/ sábado 9 de enero de 2021

Los padres de familia ante la pandemia

Indudablemente la participación de los padres de familia ante los diversos problemas que ha ocasionado el Covid-19 ha sido vital. Su apoyo a los docentes para poder estar en comunicación con estudiantes de zona urbanas y aquellos que viven cierta precarización, tanto en medios urbanos marginales como en rurales e indígenas, ayudó de muchas maneras a la Secretaría de Educación Pública a cumplir con los programas como dicha institución señala.

Hay que señalar que mientras unas familias tienen todos los recursos tecnológicos de la comunicación e información requeridos, otras no: padres que no cuentan con un trabajo fijo, el jornalero que debe estar todo el día en el campo, los vendedores de la calle, el pequeño comerciante, las trabajadoras manuales de las casas, madres solteras y aquellas madres que cumplen con todo el quehacer del hogar.

García Canclini comenta que el acceso a medios tecnológicos promueve una diferencia informativa abismal a causa de la interacción en redes, plataformas y buscadores. En la vida diaria coexisten individuos diferentes y muchos de ellos desconectados de los medios. La brecha de esas grandes desigualdades se puso en evidencia durante la pandemia, cuando afloraron las grandes diferencias que se dan entre la población que vive en los centros urbanos y goza de un buen nivel de vida, mientras que otros sufren pobreza, exclusión y apenas cuentan con lo necesario para sobrevivir.

En ese contexto, comenta Martín Muñoz Mancilla, de la Escuela Normal de Coatepec Harinas, “la pandemia por el Covid-19 llegó el día más inesperado, generando miedo, inseguridad, incertidumbre y, sobre todo, cambios y transformaciones. En el caso del sistema educativo, se pasó de una formación presencial a una a distancia, modificando el rol de los padres de familia, que pasó de ser quien cumplía con mandar a sus hijos a la escuela al ser el responsable directo de los procesos formativos”.

A esta realidad hay que sumar los “logros” de una encuesta que presenta la SEP, donde se habla de los buenos resultados de Aprende en Casa II, como señala Díaz Barriga. En dicha encuesta no aparece “la sala, el comedor, la recámara o una esquina forzada en el puesto donde la madre trabaja en un mercado, no son salones de clase. No queda claro el reconocimiento a las madres de familia por acompañar a sus hijos en sus actividades escolares. No niego que exista un grupo de madres que a sus tareas cotidianas (las del hogar e incluso las de su trabajo) tengan que asumir la tarea de acompañar, explicar o en ocasiones exigir a los niños que cumplan con los «retos» (tareas disfrazadas) que expresan los programas”.

Tampoco aparece otro grupo de niños que realizan su trabajo escolar solos, cuando pueden realizarlo, porque no cuentan con un adulto a su lado que pueda acompañarlos en esta tarea, no aparecen las madres y/o adultos que plantean que no pueden apoyar a los niños porque no recuerdan los temas que se están trabajando. En la encuesta no hay niños que no se conectan nunca al programa Aprende en Casa II.

También en la encuesta se afirma que “la Nueva Escuela Mexicana es un proyecto flexible, entiéndase lo que se quiera entender de ello”; gracias al compromiso asumido por la mayoría de los padres de familia y docentes, la SEP pudo “atender” la generalidad de estudiantes que viven circunstancias muy diversas. Pareciera que ese esfuerzo no alcanzará mayor reconocimiento en el proyecto educativo de este sexenio, que no acaba de construirse en lo fundamental.

En el caso del sistema educativo, se pasó de una formación presencial a una a distancia, modificando el rol de los padres de familia, que pasaron a ser los responsables directos de los procesos formativos.

Indudablemente la participación de los padres de familia ante los diversos problemas que ha ocasionado el Covid-19 ha sido vital. Su apoyo a los docentes para poder estar en comunicación con estudiantes de zona urbanas y aquellos que viven cierta precarización, tanto en medios urbanos marginales como en rurales e indígenas, ayudó de muchas maneras a la Secretaría de Educación Pública a cumplir con los programas como dicha institución señala.

Hay que señalar que mientras unas familias tienen todos los recursos tecnológicos de la comunicación e información requeridos, otras no: padres que no cuentan con un trabajo fijo, el jornalero que debe estar todo el día en el campo, los vendedores de la calle, el pequeño comerciante, las trabajadoras manuales de las casas, madres solteras y aquellas madres que cumplen con todo el quehacer del hogar.

García Canclini comenta que el acceso a medios tecnológicos promueve una diferencia informativa abismal a causa de la interacción en redes, plataformas y buscadores. En la vida diaria coexisten individuos diferentes y muchos de ellos desconectados de los medios. La brecha de esas grandes desigualdades se puso en evidencia durante la pandemia, cuando afloraron las grandes diferencias que se dan entre la población que vive en los centros urbanos y goza de un buen nivel de vida, mientras que otros sufren pobreza, exclusión y apenas cuentan con lo necesario para sobrevivir.

En ese contexto, comenta Martín Muñoz Mancilla, de la Escuela Normal de Coatepec Harinas, “la pandemia por el Covid-19 llegó el día más inesperado, generando miedo, inseguridad, incertidumbre y, sobre todo, cambios y transformaciones. En el caso del sistema educativo, se pasó de una formación presencial a una a distancia, modificando el rol de los padres de familia, que pasó de ser quien cumplía con mandar a sus hijos a la escuela al ser el responsable directo de los procesos formativos”.

A esta realidad hay que sumar los “logros” de una encuesta que presenta la SEP, donde se habla de los buenos resultados de Aprende en Casa II, como señala Díaz Barriga. En dicha encuesta no aparece “la sala, el comedor, la recámara o una esquina forzada en el puesto donde la madre trabaja en un mercado, no son salones de clase. No queda claro el reconocimiento a las madres de familia por acompañar a sus hijos en sus actividades escolares. No niego que exista un grupo de madres que a sus tareas cotidianas (las del hogar e incluso las de su trabajo) tengan que asumir la tarea de acompañar, explicar o en ocasiones exigir a los niños que cumplan con los «retos» (tareas disfrazadas) que expresan los programas”.

Tampoco aparece otro grupo de niños que realizan su trabajo escolar solos, cuando pueden realizarlo, porque no cuentan con un adulto a su lado que pueda acompañarlos en esta tarea, no aparecen las madres y/o adultos que plantean que no pueden apoyar a los niños porque no recuerdan los temas que se están trabajando. En la encuesta no hay niños que no se conectan nunca al programa Aprende en Casa II.

También en la encuesta se afirma que “la Nueva Escuela Mexicana es un proyecto flexible, entiéndase lo que se quiera entender de ello”; gracias al compromiso asumido por la mayoría de los padres de familia y docentes, la SEP pudo “atender” la generalidad de estudiantes que viven circunstancias muy diversas. Pareciera que ese esfuerzo no alcanzará mayor reconocimiento en el proyecto educativo de este sexenio, que no acaba de construirse en lo fundamental.

En el caso del sistema educativo, se pasó de una formación presencial a una a distancia, modificando el rol de los padres de familia, que pasaron a ser los responsables directos de los procesos formativos.