Ayer se celebró el Día de Reyes y el pasado martes fue su noche, en la que la mayoría de los hogares festejan la llegada de los Santos Reyes, quienes durante la madrugada llegan a las casas, donde los niños han colocado su zapato en espera de que estos personajes les depositen un regalo o golosinas.
Aunque previamente la mesa se viste de fiesta al reunirse la familia y amigos para degustar unos exquisitos tamales, ya sean verdes, de mole, verduras, de dulce con manjar, y en nuestra región no podrían faltar los clásicos tamales rancheros envueltos en hoja de plátano, para después acompañar la tradicional Rosca de Reyes con un chocolate caliente, atole o champurrado.
El 6 de enero los niños se levantan temprano con la esperanza de encontrar algo, habiendo previamente anotado sus deseos en una cartita depositada en su zapato, al pie de pino navideño o del Nacimiento, con la ilusión de descubrir un juguete, la bicicleta añorada, el juego de té u otro juguete que por grande o pequeño cumple los sueños infantiles y nutre su imaginación, cuyos frutos se verán años después al desarrollar su inteligencia u otras capacidades mentales.
Festividad traída por los clérigos tras la Conquista y que perdura hasta nuestros días, en especial en nuestro país, principalmente en la región que abarca del centro hacia el sur, pues en los estados del norte aunque hay hogares que siguen la tradición, tienen más arraigada la llegada de Santa Claus. La Rosca de Reyes también llegó de España, donde le llaman roscón, y aunque cambia un poco de región en región, la base es similar, pues se trata de una masa peculiar para elaborar pan a la cual se le da forma redonda u ovalada, según el tamaño, cubierta de frutas secas, predominando el membrillo, higo, tiras de naranja y con franjas de una preparación tipo mazapán, lo que significa las joyas de las coronas de los reyes.
Su forma circular representa el amor infinito al Creador que no tiene principio ni fin, y los pequeños niños que se introducen escondidos en el pan representan a Jesús escondido por sus padres para alejarlo de las manos y el odio de Herodes, y quien lo encuentra en su rebanada significa un premio que agradece con una ronda de tamales el 2 de febrero.
Hermosa tradición que quienes la vivimos de niños nos trae gratos recuerdos y para los niños de hoy sigue siendo un mundo de ilusiones que recordarán por siempre y mantendrán viva la festividad para que sus hijos y nietos la sigan disfrutando.
Así que espero que hayan disfrutado la noche de la Epifanía y la mantengan viva en los años venideros, deseando que sea la salud el mejor regalo.