/ viernes 18 de diciembre de 2020

Madero, Cárdenas y López Obrador

Con frecuencia en las “mañaneras” el presidente López Obrador da muestra de erudito en la historia de México, y qué bueno. Sus referentes históricos preferidos son Juárez, Madero y Cárdenas, de quienes recuerda ejemplos dignos de imitar por su patriotismo, su honradez y su valentía política.

Le faltan las coordenadas que alude John Berger (ya comentadas aquí), que proporciona la dialéctica marxista. Sin ese mapa y esas coordenadas no es posible explicar “científicamente” el porqué los empresarios están en contra del aumento a los salarios, apoyando el outsorcing y que lo ricos paguen impuestos. Alegan que aumentaría el desempleo y bajarían las inversiones. Marx advertía hace siglo y medio que “ahí donde se encuentra la mano de obra más barata (mercancía), el capital va a buscarla”. Es axiomático que cada vez se trabaja más por menos. Ese es el metabolismo del capital, que concentra la riqueza en pocas manos y extiende y profundiza la pobreza en el otro extremo.

En reiteradas ocasiones el presidente López Obrador ha declarado que no es “estatista”. Lázaro Cárdenas, considerado el mejor presidente, nacionalista y revolucionario, es de tendencia estatista. La expropiación del petróleo. La nacionalización de los ferrocarriles. El reparto de la tierra. No es el capital el que crea el trabajo, sino el trabajo el que crea el capital. Retó a los empresarios de Monterrey, que amenazaron con declararse en quiebra, que rechazaban un fallo a favor de los obreros huelguistas. “Si no pueden administrar las fábricas, déjenselas a los obreros”. Cárdenas fue ejemplo universal de solidaridad con otras naciones agredidas por países poderosos. El respeto al derecho de asilo.

Madero encabezó un movimiento pacifista electoral previo al levantamiento armado, donde cundía por todo el país tormentas de rebeldía y de rechazo al vetusto régimen porfirista. Madero levanta la consigna de no reelección y sufragio efectivo, que prendió en gran parte del país. En entrevista de Díaz y Madero, éste le propone que votarían por Porfirio Díaz si Madero figura como candidato a la vicepresidencia. Díaz se niega, viene el frade electoral, protesta Madero su reclusión en la ciudad de San Luis y el Plan de ahí mismo. Levantamiento armado, principalmente en el norte del país, renuncia de Díaz. Dicta licenciamiento de las fuerza revolucionarias y deja el mismo mando, lo que va dividiendo a los mismos revolucionarios y la culminación con el asesinato de Madero (ya presidente) y Pino Suárez. El siguiente capítulo es la verdadera Revolución.

Don Jesús Silva Herzog, en su “Breve Historia de la Revolución Mexicana”, transcribe una carta del maderista Federico González Garza, uno de sus mejores amigos, que está alarmado por la situación. González G. le dice a Madero que su optimismo, que había sido una virtud, se había transformado en un grave defecto. La carta premonitoria del fracaso de Madero como revolucionario. “El señor Madero –dice don Jesús- no cambia de actitud, no modifica sus puntos de vista al leer la carta de su leal amigo. Sigue optimista, seguro de la bondad de todos los hombres, del patriotismo de todos los mexicanos; seguro que la sinceridad, el desinterés y la buena fe son fuerzas incontrastables; seguro de que en cualquier momento de peligro, el pueblo estaría con él para luchar a su lado y ganar nueva batalla”.

El compañero Presidente, a falta de coordenadas –que comentamos al principio-, hace un recuento anecdótico y tradicional de la historia, olvida que la “historia de todas las sociedades hasta nuestros días, es la historia de la lucha de clases”. Y cree que “la buena voluntad”, “vamos a portarnos bien”, “amor y paz”, o la veintena de mandamientos éticos para la paz, son la garantía de paz y progreso.

Esto ni en las religiones ha funcionado. El capitalismo (neoliberalismo) nos prepara para la competencia, el individualismo; esto es el principio de cualquier guerra. El capitalismo nos convierte en mercancía. Indudablemente, el Presidente trata de limarle las garras a ese capitalismo depredador del hombre y la naturaleza, actúa con buena intención y voluntad, hay que apoyarlo y también criticarlo, cuando haya que hacerlo.

Madero encabezó un movimiento pacifista electoral previo al levantamiento armado, donde cundía por todo el país tormentas de rebeldía y de rechazo al vetusto régimen porfirista.

Con frecuencia en las “mañaneras” el presidente López Obrador da muestra de erudito en la historia de México, y qué bueno. Sus referentes históricos preferidos son Juárez, Madero y Cárdenas, de quienes recuerda ejemplos dignos de imitar por su patriotismo, su honradez y su valentía política.

Le faltan las coordenadas que alude John Berger (ya comentadas aquí), que proporciona la dialéctica marxista. Sin ese mapa y esas coordenadas no es posible explicar “científicamente” el porqué los empresarios están en contra del aumento a los salarios, apoyando el outsorcing y que lo ricos paguen impuestos. Alegan que aumentaría el desempleo y bajarían las inversiones. Marx advertía hace siglo y medio que “ahí donde se encuentra la mano de obra más barata (mercancía), el capital va a buscarla”. Es axiomático que cada vez se trabaja más por menos. Ese es el metabolismo del capital, que concentra la riqueza en pocas manos y extiende y profundiza la pobreza en el otro extremo.

En reiteradas ocasiones el presidente López Obrador ha declarado que no es “estatista”. Lázaro Cárdenas, considerado el mejor presidente, nacionalista y revolucionario, es de tendencia estatista. La expropiación del petróleo. La nacionalización de los ferrocarriles. El reparto de la tierra. No es el capital el que crea el trabajo, sino el trabajo el que crea el capital. Retó a los empresarios de Monterrey, que amenazaron con declararse en quiebra, que rechazaban un fallo a favor de los obreros huelguistas. “Si no pueden administrar las fábricas, déjenselas a los obreros”. Cárdenas fue ejemplo universal de solidaridad con otras naciones agredidas por países poderosos. El respeto al derecho de asilo.

Madero encabezó un movimiento pacifista electoral previo al levantamiento armado, donde cundía por todo el país tormentas de rebeldía y de rechazo al vetusto régimen porfirista. Madero levanta la consigna de no reelección y sufragio efectivo, que prendió en gran parte del país. En entrevista de Díaz y Madero, éste le propone que votarían por Porfirio Díaz si Madero figura como candidato a la vicepresidencia. Díaz se niega, viene el frade electoral, protesta Madero su reclusión en la ciudad de San Luis y el Plan de ahí mismo. Levantamiento armado, principalmente en el norte del país, renuncia de Díaz. Dicta licenciamiento de las fuerza revolucionarias y deja el mismo mando, lo que va dividiendo a los mismos revolucionarios y la culminación con el asesinato de Madero (ya presidente) y Pino Suárez. El siguiente capítulo es la verdadera Revolución.

Don Jesús Silva Herzog, en su “Breve Historia de la Revolución Mexicana”, transcribe una carta del maderista Federico González Garza, uno de sus mejores amigos, que está alarmado por la situación. González G. le dice a Madero que su optimismo, que había sido una virtud, se había transformado en un grave defecto. La carta premonitoria del fracaso de Madero como revolucionario. “El señor Madero –dice don Jesús- no cambia de actitud, no modifica sus puntos de vista al leer la carta de su leal amigo. Sigue optimista, seguro de la bondad de todos los hombres, del patriotismo de todos los mexicanos; seguro que la sinceridad, el desinterés y la buena fe son fuerzas incontrastables; seguro de que en cualquier momento de peligro, el pueblo estaría con él para luchar a su lado y ganar nueva batalla”.

El compañero Presidente, a falta de coordenadas –que comentamos al principio-, hace un recuento anecdótico y tradicional de la historia, olvida que la “historia de todas las sociedades hasta nuestros días, es la historia de la lucha de clases”. Y cree que “la buena voluntad”, “vamos a portarnos bien”, “amor y paz”, o la veintena de mandamientos éticos para la paz, son la garantía de paz y progreso.

Esto ni en las religiones ha funcionado. El capitalismo (neoliberalismo) nos prepara para la competencia, el individualismo; esto es el principio de cualquier guerra. El capitalismo nos convierte en mercancía. Indudablemente, el Presidente trata de limarle las garras a ese capitalismo depredador del hombre y la naturaleza, actúa con buena intención y voluntad, hay que apoyarlo y también criticarlo, cuando haya que hacerlo.

Madero encabezó un movimiento pacifista electoral previo al levantamiento armado, donde cundía por todo el país tormentas de rebeldía y de rechazo al vetusto régimen porfirista.