/ miércoles 3 de junio de 2020

López-Gatell y sus desastrosas predicciones

Antes de iniciar este artículo quiero señalar cuatro elementos del pensamiento crítico que en estos días de distanciamiento social aprendí en compañía de mi esposa, los cuales mediante un método dialéctico hemos puesto en práctica.

Primero, no hacer caso de todo lo que la gente opine; segundo, no te dejes contagiar de la opinión ajena; tercero, abre la mente a diversas opiniones; cuarto, en ocasiones la minoría tiene la razón.

Pero ¿por qué señalo esto? Pues porque durante más de dos meses hemos estado escuchando la información vespertina que emite el Consejo Nacional de Salubridad, por conducto de su vocero oficial, Hugo López-Gatell Ramírez, quien da el reporte sobre la situación de la pandemia en México, y precisamente esos datos pasan por el test que mencioné anteriormente.

Ciertamente no hice caso de lo que la gente opinó ni me dejé contagiar por los demás, incluso abrí mi mente a la posibilidad de que el vocero estaba haciendo bien su función y al final llegué a la conclusión de que la minoría tenía razón.

El señor López-Gatell nos falló, ya que los datos proporcionados en sus predicciones no fueron los correctos.

Primero, con el modelo Centinela nos indicó que sólo se ocuparía en las fases iniciales, pero grande fue nuestra sorpresa cuando las cifras se tenían que multiplicar por ocho, reconocimiento que tuvo que confesarlo ante la presión internacional, ya que nuestro país era de los menos afectados por la pandemia.

Después, durante las múltiples declaraciones señaló que al final de la pandemia el número de defunciones sería de entre 6 y 8 mil personas; en México el número de muertos ya supera los 10 mil, incluso recientemente López-Gatell, acorralado por los senadores, tuvo que reconocer que la cifra final de muertos podría ser de 30 a 35 mil personas. Otro punto que refleja el mal trabajo del vocero fue el equívoco pronóstico del pico de la pandemia, ya que dijo que éste tendría lugar entre el 6 y 8 de mayo, a lo que nuevamente falló, pues hoy tenemos un reporte de más de 90 mil personas infectadas.

No se omite señalar que a la par de estos errores de cálculo matemático, el referido vocero ha tenido desacuerdos con senadores de diferentes corrientes políticas, inclusive con gente de su propio partido.

Por todo esto es irrebatible que las actividades hechas en materia de salud no han sido efectivas, ya que en un tema tan delicado como la vida no puede haber fallas tan lamentables.

No quiero dejar de mencionar que han existido otros temas colaterales, como la falta de insumos médicos y la falsedad de que la Organización Mundial de la Salud le pidió al gobierno mexicano la colaboración del doctor López-Gatell, ante el éxito de la dirección de la pandemia, toda vez que ese reconocimiento surge de las propias cuotas legales de participación que se encuentran inmersas en los estatutos de la OMS. Dicho de otra manera, no son reconocimientos, premios o diplomas de buen hacer; su objetivo busca la representación de los países miembros.

México tiene derecho a la salud, pero ésta no debe ser de papel, sino con hechos concretos y correctos para evitar más muertes, ya que en cada una de ellas va el sentimiento de una familia, una colectividad y, por qué no, la impotencia de una sociedad ante las decisiones erradas de un grupito de “científicos”.

López-Gatell nos falló; los datos proporcionados en sus predicciones no fueron los correctos.

Antes de iniciar este artículo quiero señalar cuatro elementos del pensamiento crítico que en estos días de distanciamiento social aprendí en compañía de mi esposa, los cuales mediante un método dialéctico hemos puesto en práctica.

Primero, no hacer caso de todo lo que la gente opine; segundo, no te dejes contagiar de la opinión ajena; tercero, abre la mente a diversas opiniones; cuarto, en ocasiones la minoría tiene la razón.

Pero ¿por qué señalo esto? Pues porque durante más de dos meses hemos estado escuchando la información vespertina que emite el Consejo Nacional de Salubridad, por conducto de su vocero oficial, Hugo López-Gatell Ramírez, quien da el reporte sobre la situación de la pandemia en México, y precisamente esos datos pasan por el test que mencioné anteriormente.

Ciertamente no hice caso de lo que la gente opinó ni me dejé contagiar por los demás, incluso abrí mi mente a la posibilidad de que el vocero estaba haciendo bien su función y al final llegué a la conclusión de que la minoría tenía razón.

El señor López-Gatell nos falló, ya que los datos proporcionados en sus predicciones no fueron los correctos.

Primero, con el modelo Centinela nos indicó que sólo se ocuparía en las fases iniciales, pero grande fue nuestra sorpresa cuando las cifras se tenían que multiplicar por ocho, reconocimiento que tuvo que confesarlo ante la presión internacional, ya que nuestro país era de los menos afectados por la pandemia.

Después, durante las múltiples declaraciones señaló que al final de la pandemia el número de defunciones sería de entre 6 y 8 mil personas; en México el número de muertos ya supera los 10 mil, incluso recientemente López-Gatell, acorralado por los senadores, tuvo que reconocer que la cifra final de muertos podría ser de 30 a 35 mil personas. Otro punto que refleja el mal trabajo del vocero fue el equívoco pronóstico del pico de la pandemia, ya que dijo que éste tendría lugar entre el 6 y 8 de mayo, a lo que nuevamente falló, pues hoy tenemos un reporte de más de 90 mil personas infectadas.

No se omite señalar que a la par de estos errores de cálculo matemático, el referido vocero ha tenido desacuerdos con senadores de diferentes corrientes políticas, inclusive con gente de su propio partido.

Por todo esto es irrebatible que las actividades hechas en materia de salud no han sido efectivas, ya que en un tema tan delicado como la vida no puede haber fallas tan lamentables.

No quiero dejar de mencionar que han existido otros temas colaterales, como la falta de insumos médicos y la falsedad de que la Organización Mundial de la Salud le pidió al gobierno mexicano la colaboración del doctor López-Gatell, ante el éxito de la dirección de la pandemia, toda vez que ese reconocimiento surge de las propias cuotas legales de participación que se encuentran inmersas en los estatutos de la OMS. Dicho de otra manera, no son reconocimientos, premios o diplomas de buen hacer; su objetivo busca la representación de los países miembros.

México tiene derecho a la salud, pero ésta no debe ser de papel, sino con hechos concretos y correctos para evitar más muertes, ya que en cada una de ellas va el sentimiento de una familia, una colectividad y, por qué no, la impotencia de una sociedad ante las decisiones erradas de un grupito de “científicos”.

López-Gatell nos falló; los datos proporcionados en sus predicciones no fueron los correctos.