/ miércoles 16 de mayo de 2018

Los empresarios, ¿perniciosos?

En la exUnión Soviética por doquier se advierte la presencia de empresas privadas; en Moscú mismo y cerca del Kremlin, hay tiendas de conocidas marcas occidentales. En Cuba cada día hay más presencia de negocios privados, aunque el Estado sigue siendo el gran empleador donde un profesionista no gana más de 30 dólares al mes. En ambas latitudes tiempo hubo en que todo era propiedad estatal y los trabajadores empleados del Estado. En México, desde la Constitución de 1917 siempre ha existido al lado del sector público el sector social y privado. El actual artículo 25 constitucional establece que corresponde al Estado entre otras cosas, garantizar la competitividad y el crecimiento del desarrollo económico y el empleo, entendiendo por aquélla, “el conjunto de condiciones necesarias para generar un mayor crecimiento económico, promoviendo la inversión y la generación de empleos”. Además, “la Ley alentará y protegerá la actividad económica que realicen los particulares”. Por lo tanto, México tiene un proyecto de nación que es la Carta Magna, y del que las empresas particulares forman parte; su existencia no queda al capricho del gobernante en turno. Y por si fuera poco, hoy por hoy, dependen de ellas nueve de cada 10 empleos formales. Entonces, ¿por qué satanizarlas? Hasta antes de los años 80 la burocracia mexicana era enorme, ¿por qué?, sencillamente porque el Estado era dueño de múltiples empresas, entre ellas hoteles, cines y todo lo imaginable. Pero vino el neoliberalismo con Reagan en Estados Unidos y Tlatcher en Reino Unido. Al Estado se le dejó una tarea regulatoria no de propietario. Fue así que se vendieron múltiples empresas muchas de las cuales eran un lastre para la hacienda pública. Al final de esa década cayeron el Muro de Berlín y posteriormente se desintegró la exUnión Soviética, y el fenómeno neoliberal se hizo prácticamente mundial. ¿Podíamos sustraernos a ello? Solamente una ínsula como Cuba lo ha hecho hasta hoy. ¿Podríamos volver al Estado propietario y benefactor? Venezuela lo intentó con las desastrosas consecuencias ya conocidas. El mundo ha cambiado y México no puede dictar las reglas de la economía mundial. Hoy se hace una transferencia de capitales con un click en una computadora, además, las empresas pagan en Estados Unidos casi la mitad de impuestos que en México. Podemos sí, diseñar una política de mejor distribución de la riqueza, pero no pelearnos con los dueños del dinero.



En la exUnión Soviética por doquier se advierte la presencia de empresas privadas; en Moscú mismo y cerca del Kremlin, hay tiendas de conocidas marcas occidentales. En Cuba cada día hay más presencia de negocios privados, aunque el Estado sigue siendo el gran empleador donde un profesionista no gana más de 30 dólares al mes. En ambas latitudes tiempo hubo en que todo era propiedad estatal y los trabajadores empleados del Estado. En México, desde la Constitución de 1917 siempre ha existido al lado del sector público el sector social y privado. El actual artículo 25 constitucional establece que corresponde al Estado entre otras cosas, garantizar la competitividad y el crecimiento del desarrollo económico y el empleo, entendiendo por aquélla, “el conjunto de condiciones necesarias para generar un mayor crecimiento económico, promoviendo la inversión y la generación de empleos”. Además, “la Ley alentará y protegerá la actividad económica que realicen los particulares”. Por lo tanto, México tiene un proyecto de nación que es la Carta Magna, y del que las empresas particulares forman parte; su existencia no queda al capricho del gobernante en turno. Y por si fuera poco, hoy por hoy, dependen de ellas nueve de cada 10 empleos formales. Entonces, ¿por qué satanizarlas? Hasta antes de los años 80 la burocracia mexicana era enorme, ¿por qué?, sencillamente porque el Estado era dueño de múltiples empresas, entre ellas hoteles, cines y todo lo imaginable. Pero vino el neoliberalismo con Reagan en Estados Unidos y Tlatcher en Reino Unido. Al Estado se le dejó una tarea regulatoria no de propietario. Fue así que se vendieron múltiples empresas muchas de las cuales eran un lastre para la hacienda pública. Al final de esa década cayeron el Muro de Berlín y posteriormente se desintegró la exUnión Soviética, y el fenómeno neoliberal se hizo prácticamente mundial. ¿Podíamos sustraernos a ello? Solamente una ínsula como Cuba lo ha hecho hasta hoy. ¿Podríamos volver al Estado propietario y benefactor? Venezuela lo intentó con las desastrosas consecuencias ya conocidas. El mundo ha cambiado y México no puede dictar las reglas de la economía mundial. Hoy se hace una transferencia de capitales con un click en una computadora, además, las empresas pagan en Estados Unidos casi la mitad de impuestos que en México. Podemos sí, diseñar una política de mejor distribución de la riqueza, pero no pelearnos con los dueños del dinero.