/ viernes 17 de agosto de 2018

Los derechos humanos

“No confundamos la gimnasia con la magnesia”, reza una sabia sentencia, y hoy la empleamos para aclarar en qué casos el trabajo en niños y jóvenes es correcto y en cuales no. Porque hemos visto en los noticieros, como los policías cuando ven a una criatura trabajando, sin investigar el porqué se encuentran haciéndolo, arbitrariamente, proceden a detenerlos.

Ahora bien, el trabajo en los niños tiene dos caras: una buena y otra mala. Buena cuando los padres quieren que aprendan que es la única forma de obtener dinero, de una manera honrada, para satisfacer sus necesidades y, por lo mismo con el dinero que obtengan les permiten gastarlo en cosas útiles, además si les es posible, les enseñan como administrarlo para evitar que no lo desperdicien; es decir, a jerarquizar lo que desean comprar para que primero compren lo de más importancia y dejar para la segunda compra para hacerla en su momento. De acuerdo con ahorro que vayan haciendo. Lo que en su vida futura habrá de serles de mucha utilidad.

La mala es cuando les quitan todo para gastárselo ellos; es decir, explotarlos. De ahí la necesidad de investigar primero antes que actuar.

De acuerdo con lo dicho en el párrafo anterior, la interpretación de los derechos humanos en el caso de los pequeños no puede hacerse al pie de la letra, ya que puede tener variantes desconocidas por él que desea aplicarlos para evitar errores.

No olvidemos que hablando con lógica la libertad de uno termina, donde comienza la de otro y por ello debemos estar conscientes de lo que hacemos para evitar situaciones algo embarazosas al caer en contradicciones.

Con los ancianos sucede algo similar, mas aquí el problema no es con la autoridad, sino con los familiares de la persona. Sí ésta trabajó en alguna dependencia oficial debe contar con una pensión con la que puede satisfacer sus necesidades personales. En caso contrario, cuando lo anterior no funciona y por lo mismo se pone a buscar qué hacer para obtener unos pesos para solventar sus gastos; razón por la cual los vemos vendiendo alguna cosa o acuden a los grandes almacenes o tiendas para ayudar a los cajeros a empacar la mercancía a cambio de lo que el interesado quiera darle.

Ingratitud de los hijos para con quien, de pequeños les dio amor y educación; además de darles las herramientas necesarias para defenderse en la vida. Por el contrario hablan de ellos en despectiva considerándolos inútiles, necios o estorbos, mas cuando los necesitan para que cuiden a sus hijos, bien que los buscan o cuando les hace falta un consejo también,

Otros los arrumban en un asilo y no les importa si comen o no, y cuando mueren se enojan, por el gasto que se ven precisados a efectuar, por ser un gasto que no tenían contemplado pues no aprendieron a tener un ahorro para ello.

Con la esperanza que lo dicho les sea de utilidad. ¡Salud!


“No confundamos la gimnasia con la magnesia”, reza una sabia sentencia, y hoy la empleamos para aclarar en qué casos el trabajo en niños y jóvenes es correcto y en cuales no. Porque hemos visto en los noticieros, como los policías cuando ven a una criatura trabajando, sin investigar el porqué se encuentran haciéndolo, arbitrariamente, proceden a detenerlos.

Ahora bien, el trabajo en los niños tiene dos caras: una buena y otra mala. Buena cuando los padres quieren que aprendan que es la única forma de obtener dinero, de una manera honrada, para satisfacer sus necesidades y, por lo mismo con el dinero que obtengan les permiten gastarlo en cosas útiles, además si les es posible, les enseñan como administrarlo para evitar que no lo desperdicien; es decir, a jerarquizar lo que desean comprar para que primero compren lo de más importancia y dejar para la segunda compra para hacerla en su momento. De acuerdo con ahorro que vayan haciendo. Lo que en su vida futura habrá de serles de mucha utilidad.

La mala es cuando les quitan todo para gastárselo ellos; es decir, explotarlos. De ahí la necesidad de investigar primero antes que actuar.

De acuerdo con lo dicho en el párrafo anterior, la interpretación de los derechos humanos en el caso de los pequeños no puede hacerse al pie de la letra, ya que puede tener variantes desconocidas por él que desea aplicarlos para evitar errores.

No olvidemos que hablando con lógica la libertad de uno termina, donde comienza la de otro y por ello debemos estar conscientes de lo que hacemos para evitar situaciones algo embarazosas al caer en contradicciones.

Con los ancianos sucede algo similar, mas aquí el problema no es con la autoridad, sino con los familiares de la persona. Sí ésta trabajó en alguna dependencia oficial debe contar con una pensión con la que puede satisfacer sus necesidades personales. En caso contrario, cuando lo anterior no funciona y por lo mismo se pone a buscar qué hacer para obtener unos pesos para solventar sus gastos; razón por la cual los vemos vendiendo alguna cosa o acuden a los grandes almacenes o tiendas para ayudar a los cajeros a empacar la mercancía a cambio de lo que el interesado quiera darle.

Ingratitud de los hijos para con quien, de pequeños les dio amor y educación; además de darles las herramientas necesarias para defenderse en la vida. Por el contrario hablan de ellos en despectiva considerándolos inútiles, necios o estorbos, mas cuando los necesitan para que cuiden a sus hijos, bien que los buscan o cuando les hace falta un consejo también,

Otros los arrumban en un asilo y no les importa si comen o no, y cuando mueren se enojan, por el gasto que se ven precisados a efectuar, por ser un gasto que no tenían contemplado pues no aprendieron a tener un ahorro para ello.

Con la esperanza que lo dicho les sea de utilidad. ¡Salud!