/ viernes 5 de abril de 2019

Los escoltas del alma de un político

Qué resulta más importante para un político, la protección física de su persona o la protección de su integridad ética y moral. Sin duda ambas son importantes porque si el político llegara a sufrir una enfermedad, un accidente o un atentado, podría quedar disminuido en uno o más de sus cinco sentidos; y para el caso de que el político descuide su integridad ética y moral, su imagen pública quedaría desacreditada y difícilmente podría recuperar la credibilidad, la confianza y el apoyo de su pueblo.

El poeta lírico y satírico Quinto Horacio Flaco, que vivió en Roma y fue nombrado tribuno militar por Bruto (uno de los asesinos de Julio César), dedicado a la poesía después de varias derrotas en combate, escribió: “Se fuerte como un muro de bronce, si tu conciencia no te acusa de nada y si no tienes ninguna culpa que te desasosiegue”. Y es claro que Horacio se refería al sentimiento de culpa que acusa a los hombres, por haber incurrido en una mala conducta, negligencia u omisión de sus responsabilidades públicas.

El descanso del alma y la tranquilidad de conciencia, solo se logra si “estamos libres de culpa”. Y de ser así se puede lograr la felicidad. Un timorato, indeciso y blandengue, no puede, ni debe asumir una responsabilidad pública, porque su miedo a enfrentar las consecuencias de sus actos, le impedirá decidir hacer lo que se debe, sin esperar la recompensa o el aplauso de la gente, sino la tranquilidad de conciencia que trae consigo el cumplimiento ético y moral del deber ser.

El presidente Andrés Manuel López Obrador ha prescindido del cuidado y guarda de su persona, que sus antecesores habían aceptado a cargo del Estado Mayor Presidencial, y es que seguramente el Titular del Ejecutivo federal sabe bien que obedeciendo al pueblo, será éste quien lo cuide y no permita ningún daño a su persona; en cambio, atentando contra los intereses del pueblo, no habrá escoltas suficientes que lo protejan del desprecio y las imputaciones y descalificaciones de la gente.

Hay que tener presente lo expresado por AMLO al inicio de su mandato, cuando afirmó que: a mi familia y a mis amigos “ya no les pertenezco”, pues al haberse comprometido al buen desempeño del cargo de Presidente de la República, desde su toma de protesta, pasó a pertenecer al pueblo. Quizá cuando termine su mandato volverá López Obrador a pertenecer a su familia y a sus amigos, y tendrá tiempo para la reflexión si su tranquilidad de conciencia se lo permite.

Qué resulta más importante para un político, la protección física de su persona o la protección de su integridad ética y moral. Sin duda ambas son importantes porque si el político llegara a sufrir una enfermedad, un accidente o un atentado, podría quedar disminuido en uno o más de sus cinco sentidos; y para el caso de que el político descuide su integridad ética y moral, su imagen pública quedaría desacreditada y difícilmente podría recuperar la credibilidad, la confianza y el apoyo de su pueblo.

El poeta lírico y satírico Quinto Horacio Flaco, que vivió en Roma y fue nombrado tribuno militar por Bruto (uno de los asesinos de Julio César), dedicado a la poesía después de varias derrotas en combate, escribió: “Se fuerte como un muro de bronce, si tu conciencia no te acusa de nada y si no tienes ninguna culpa que te desasosiegue”. Y es claro que Horacio se refería al sentimiento de culpa que acusa a los hombres, por haber incurrido en una mala conducta, negligencia u omisión de sus responsabilidades públicas.

El descanso del alma y la tranquilidad de conciencia, solo se logra si “estamos libres de culpa”. Y de ser así se puede lograr la felicidad. Un timorato, indeciso y blandengue, no puede, ni debe asumir una responsabilidad pública, porque su miedo a enfrentar las consecuencias de sus actos, le impedirá decidir hacer lo que se debe, sin esperar la recompensa o el aplauso de la gente, sino la tranquilidad de conciencia que trae consigo el cumplimiento ético y moral del deber ser.

El presidente Andrés Manuel López Obrador ha prescindido del cuidado y guarda de su persona, que sus antecesores habían aceptado a cargo del Estado Mayor Presidencial, y es que seguramente el Titular del Ejecutivo federal sabe bien que obedeciendo al pueblo, será éste quien lo cuide y no permita ningún daño a su persona; en cambio, atentando contra los intereses del pueblo, no habrá escoltas suficientes que lo protejan del desprecio y las imputaciones y descalificaciones de la gente.

Hay que tener presente lo expresado por AMLO al inicio de su mandato, cuando afirmó que: a mi familia y a mis amigos “ya no les pertenezco”, pues al haberse comprometido al buen desempeño del cargo de Presidente de la República, desde su toma de protesta, pasó a pertenecer al pueblo. Quizá cuando termine su mandato volverá López Obrador a pertenecer a su familia y a sus amigos, y tendrá tiempo para la reflexión si su tranquilidad de conciencia se lo permite.