/ martes 28 de diciembre de 2021

Monreal y Dante, fuera de tiempo y de lugar

Parafraseando a los clásicos, la circunstancia vivida en los últimos días en nuestro estado nos hace recordar, querido lector.Aquella emblemática conferencia del economista y sociólogo Max Weber en 1919, pronunciada en Múnich ante la Libre Unión de Estudiantes de Baviera, donde presentaba uno de estos ensayos que luego integrarían su gran obra: El político y el científico, en donde destaca que la política como vocación, presenta dos tipos de políticos, o más bien dos formas de hacer política.

El sociólogo destacaba que se vive para la política o se vive de la política. Sin duda, los dos personajes que he indicado en el encabezado son los segundos, ellos viven de la política, son esas especies que se consideran males necesarios, o como lo he sostenido aquí, algunos padecen de manera crónico-degenerativa lo que he definido como el síndrome de María Estuardo. Pero volviendo al concepto original de Weber, palabras más palabras menos, decir que quien vive para la política hace de ello su vida, en un sentido de los más íntimo, se precia éticamente del sentido del poder que posee, encontrando en él un equilibrio y a su vez, tranquilidad de que tiene la conciencia de que la política le dio sentido a su vida a través del servicio, es decir, su vida está al servicio a algo, adaptándonos a nuestros días, ¿de quién?, de los más pobres, los más necesitados, de los que son motivo y fin de nuestra actual transformación, y por otro lado están este par de personajes, que viven de la política.

Max decía que esto se hacía a un nivel grosero, pues lo hacen en el nivel económico, ven la política como una profesión. Esto en la política deshumaniza la esencia, mistifica su sentido y hace que un político se encuentre absolutamente desfasado de tiempo y lugar. Aterricemos entonces la idea en el plano de nuestro estado. Ricardo Monreal, como senador de la República, tiene absolutamente todo el derecho de expresar su sentir e incluso discernir del movimiento en su esencia –como pasa todos los días en su persona–, lo que él no puede ni debe hacer es opinar tan irresponsablemente de la realidad de un estado como Veracruz, una por su evidente desconocimiento de la circunstancia de nuestro estado, que ha tenido en las últimas décadas una vergonzosa tradición de gobernadores que no han logrado establecer un gobierno a la altura de su ciudadanía y de la historia de Veracruz, mucho menos aun en el establecimiento de un Estado de derecho y la evolución o lucha contra la corrupción y la impunidad que carcomían al estado, no hablemos entonces ni siquiera de entes autónomos que jamás cumplieron con su deber, que era la procuración de justicia y la implantación del Estado de derecho. Hoy Veracruz es referente por el combate no solo en el discurso, sino en los hechos, de la lucha contra este terrible flagelo, además se ha establecido un auténtico Estado de derecho donde todos somos iguales ante la ley, sin embargo, al establecerse éste, por supuesto que la clase política que gozaba de privilegios tiene eventualmente que rendir cuentas a la justicia, y eso es lo que está pasando en nuestro estado, no hay presos políticos, hay políticos presos, porque cometieron ilícitos que dañaron al estado, a su gente y su futuro, por eso Monreal no debe ni puede opinar de lo que no ha vivido como ciudadano de nuestro estado, agregándole que dudo de su aparente desconocimiento, pues en el fondo lo mueven, tal vez, simpatías añejas que también le hicieron daño a nuestro estado. Todo esto lo coloca fuera de lugar, no sólo de Veracruz como estado, sino del propio movimiento. Lo que muchos ya sabemos, su estancia en él simula alianza, pero en realidad el verdadero Monreal es el que se expresó contra nuestro gobernador, sin saber que si hay alguien que ha honrado esta transformación es precisamente Cuitláhuac García Jiménez.

Por otro lado, volviendo al clásico alemán, igualmente en su obra El político y el científico, habla de la legitimidad con la que se debe poner orden en cualquier circunstancia de vida, es decir, sostenía que las ideas de legitimidad y su fundamentación son de trascendental importancia para estructurar un orden. Eso está ocurriendo en nuestro estado desde hace tres años, lo que coloca a Dante fuera de tiempo y sin autoridad moral para opinar de nuestro estado. Él no fue electo por el pueblo, recordemos que brinca al escaparate nacional tras el asesinato de Colosio, pues es de los primeros priistas que Ernesto Zedillo llamó a colaborar en su campaña y con quien el mismo Dante reconoció, años después, tener diferencias, no sin antes hacerse también célebre porque presuntamente las empresas cementeras que en su periodo de gobierno realizaron toda la obra pública tenían, según los expedientes de aquella época, estrecha relación con su persona, lo que le valió enfrentar a la “justicia” de aquella época y pasar un tiempo en Pacho Viejo, no soslayando que libró ser absuelto, pero pidió una indemnización por daño moral. Su tiempo fue distinto al que se vive actualmente en materia de impartición de justicia, está desfasado de la realidad.

¿Qué une a este par de personajes que viven esos tiempos a los que no queremos volver? Los une una clase política que estamos dejando atrás, una clase política que dañó a nuestro estado y que hoy está fuera de forma, porque vivimos en un Estado de derecho, y que si en algún momento su presencia importaba, era porque las circunstancias de tiempo y lugar se los permitían. Ese Veracruz de la ilegalidad, la corrupción y la impunidad ha quedado en el pasado. No, Dante. No, Monreal. Acá no vienen a enderezar jorobados y menos a dar indicaciones, aquí vienen a respetar la ley y quien tenga derechos que hacer valer, que los haga, pero dentro de la ley.

Diputado federal. Morena

Parafraseando a los clásicos, la circunstancia vivida en los últimos días en nuestro estado nos hace recordar, querido lector.Aquella emblemática conferencia del economista y sociólogo Max Weber en 1919, pronunciada en Múnich ante la Libre Unión de Estudiantes de Baviera, donde presentaba uno de estos ensayos que luego integrarían su gran obra: El político y el científico, en donde destaca que la política como vocación, presenta dos tipos de políticos, o más bien dos formas de hacer política.

El sociólogo destacaba que se vive para la política o se vive de la política. Sin duda, los dos personajes que he indicado en el encabezado son los segundos, ellos viven de la política, son esas especies que se consideran males necesarios, o como lo he sostenido aquí, algunos padecen de manera crónico-degenerativa lo que he definido como el síndrome de María Estuardo. Pero volviendo al concepto original de Weber, palabras más palabras menos, decir que quien vive para la política hace de ello su vida, en un sentido de los más íntimo, se precia éticamente del sentido del poder que posee, encontrando en él un equilibrio y a su vez, tranquilidad de que tiene la conciencia de que la política le dio sentido a su vida a través del servicio, es decir, su vida está al servicio a algo, adaptándonos a nuestros días, ¿de quién?, de los más pobres, los más necesitados, de los que son motivo y fin de nuestra actual transformación, y por otro lado están este par de personajes, que viven de la política.

Max decía que esto se hacía a un nivel grosero, pues lo hacen en el nivel económico, ven la política como una profesión. Esto en la política deshumaniza la esencia, mistifica su sentido y hace que un político se encuentre absolutamente desfasado de tiempo y lugar. Aterricemos entonces la idea en el plano de nuestro estado. Ricardo Monreal, como senador de la República, tiene absolutamente todo el derecho de expresar su sentir e incluso discernir del movimiento en su esencia –como pasa todos los días en su persona–, lo que él no puede ni debe hacer es opinar tan irresponsablemente de la realidad de un estado como Veracruz, una por su evidente desconocimiento de la circunstancia de nuestro estado, que ha tenido en las últimas décadas una vergonzosa tradición de gobernadores que no han logrado establecer un gobierno a la altura de su ciudadanía y de la historia de Veracruz, mucho menos aun en el establecimiento de un Estado de derecho y la evolución o lucha contra la corrupción y la impunidad que carcomían al estado, no hablemos entonces ni siquiera de entes autónomos que jamás cumplieron con su deber, que era la procuración de justicia y la implantación del Estado de derecho. Hoy Veracruz es referente por el combate no solo en el discurso, sino en los hechos, de la lucha contra este terrible flagelo, además se ha establecido un auténtico Estado de derecho donde todos somos iguales ante la ley, sin embargo, al establecerse éste, por supuesto que la clase política que gozaba de privilegios tiene eventualmente que rendir cuentas a la justicia, y eso es lo que está pasando en nuestro estado, no hay presos políticos, hay políticos presos, porque cometieron ilícitos que dañaron al estado, a su gente y su futuro, por eso Monreal no debe ni puede opinar de lo que no ha vivido como ciudadano de nuestro estado, agregándole que dudo de su aparente desconocimiento, pues en el fondo lo mueven, tal vez, simpatías añejas que también le hicieron daño a nuestro estado. Todo esto lo coloca fuera de lugar, no sólo de Veracruz como estado, sino del propio movimiento. Lo que muchos ya sabemos, su estancia en él simula alianza, pero en realidad el verdadero Monreal es el que se expresó contra nuestro gobernador, sin saber que si hay alguien que ha honrado esta transformación es precisamente Cuitláhuac García Jiménez.

Por otro lado, volviendo al clásico alemán, igualmente en su obra El político y el científico, habla de la legitimidad con la que se debe poner orden en cualquier circunstancia de vida, es decir, sostenía que las ideas de legitimidad y su fundamentación son de trascendental importancia para estructurar un orden. Eso está ocurriendo en nuestro estado desde hace tres años, lo que coloca a Dante fuera de tiempo y sin autoridad moral para opinar de nuestro estado. Él no fue electo por el pueblo, recordemos que brinca al escaparate nacional tras el asesinato de Colosio, pues es de los primeros priistas que Ernesto Zedillo llamó a colaborar en su campaña y con quien el mismo Dante reconoció, años después, tener diferencias, no sin antes hacerse también célebre porque presuntamente las empresas cementeras que en su periodo de gobierno realizaron toda la obra pública tenían, según los expedientes de aquella época, estrecha relación con su persona, lo que le valió enfrentar a la “justicia” de aquella época y pasar un tiempo en Pacho Viejo, no soslayando que libró ser absuelto, pero pidió una indemnización por daño moral. Su tiempo fue distinto al que se vive actualmente en materia de impartición de justicia, está desfasado de la realidad.

¿Qué une a este par de personajes que viven esos tiempos a los que no queremos volver? Los une una clase política que estamos dejando atrás, una clase política que dañó a nuestro estado y que hoy está fuera de forma, porque vivimos en un Estado de derecho, y que si en algún momento su presencia importaba, era porque las circunstancias de tiempo y lugar se los permitían. Ese Veracruz de la ilegalidad, la corrupción y la impunidad ha quedado en el pasado. No, Dante. No, Monreal. Acá no vienen a enderezar jorobados y menos a dar indicaciones, aquí vienen a respetar la ley y quien tenga derechos que hacer valer, que los haga, pero dentro de la ley.

Diputado federal. Morena