano es capaz de reconocerse a sí mismo en las posibilidades de los otros individuos que se hallan en circunstancias similares y que además, puede evaluarse en situaciones diversas gracias a la observación, estudio y la comparación.

Ser únicamente capaz de comprender al mundo por medio de las vivencias personales es, en muchos aspectos, una lección terriblemente limitada. Ampliar el horizonte propio interpretando, comprendiendo y analizando la conducta y pensamiento de los demás, puede ser una lección magnífica de vida, de aprendizaje, de intuición clarificada por la reflexión.

Desde luego, nos referimos a los jóvenes que han dejado la adolescencia y, sobre todo, a los adultos. Y para nada nos referimos a juzgar las actitudes y comportamientos de los demás, ni criticar o menospreciar a nadie, porque cuando ofendemos o pretendemos humillar a alguien, es quizá una proyección de lo que nosotros somos. Se trata, pues, de la limpieza y claridad de lo que pensamos y de cómo lo hacemos.

Este asunto puede ocasionar algún tipo de confusión, que en las ciencias sociales y de la conducta puede ser moral o «científica», política o intelectual. Ignorar estos aspectos puede hacer que persista la confusión. Para juzgar los problemas y los comportamientos de los demás con la finalidad de aplicar los aprendizajes a nuestra propia existencia, es acomodar nuestras inteligencias a innumerables valores y maneras de entender la vida, así como a incontables posiciones intelectuales, lo que requiere de un ejercicio mental que puede ser productivo sólo con la práctica y la aplicación en el panorama de vida de cada quien.

La práctica y aplicación de lo que yo entiendo, o mejor, de la enseñanza y aprendizaje que obtengo y puedo definir con mis propias palabras. Queda todavía un tramo extenso para convertir aquello en hechos, actitudes, hábitos, formas de ser y de pensar. Procesos que suelen requerir el esfuerzo real y sincero de la persona, y la capacidad de autocrítica.

Lo que es problema para un individuo no lo es para otro. Depende de lo que le interese a cada quien y de la conciencia que tenga de sus intereses, considerando como una cuestión ética no olvidarse de los intereses de los demás. Parte de esto ha sido un dilema social como resultado de la actitud indolente asumida frente a la pandemia. No me cuido yo pero expongo a los demás.

En Europa, con toda la cultura y la disciplina que se presume que tienen, van por un tercer rebrote. Francia, España e Inglaterra combaten duro la pandemia. Son ejemplo para asumir la actitud adecuada ante las causas ambientales y sanitarias de protección contra el Covid-19, para hacerlas propias, en el entendido que no hay método de cura más efectivo que la prevención. Todos debemos prepararnos para responder al gran desafío de la humanidad: la crisis climática y un gran pacto ecosocial y económico centrado en la persona y el entorno natural.