/ jueves 15 de octubre de 2020

Lo secundario pero ineludible

La semana pasada publiqué un artículo donde manifestaba que, siendo lo menos importante, de todos modos era ineludible referirse a las próximas elecciones municipales en Veracruz. Debo agradecer la difusión de costumbre, pero con algún aumento en medios impresos y digitales ya fijos y algunos nuevos, así como en las redes sociales; noté un buen nivel de interés en lo que sostengo ahí sin controversia relevante.

Con un título llamativo desarrollé centralmente la hipótesis de que el partido Morena está en riesgo real de perder la mayoría en Xalapa; di argumentos en los que estoy totalmente convencido. Para seguir con ese tema ahora voy a plantear una visión más amplia, aplicable al resto de nuestra entidad. De entrada hay que decir que es una elección atípica en varios sentidos. Aunque mantenga ciertas tendencias nacionales no llegará ni de cerca a lo que fue el proceso del 2018, cuando se dio un fenómeno muy singular en torno a AMLO y Morena. Quienes crean que basta obtener la candidatura de dicho partido, como en los tiempos dorados del PRI, para ganar sencillamente, está en un error. Falta ver cómo procesan sus designaciones, si salen unidos y qué tipo de oposición, donde ya gobierna, va a enfrentar. Viendo su realidad de confrontación y carencia de disciplina básica, lo más seguro es que tengan un proceso de fragmentación y desbandada hacia otros partidos. El factor municipal, si se les revierte, será un lastre para sus candidatos a diputados.

Que haya tantos partidos en Veracruz, nacionales y locales, supone abundancia de candidatos, aligerada por las coaliciones de los que pueden hacerlo legalmente. De alguna manera dispersa el voto pero, en no pocos casos, también habrá resultados marginales que no afectan la competencia real; es decir, la multiplicación de candidaturas por sí mismas no indican pulverización de sufragios. Se pinta un panorama competido entre, al menos, dos o tres fuerzas en cada municipio. En las elecciones municipales cuenta un poco más el perfil de las candidaturas, es decir, las personas. Esa es una característica general y más acentuada en municipios pequeños y medianos; ahí una buena candidatura puede ganar independientemente del partido que lo postule.

Un error, que puede se fatal, cometerán los partidos grandes si piensan que pueden lanzar cualquier candidatura y ganar. Es la clásica forma política de autoconsumo que no se hace cargo del momento y de las inquietudes ciudadanas. Es típico que los partidos, viejos y nuevos, crean que son fin y no medio, que las candidaturas son patrimoniales y que cualquiera de ellos puede cumplir en el cargo que sea. Hacen carrera partidista, lo cual no necesariamente los califica positivamente, pero no la realizan en lo municipal o distrital. La próxima elección es una gran oportunidad para que los partidos se sacudan, den pasos en su renovación y se presten a ser útiles socialmente. Sin partidos democráticos, como ahora, es baja la calidad de los ayuntamientos y los órganos legislativos. Para tener ediles omisos y legisladores levanta dedos, no vale la pena tanto membrete partidario ni los todavía enormes recursos que se les canaliza.

En el terreno de lo ideal sigo pensando que se requiere una profunda reforma democrática para que se modifique radicalmente el mecanismo de elección de los regidores. Actualmente son electos en la planilla que registra cada partido, siempre y cuando obtengan éstos un determinado porcentaje de votos. Es decir, para ser regidor es indispensable ser miembro de un partido, sujetarse a sus reglas y procedimientos. Lo más común es que sean el resultado de influyentismo y acuerdos cupulares; es de obviedad que difícilmente se preocuparán por los perfiles. En ese sentido el cabildo normalmente no refleja la composición de la sociedad municipal ni expresa las inquietudes y propuestas del común de la gente. No es sencillo señalar ahora cómo sería la forma alternativa y más democrática. Sin embargo, hay que abrir el debate para no quedarnos con lo que tenemos como si así tuviera que ser siempre. La lucha tiene que dirigirse hacia cabildos activos, eficaces y confiables; hoy no los tenemos.

Recadito: A falta de trabajo, hacen corazoncitos en las plazas públicas. No dan para más.

ufa.1959@gmail.com

La semana pasada publiqué un artículo donde manifestaba que, siendo lo menos importante, de todos modos era ineludible referirse a las próximas elecciones municipales en Veracruz. Debo agradecer la difusión de costumbre, pero con algún aumento en medios impresos y digitales ya fijos y algunos nuevos, así como en las redes sociales; noté un buen nivel de interés en lo que sostengo ahí sin controversia relevante.

Con un título llamativo desarrollé centralmente la hipótesis de que el partido Morena está en riesgo real de perder la mayoría en Xalapa; di argumentos en los que estoy totalmente convencido. Para seguir con ese tema ahora voy a plantear una visión más amplia, aplicable al resto de nuestra entidad. De entrada hay que decir que es una elección atípica en varios sentidos. Aunque mantenga ciertas tendencias nacionales no llegará ni de cerca a lo que fue el proceso del 2018, cuando se dio un fenómeno muy singular en torno a AMLO y Morena. Quienes crean que basta obtener la candidatura de dicho partido, como en los tiempos dorados del PRI, para ganar sencillamente, está en un error. Falta ver cómo procesan sus designaciones, si salen unidos y qué tipo de oposición, donde ya gobierna, va a enfrentar. Viendo su realidad de confrontación y carencia de disciplina básica, lo más seguro es que tengan un proceso de fragmentación y desbandada hacia otros partidos. El factor municipal, si se les revierte, será un lastre para sus candidatos a diputados.

Que haya tantos partidos en Veracruz, nacionales y locales, supone abundancia de candidatos, aligerada por las coaliciones de los que pueden hacerlo legalmente. De alguna manera dispersa el voto pero, en no pocos casos, también habrá resultados marginales que no afectan la competencia real; es decir, la multiplicación de candidaturas por sí mismas no indican pulverización de sufragios. Se pinta un panorama competido entre, al menos, dos o tres fuerzas en cada municipio. En las elecciones municipales cuenta un poco más el perfil de las candidaturas, es decir, las personas. Esa es una característica general y más acentuada en municipios pequeños y medianos; ahí una buena candidatura puede ganar independientemente del partido que lo postule.

Un error, que puede se fatal, cometerán los partidos grandes si piensan que pueden lanzar cualquier candidatura y ganar. Es la clásica forma política de autoconsumo que no se hace cargo del momento y de las inquietudes ciudadanas. Es típico que los partidos, viejos y nuevos, crean que son fin y no medio, que las candidaturas son patrimoniales y que cualquiera de ellos puede cumplir en el cargo que sea. Hacen carrera partidista, lo cual no necesariamente los califica positivamente, pero no la realizan en lo municipal o distrital. La próxima elección es una gran oportunidad para que los partidos se sacudan, den pasos en su renovación y se presten a ser útiles socialmente. Sin partidos democráticos, como ahora, es baja la calidad de los ayuntamientos y los órganos legislativos. Para tener ediles omisos y legisladores levanta dedos, no vale la pena tanto membrete partidario ni los todavía enormes recursos que se les canaliza.

En el terreno de lo ideal sigo pensando que se requiere una profunda reforma democrática para que se modifique radicalmente el mecanismo de elección de los regidores. Actualmente son electos en la planilla que registra cada partido, siempre y cuando obtengan éstos un determinado porcentaje de votos. Es decir, para ser regidor es indispensable ser miembro de un partido, sujetarse a sus reglas y procedimientos. Lo más común es que sean el resultado de influyentismo y acuerdos cupulares; es de obviedad que difícilmente se preocuparán por los perfiles. En ese sentido el cabildo normalmente no refleja la composición de la sociedad municipal ni expresa las inquietudes y propuestas del común de la gente. No es sencillo señalar ahora cómo sería la forma alternativa y más democrática. Sin embargo, hay que abrir el debate para no quedarnos con lo que tenemos como si así tuviera que ser siempre. La lucha tiene que dirigirse hacia cabildos activos, eficaces y confiables; hoy no los tenemos.

Recadito: A falta de trabajo, hacen corazoncitos en las plazas públicas. No dan para más.

ufa.1959@gmail.com