/ lunes 1 de junio de 2020

Los consentidos de quienes gobiernan

Rocío Nahle acaso sea la funcionaria de alto nivel que más reflectores jala, pero no para bien. Por eso ha logrado, en relativo poco tiempo, que la asocien con negocios y con el gusto por el poder.

En la Federación, como secretaria de Energía, no se ha quedado en el ámbito de la Sener. Se mete en la CFE, donde Manuel Bartlett hábilmente la ha aceptado; se entromete en Pemex, donde su director Octavio Romero Oropeza la padece continuamente y en Veracruz tiene una extensa red de intereses.

En esa ofensiva por posicionarse políticamente no hay quien pueda pararla, no solo por su cercanía con el presidente, sino porque es de los funcionarios consentidos, eso lo saben todos y ella se encarga de remarcarlo.

Está en la situación de que López Obrador le cree todo, lo bueno y lo malo, lo verdadero y lo falso que pueda decirle, reportarle y aconsejarle. ¿Cuánto tiempo durará esto?, no se sabe.

Prácticamente todo presidente y gobernador ha tenido a alguien así. Sus creaciones o monstruitos, se les dice en la jerga política mexicana.

A las creaciones sexenales les dan poder, les permiten entrometerse en otras áreas, los ponen de ejemplo… y les perdonan lo que no le toleran a la mayoría de los colaboradores.

Investidos con ese poder y blindados por ese cariño especial que se siente por las creaciones, los consentidos generalmente terminan enredándose y cayendo, pero eso no siempre es así. El ejemplo más claro y reciente de esto último es el de Videgaray con Peña Nieto.

Pero a otros se les ha terminado su influencia a la mitad o al cuarto año del sexenio, cuando por fin quien manda se da cuenta de que su gobierno tiene fallas y empieza a repartir culpas.

En fin, Nahle, a quien no le importa Zacatecas, tal vez porque lo ve chico, no ha dado muestras de interés por la presidencia, porque en eso estaría ubicada, pero sí le interesa Veracruz, porque es un estado clave para el país y con grandes recursos, vuelve a ser señalada de participar en negocios al amparo del poder, ahora por un contrato de casi 5 mil millones de pesos para limpiar los terrenos de Dos Bocas, en el que aseguran tiene participación su compadre Arturo Quintanilla Hayek.

Ella lo niega en una carta. Dice que Quintanilla no tiene nada que ver en la empresa ganadora del contrato (Huerta Madre) y de paso hace referencia a la participación de los sobrinos de su compadre para surtir de ventiladores (contra el coronavirus) al Instituto Mexicano del Seguro Social, diciendo que ella no tuvo injerencia en eso y que incluso la propuesta fue rechazada por el IMSS (sí, cuando trascendió el caso).

En el sur de Veracruz, en donde la conocen y conocen a su compadre, tiene en su propia opinión.

Más allá de eso está en la cúspide. Es consentida del presidente y lo que diga y haga, bien o mal, es avalado y hasta perdonado. Así ha sido, es y será a la hora de ejercer el poder.

Rocío Nahle acaso sea la funcionaria de alto nivel que más reflectores jala, pero no para bien. Por eso ha logrado, en relativo poco tiempo, que la asocien con negocios y con el gusto por el poder.

En la Federación, como secretaria de Energía, no se ha quedado en el ámbito de la Sener. Se mete en la CFE, donde Manuel Bartlett hábilmente la ha aceptado; se entromete en Pemex, donde su director Octavio Romero Oropeza la padece continuamente y en Veracruz tiene una extensa red de intereses.

En esa ofensiva por posicionarse políticamente no hay quien pueda pararla, no solo por su cercanía con el presidente, sino porque es de los funcionarios consentidos, eso lo saben todos y ella se encarga de remarcarlo.

Está en la situación de que López Obrador le cree todo, lo bueno y lo malo, lo verdadero y lo falso que pueda decirle, reportarle y aconsejarle. ¿Cuánto tiempo durará esto?, no se sabe.

Prácticamente todo presidente y gobernador ha tenido a alguien así. Sus creaciones o monstruitos, se les dice en la jerga política mexicana.

A las creaciones sexenales les dan poder, les permiten entrometerse en otras áreas, los ponen de ejemplo… y les perdonan lo que no le toleran a la mayoría de los colaboradores.

Investidos con ese poder y blindados por ese cariño especial que se siente por las creaciones, los consentidos generalmente terminan enredándose y cayendo, pero eso no siempre es así. El ejemplo más claro y reciente de esto último es el de Videgaray con Peña Nieto.

Pero a otros se les ha terminado su influencia a la mitad o al cuarto año del sexenio, cuando por fin quien manda se da cuenta de que su gobierno tiene fallas y empieza a repartir culpas.

En fin, Nahle, a quien no le importa Zacatecas, tal vez porque lo ve chico, no ha dado muestras de interés por la presidencia, porque en eso estaría ubicada, pero sí le interesa Veracruz, porque es un estado clave para el país y con grandes recursos, vuelve a ser señalada de participar en negocios al amparo del poder, ahora por un contrato de casi 5 mil millones de pesos para limpiar los terrenos de Dos Bocas, en el que aseguran tiene participación su compadre Arturo Quintanilla Hayek.

Ella lo niega en una carta. Dice que Quintanilla no tiene nada que ver en la empresa ganadora del contrato (Huerta Madre) y de paso hace referencia a la participación de los sobrinos de su compadre para surtir de ventiladores (contra el coronavirus) al Instituto Mexicano del Seguro Social, diciendo que ella no tuvo injerencia en eso y que incluso la propuesta fue rechazada por el IMSS (sí, cuando trascendió el caso).

En el sur de Veracruz, en donde la conocen y conocen a su compadre, tiene en su propia opinión.

Más allá de eso está en la cúspide. Es consentida del presidente y lo que diga y haga, bien o mal, es avalado y hasta perdonado. Así ha sido, es y será a la hora de ejercer el poder.