/ domingo 8 de agosto de 2021

MC, de Dante, será más fuerte que el PRI

Cuando Peña Nieto recuperó para el PRI la presidencia nadie se habría imaginado que nueve años después ese partido estaría en la agonía y que dos elecciones presidenciales después podría estar abajo de Movimiento Ciudadano.

Sí, así puede ser. En 2024 el Partido Revolucionario Institucional, la otrora aplanadora, enfrentaría las elecciones presidenciales con menos fuerza y recursos que la organización de Dante Delgado Rannauro.

¿Por qué se afirma esto?, porque para 2024, cuando López Obrador concrete la candidatura de Claudia Sheinbaum -salvo que las circunstancias la tiren- el PRI, si todo sigue como va, ya no tendría ninguna gubernatura.

El tricolor en la actualidad carece de liderazgo y no es oposición real. Su presidente nacional, Alejandro Moreno, nunca se asumió como un opositor verdadero a Morena y a su líder Andrés Manuel López Obrador.

Casi todo el priismo dice, salvo sus allegados en el partido, que desde Palacio Nacional lo tienen controlado dada su actuación como gobernador de Campeche. Por eso hace como que critica y hace como que quiere ganar elecciones, pero hasta ahí. Las derrotas que tuvo el PRI este año en las gubernaturas de Colima, Guerrero, Sinaloa, Tlaxcala, Sonora, Zacatecas, San Luis Potosí y Campeche, su tierra, abonaron para que terminen de señalarlo como un dirigente que no es opositor.

Y a una dirigencia nacional que no pelea por ganar elecciones hay que agregarle unos gobernadores que están casi en las mismas, es decir, temerosos o al menos muy precavidos ante las acciones que pudieran desatarse desde el Palacio Nacional.

¿O acaso los gobernadores de los estados donde este año el PRI perdió 8 gubernaturas fueron unos líderes que aportaron garra y estrategia para que sus candidatos los sucedieran?

En fin, eso ya pasó, dicen priistas…pero viene un problema mayor, cuando se enfrente el proceso para elegir presidente, senadores, diputados federales y a otros funcionarios, en 2024, y el Revolucionario Institucional no cuente con ningún gobernador.

¿Será posible eso?, pues sí, de acuerdo a lo que se aprecia en el tablero de la política nacional.

Al PRI le quedan cuatro gubernaturas, las de Oaxaca, Hidalgo, Coahuila y la del Estado de México. ¿En esos lugares, cuál ha sido el comportamiento de los gobernadores?, ¿alguno ha asumido el liderazgo que le hace falta al tricolor o han optado por llevársela tranquila con AMLO, como sucedió con sus 8 colegas que se van este año y le dejan a Morena la mesa puesta para retener la presidencia?

El próximo año habrá cambio en las gubernaturas de Oaxaca e Hidalgo y no se ve cómo el PRI pueda retenerlas.

En Hidalgo, donde gobierna Omar Fayad, el pasado 6 de junio el Movimiento de Regeneración Nacional ganó 14 de 18 diputaciones locales en disputa. Eran las que le importaban a Fayad, para dejar protección ante su próxima salida y no las pudo o no quiso ganarlas. ¿Cuál3 cree que vaya a ser el resultado en 2022?

En Oaxaca, dicen priistas, está al frente el gobernador del PRI más cercano a López Obrador. En los recientes comicios, los resultados fueron 51 alcaldías (de las de votación, no de las de usos y costumbres) para Morena y 31 para la alianza PRI-PAN-PRD. En lo que respecta a diputaciones, Morena se quedó con 19 y los aliados con 6.

Vaya usted lector dejando al PRI con solo dos gubernaturas después de las elecciones de 2022.

En 2023 cambiarán de gobernador en Coahuila y en el Estado de México, donde gobiernan Miguel Ángel Riquelme y Alfredo del Mazo, respectivamente.

Allá en el norte, en Coahuila, al PRI no le fue mal. Conservó 10 de los 16 municipios que gobernaba y a cambio de eso le arrebató varios a Morena y al PAN

Y en el Edomex le fue bien con las alcaldías, al triunfar el PRI, en alianza, en 50 de 125 ayuntamientos, en tanto Morena tendrá 30 alcaldes, 32 menos de los que tenía.

¿Pero Riquelme y Del Mazo tendrán las agallas para, un año antes de la elección presidencial, hacer todo lo que debe hacerse para retener para el PRI las gubernaturas de esas importantes entidades?

Cuando Peña Nieto recuperó para el PRI la presidencia nadie se habría imaginado que nueve años después ese partido estaría en la agonía y que dos elecciones presidenciales después podría estar abajo de Movimiento Ciudadano.

Sí, así puede ser. En 2024 el Partido Revolucionario Institucional, la otrora aplanadora, enfrentaría las elecciones presidenciales con menos fuerza y recursos que la organización de Dante Delgado Rannauro.

¿Por qué se afirma esto?, porque para 2024, cuando López Obrador concrete la candidatura de Claudia Sheinbaum -salvo que las circunstancias la tiren- el PRI, si todo sigue como va, ya no tendría ninguna gubernatura.

El tricolor en la actualidad carece de liderazgo y no es oposición real. Su presidente nacional, Alejandro Moreno, nunca se asumió como un opositor verdadero a Morena y a su líder Andrés Manuel López Obrador.

Casi todo el priismo dice, salvo sus allegados en el partido, que desde Palacio Nacional lo tienen controlado dada su actuación como gobernador de Campeche. Por eso hace como que critica y hace como que quiere ganar elecciones, pero hasta ahí. Las derrotas que tuvo el PRI este año en las gubernaturas de Colima, Guerrero, Sinaloa, Tlaxcala, Sonora, Zacatecas, San Luis Potosí y Campeche, su tierra, abonaron para que terminen de señalarlo como un dirigente que no es opositor.

Y a una dirigencia nacional que no pelea por ganar elecciones hay que agregarle unos gobernadores que están casi en las mismas, es decir, temerosos o al menos muy precavidos ante las acciones que pudieran desatarse desde el Palacio Nacional.

¿O acaso los gobernadores de los estados donde este año el PRI perdió 8 gubernaturas fueron unos líderes que aportaron garra y estrategia para que sus candidatos los sucedieran?

En fin, eso ya pasó, dicen priistas…pero viene un problema mayor, cuando se enfrente el proceso para elegir presidente, senadores, diputados federales y a otros funcionarios, en 2024, y el Revolucionario Institucional no cuente con ningún gobernador.

¿Será posible eso?, pues sí, de acuerdo a lo que se aprecia en el tablero de la política nacional.

Al PRI le quedan cuatro gubernaturas, las de Oaxaca, Hidalgo, Coahuila y la del Estado de México. ¿En esos lugares, cuál ha sido el comportamiento de los gobernadores?, ¿alguno ha asumido el liderazgo que le hace falta al tricolor o han optado por llevársela tranquila con AMLO, como sucedió con sus 8 colegas que se van este año y le dejan a Morena la mesa puesta para retener la presidencia?

El próximo año habrá cambio en las gubernaturas de Oaxaca e Hidalgo y no se ve cómo el PRI pueda retenerlas.

En Hidalgo, donde gobierna Omar Fayad, el pasado 6 de junio el Movimiento de Regeneración Nacional ganó 14 de 18 diputaciones locales en disputa. Eran las que le importaban a Fayad, para dejar protección ante su próxima salida y no las pudo o no quiso ganarlas. ¿Cuál3 cree que vaya a ser el resultado en 2022?

En Oaxaca, dicen priistas, está al frente el gobernador del PRI más cercano a López Obrador. En los recientes comicios, los resultados fueron 51 alcaldías (de las de votación, no de las de usos y costumbres) para Morena y 31 para la alianza PRI-PAN-PRD. En lo que respecta a diputaciones, Morena se quedó con 19 y los aliados con 6.

Vaya usted lector dejando al PRI con solo dos gubernaturas después de las elecciones de 2022.

En 2023 cambiarán de gobernador en Coahuila y en el Estado de México, donde gobiernan Miguel Ángel Riquelme y Alfredo del Mazo, respectivamente.

Allá en el norte, en Coahuila, al PRI no le fue mal. Conservó 10 de los 16 municipios que gobernaba y a cambio de eso le arrebató varios a Morena y al PAN

Y en el Edomex le fue bien con las alcaldías, al triunfar el PRI, en alianza, en 50 de 125 ayuntamientos, en tanto Morena tendrá 30 alcaldes, 32 menos de los que tenía.

¿Pero Riquelme y Del Mazo tendrán las agallas para, un año antes de la elección presidencial, hacer todo lo que debe hacerse para retener para el PRI las gubernaturas de esas importantes entidades?