/ martes 29 de septiembre de 2020

Morena, a un paso de implosionar por su divisionismo rampante

El partido Morena se encamina al desfiladero para pulverizarse, tal como sucedió con su antecesor el PRD, que dividido en tribus acabó convertido en satélite del que fuera enemigo acérrimo de la izquierda mexicana: el Partido de Acción Nacional (PAN).

En la lucha por el poder se encuentran arriba del ring Yeidckol Polevnsky, quien fuera artífice fundamental en la promoción del voto para el triunfo de López Obrador y se perfilaba para seguir al frente de Morena; sin embargo, las tribus decidieron nombrar un interino, que resultó ser Alfonso Ramírez Cuellar, quien pretendiendo el cobro de viejas facturas lo primero que hizo fue acusar a Yeidckol de corrupción en el manejo de fondos partidarios durante su gestión, para lo cual la viene atosigando con “auditorías”.

En otra esquina del ring morenista aparecen Porfirio Muñoz Ledo, viejo amigo de AMLO (desde hace 35 años), quien con los guantes puestos y dispuesto a propinarle un nocaut a Mario Delgado no ha podido convencer al Presidente del error que cometerán con el pusilánime diputado Delgado si éste llega a ser designado, por el dedo mayor, presidente de Morena.

En una tercera esquina aparece Alejandro Rojas Díaz Duran, quien después de haber recorrido el país en busca de la dirigencia nacional de Morena, hoy decide retirarse de la contienda porque acepta que tienen fundamento y razón las imputaciones de corrupción por manejo ilegal de dinero por parte de Mario Delgado, hechas por Muñoz Ledo, y de plano descalifica a Bertha Luján, a Mario Delgado y a Yeidckol Polevnsky, proclamándose como el único “tres veces honesto” en la contienda, aún cuando se sabe que su jefe y patrocinador es el líder del Senado, Ricardo Monreal (quien tiene aspiraciones abiertas para relevar a AMLO).

Y no hay que perder de vista la audacia del “chiquitaje” que representa Gibrán Ramírez, en su ilusión por alcanzar el liderazgo del partido en el poder, pero faltándole al respeto a los grandes ideólogos iniciadores del Frente Democrático Nacional, encabezados por la maestra Ifigenia Martínez, Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo.

Seguramente llegará la primavera del 2021 y la pelea por la presidencia nacional de Morena continuará hasta pasada la jornada electoral, en donde las huestes de cada tribu morenista desgarrarán sus vestiduras por las cuotas de poder que les han financiado su sobrevivencia desde 1988.

El partido Morena se encamina al desfiladero para pulverizarse, tal como sucedió con su antecesor el PRD, que dividido en tribus acabó convertido en satélite del que fuera enemigo acérrimo de la izquierda mexicana: el Partido de Acción Nacional (PAN).

En la lucha por el poder se encuentran arriba del ring Yeidckol Polevnsky, quien fuera artífice fundamental en la promoción del voto para el triunfo de López Obrador y se perfilaba para seguir al frente de Morena; sin embargo, las tribus decidieron nombrar un interino, que resultó ser Alfonso Ramírez Cuellar, quien pretendiendo el cobro de viejas facturas lo primero que hizo fue acusar a Yeidckol de corrupción en el manejo de fondos partidarios durante su gestión, para lo cual la viene atosigando con “auditorías”.

En otra esquina del ring morenista aparecen Porfirio Muñoz Ledo, viejo amigo de AMLO (desde hace 35 años), quien con los guantes puestos y dispuesto a propinarle un nocaut a Mario Delgado no ha podido convencer al Presidente del error que cometerán con el pusilánime diputado Delgado si éste llega a ser designado, por el dedo mayor, presidente de Morena.

En una tercera esquina aparece Alejandro Rojas Díaz Duran, quien después de haber recorrido el país en busca de la dirigencia nacional de Morena, hoy decide retirarse de la contienda porque acepta que tienen fundamento y razón las imputaciones de corrupción por manejo ilegal de dinero por parte de Mario Delgado, hechas por Muñoz Ledo, y de plano descalifica a Bertha Luján, a Mario Delgado y a Yeidckol Polevnsky, proclamándose como el único “tres veces honesto” en la contienda, aún cuando se sabe que su jefe y patrocinador es el líder del Senado, Ricardo Monreal (quien tiene aspiraciones abiertas para relevar a AMLO).

Y no hay que perder de vista la audacia del “chiquitaje” que representa Gibrán Ramírez, en su ilusión por alcanzar el liderazgo del partido en el poder, pero faltándole al respeto a los grandes ideólogos iniciadores del Frente Democrático Nacional, encabezados por la maestra Ifigenia Martínez, Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo.

Seguramente llegará la primavera del 2021 y la pelea por la presidencia nacional de Morena continuará hasta pasada la jornada electoral, en donde las huestes de cada tribu morenista desgarrarán sus vestiduras por las cuotas de poder que les han financiado su sobrevivencia desde 1988.