/ martes 26 de julio de 2022

Más liderazgo, menos ego y más símbolos

Si los profetas vivieran hoy estarían consternados por el incremento de la inseguridad, por el desempleo, por la injusta distribución de la riqueza, por la discriminación de las mujeres, por la impunidad y la corrupción.

El profeta Amós (8,4-6) subraya: ya no hay consideración por el pobre, se aumenta el precio del grano, se usan balanzas deshonestas, se vende el desecho del trigo. La voz del profeta no solo es la voz de Dios, sino también la voz de los sin voz, su protesta no solo es el último grito, sino también, en tu valiente denuncia, la última palabra por la insensibilidad ante los delitos, la corrupción y la injusticia social.

En un momento dado el problema del pueblo hebreo no era tanto la esclavitud, sino haberse acostumbrado a ella, su redención comenzó cuando dejaron de tolerarla. De modo semejante, la Teología de la Liberación Latinoamericana ha hecho consciente al pueblo pobre de su propia esclavitud. Ahora bien, no puede haber verdadera liberación sin libertad. De modo tráfico, empero, una libertad superficial lleva en sí misma el germen de su propia destrucción.

Existe el peligro de que los demagogos y y las dictaduras conduzcan al pueblo a cambiar su libertad por una bagatela. La verdadera liberación del pueblo de Israel no se dio cuando cruzaron el mar rojo, esta fue solo una liberación exterior, la verdadera liberación aconteció en el Sinaí cuando se proclamaron los mandamientos, entre los cuales se manifiesta "no codiciarás", que invita al pueblo a la conquista de la libertad interior.

La respetabilidad y la relevancia de la religión en la sociedad es subrayada actualmente por las ciencias sociales, ya que la solidaridad humana es un desafío de la religión: "siempre que un hombre es herido, todos somos dañados".

Cuando hace un año comenzó alertarse de la llegada de un proceso inflacionario de mediano a largo plazo, las autoridades mexicanas vinculadas al tema se apresuraron a desestimar el problema y, en términos generales, se planteó que la cuestión sería sólo un asunto de meses. Los indicadores de pobreza laboral que tenemos muestran que el ingreso laboral real de las personas no se ha recuperado aún a niveles similares a los previos a la pandemia, cuando ya de por sí eran bastante malos y evidenciaban la precariedad del mercado de trabajo en el país.

Es un hecho que estamos ante una combinación de factores que preludian una tormenta perfecta, pues la suma de la inflación, la sequía, el nulo crecimiento económico y los bajos salarios, así como la insuficiencia de políticas sociales de efectos estructurales pueden generar no sólo el estancamiento en las condiciones de pobreza, sino quizá su profundización o incluso su crecimiento en algunas entidades o incluso regiones enteras, sobre todo ante el complejo escenario electoral que, aún de manera informal, ya comenzó rumbo a 2024.

En otro contexto ni modo de ver la política es un juego de símbolos. Nada más revolucionario que leer, en especial, novelas ( clásicas y modernas, pero bien escritas y estructuradas), ya que son la posibilidad de asomarse a un espacio que, para el autor, es democrático, en el que confluyen voces distintas, incluyendo a quien lee.

Los partidos políticos constituyen uno de los elementos esenciales de la democracia representativa, son parte de la pluralidad política ideológica de toda sociedad.

No obstante, los partidos políticos atraviesan una grave crisis de legitimidad y representación. En los últimos años, la acción política partidaria ha sido parte del desencanto ciudadano hacia la democracia, perjudicando el sistema democrático y su sustentabilidad. Esta crisis se profundiza por escenarios de virulencia, polarización y fanatismo político. Los partidos, en muchos casos, han preferido ubicarse en extremos irreconciliables, enemistado la política y cuando sus "intereses electorales" sin dar soluciones reales a las necesidades y aspiraciones de la gente.

Lo dijimos en este espacio y volvemos a insistir en el tema, México es uno de los países con peor nivel de educación, la ignorancia es una pandemia. Somos una sociedad brutalmente desigual, a esto debe sumarse un racismo y un clasismo histórico y, quizá porque somos también un pueblo tremendamente acomplejado y falto de un sentido claro de identidad. La mexicanidad aflora más fácilmente en el picante, en el albur, las máscaras de la lucha libre, la fanática euforia cantando nuestra música cargada de machismo bravío y de resignación y en ese patriarcado ancestral de los gobiernos creadores de subsidios, garantizado la pobreza y la dependencia por siempre.

En América Latina ocurre tres cuartos de lo mismo, existe un caldo de cultivo ideal, perfecto para las izquierdas populistas del siglo XXI, cuya única cualidad en esa capacidad embaucadora, a veces mística y hasta paternal. Ese don tan común en estas latitudes de dominar el lenguaje de los ignorantes y entrar en sus cabezas con el juramento de la tierra prometida, con la falacia del amor y la solidaridad, con la perversión de saber que aun su sueños más grandiosos y elocuentes acaban por justa concatenación en eso, en vacía grandilocuencia, dialéctica estudiada para pobres con hambre. México es hoy ese pueblo furioso, con mucha sangre, lleno de miserias, esa que mancilla las certezas y arrastra al fanatismo a una horda de feligreses, y sin más aliciente que alguna beca o alguna limosna, ese es el tigre del que hablaba hace un siglo Porfirio Díaz.

Si los profetas vivieran hoy estarían consternados por el incremento de la inseguridad, por el desempleo, por la injusta distribución de la riqueza, por la discriminación de las mujeres, por la impunidad y la corrupción.

El profeta Amós (8,4-6) subraya: ya no hay consideración por el pobre, se aumenta el precio del grano, se usan balanzas deshonestas, se vende el desecho del trigo. La voz del profeta no solo es la voz de Dios, sino también la voz de los sin voz, su protesta no solo es el último grito, sino también, en tu valiente denuncia, la última palabra por la insensibilidad ante los delitos, la corrupción y la injusticia social.

En un momento dado el problema del pueblo hebreo no era tanto la esclavitud, sino haberse acostumbrado a ella, su redención comenzó cuando dejaron de tolerarla. De modo semejante, la Teología de la Liberación Latinoamericana ha hecho consciente al pueblo pobre de su propia esclavitud. Ahora bien, no puede haber verdadera liberación sin libertad. De modo tráfico, empero, una libertad superficial lleva en sí misma el germen de su propia destrucción.

Existe el peligro de que los demagogos y y las dictaduras conduzcan al pueblo a cambiar su libertad por una bagatela. La verdadera liberación del pueblo de Israel no se dio cuando cruzaron el mar rojo, esta fue solo una liberación exterior, la verdadera liberación aconteció en el Sinaí cuando se proclamaron los mandamientos, entre los cuales se manifiesta "no codiciarás", que invita al pueblo a la conquista de la libertad interior.

La respetabilidad y la relevancia de la religión en la sociedad es subrayada actualmente por las ciencias sociales, ya que la solidaridad humana es un desafío de la religión: "siempre que un hombre es herido, todos somos dañados".

Cuando hace un año comenzó alertarse de la llegada de un proceso inflacionario de mediano a largo plazo, las autoridades mexicanas vinculadas al tema se apresuraron a desestimar el problema y, en términos generales, se planteó que la cuestión sería sólo un asunto de meses. Los indicadores de pobreza laboral que tenemos muestran que el ingreso laboral real de las personas no se ha recuperado aún a niveles similares a los previos a la pandemia, cuando ya de por sí eran bastante malos y evidenciaban la precariedad del mercado de trabajo en el país.

Es un hecho que estamos ante una combinación de factores que preludian una tormenta perfecta, pues la suma de la inflación, la sequía, el nulo crecimiento económico y los bajos salarios, así como la insuficiencia de políticas sociales de efectos estructurales pueden generar no sólo el estancamiento en las condiciones de pobreza, sino quizá su profundización o incluso su crecimiento en algunas entidades o incluso regiones enteras, sobre todo ante el complejo escenario electoral que, aún de manera informal, ya comenzó rumbo a 2024.

En otro contexto ni modo de ver la política es un juego de símbolos. Nada más revolucionario que leer, en especial, novelas ( clásicas y modernas, pero bien escritas y estructuradas), ya que son la posibilidad de asomarse a un espacio que, para el autor, es democrático, en el que confluyen voces distintas, incluyendo a quien lee.

Los partidos políticos constituyen uno de los elementos esenciales de la democracia representativa, son parte de la pluralidad política ideológica de toda sociedad.

No obstante, los partidos políticos atraviesan una grave crisis de legitimidad y representación. En los últimos años, la acción política partidaria ha sido parte del desencanto ciudadano hacia la democracia, perjudicando el sistema democrático y su sustentabilidad. Esta crisis se profundiza por escenarios de virulencia, polarización y fanatismo político. Los partidos, en muchos casos, han preferido ubicarse en extremos irreconciliables, enemistado la política y cuando sus "intereses electorales" sin dar soluciones reales a las necesidades y aspiraciones de la gente.

Lo dijimos en este espacio y volvemos a insistir en el tema, México es uno de los países con peor nivel de educación, la ignorancia es una pandemia. Somos una sociedad brutalmente desigual, a esto debe sumarse un racismo y un clasismo histórico y, quizá porque somos también un pueblo tremendamente acomplejado y falto de un sentido claro de identidad. La mexicanidad aflora más fácilmente en el picante, en el albur, las máscaras de la lucha libre, la fanática euforia cantando nuestra música cargada de machismo bravío y de resignación y en ese patriarcado ancestral de los gobiernos creadores de subsidios, garantizado la pobreza y la dependencia por siempre.

En América Latina ocurre tres cuartos de lo mismo, existe un caldo de cultivo ideal, perfecto para las izquierdas populistas del siglo XXI, cuya única cualidad en esa capacidad embaucadora, a veces mística y hasta paternal. Ese don tan común en estas latitudes de dominar el lenguaje de los ignorantes y entrar en sus cabezas con el juramento de la tierra prometida, con la falacia del amor y la solidaridad, con la perversión de saber que aun su sueños más grandiosos y elocuentes acaban por justa concatenación en eso, en vacía grandilocuencia, dialéctica estudiada para pobres con hambre. México es hoy ese pueblo furioso, con mucha sangre, lleno de miserias, esa que mancilla las certezas y arrastra al fanatismo a una horda de feligreses, y sin más aliciente que alguna beca o alguna limosna, ese es el tigre del que hablaba hace un siglo Porfirio Díaz.