/ miércoles 7 de noviembre de 2018

Morena debe verse en el espejo del PRI

En 2007 se dieron unos resultados sorprendentes en las elecciones locales de Veracruz. El PRI recuperó un gran número de alcaldías, incluidas las importantes, y ganó 28 de las 30 diputaciones en disputa.

Sorprendentes, porque tres años atrás apenas había podido ganar la gubernatura con una diferencia a su favor de 25 mil votos, nada en comparación con la votación total.

Fidel Herrera, con carrera política ascendente desde los inicios de los 70, que incluía varias diputaciones federales y una senaduría, apenas pudo ganarle a un novel Gerardo Buganza (respaldado esa vez por Miguel Ángel Yunes Linares), quien de una sindicatura brincó a la senaduría.

La tan poca diferencia de votos provocó que el PRI no sólo perdiera numerosos e importantes ayuntamientos, sino que por primera vez en la historia de Veracruz el control de la Legislatura pasó a manos de la oposición, en ese caso del Partido Acción Nacional.

Pero tres años después Fidel le dio la vuelta. Haciendo política todos los días, regalando dinero no sólo a grupos menesterosos sino a agrupaciones de gente rica, creando fundaciones, apoyándose en caciques, “enamorando” a diputados, alcaldes y líderes de oposición y dándoles rienda suelta y recursos a manos llenas a sus muchachos para que operaran electoralmente, el gobernador de ese entonces sorprendió con los resultados que logró en los comicios intermedios.

Recuperó los ayuntamientos de Veracruz y Orizaba, entre otros que parecían estar ya escriturados a favor del PAN y tiñó de rojo los distritos de Veracruz, al ganar 28 de las 30 diputaciones en juego. Tuvo así “el pinche poder” en sus manos.

Pero nada es eterno. Tres años después, con la misma maquinaria y mandando como candidato a la gubernatura a Javier Duarte, apenas pudo ganar con unos 80 mil votos de diferencia.

Ya sabemos cómo terminó esto. Duarte también consiguió buenos triunfos, pero no entendió que no siempre se gana y para el final de su mandato no pudo hacer ganar al PRI la gubernatura y luego se dio lo de su huida y encarcelamiento.

Empezó así el declive fuerte del Revolucionario Institucional hasta llegar a lo de este año, en que perdió otra vez la elección de gobernador y no ganó ni una sola diputación.

Hartaron al pueblo y el pueblo se cobró la factura de agravios con votos.

Los resultados de gobierno, para hoy

Aunque dicen y dicen bien que nadie escarmienta en cabeza ajena, los de Morena que están por tomar el poder (ya lo tienen en el Poder Legislativo) debieran verse a través del espejo de los priistas veracruzanos.

Los del tricolor llegaron a tener todo y lo perdieron todo en doce años.

Podrán señalar que no puede haber punto de comparación entre quienes llevaron a la sima al PRI en tierras jarochas (y a nivel nacional) y entre los que aseguran conducirán al país a la cuarta transformación.

Pero eso lo tendrán que demostrar no con el paso de los siguientes años, sino con el paso de los días por venir.

Se pusieron la vara muy alta y el pueblo espera que haya pronto resultados. Está harto, hastiado y enojado por la inseguridad, la corrupción y la mala economía que repercute en sus bolsillos.

Ya de promesas no quiere saber nada. Desea no ser extorsionado o secuestrado. Quiere comer mejor y tener trabajo. Y eso es para hoy, no para mañana.

En 2007 se dieron unos resultados sorprendentes en las elecciones locales de Veracruz. El PRI recuperó un gran número de alcaldías, incluidas las importantes, y ganó 28 de las 30 diputaciones en disputa.

Sorprendentes, porque tres años atrás apenas había podido ganar la gubernatura con una diferencia a su favor de 25 mil votos, nada en comparación con la votación total.

Fidel Herrera, con carrera política ascendente desde los inicios de los 70, que incluía varias diputaciones federales y una senaduría, apenas pudo ganarle a un novel Gerardo Buganza (respaldado esa vez por Miguel Ángel Yunes Linares), quien de una sindicatura brincó a la senaduría.

La tan poca diferencia de votos provocó que el PRI no sólo perdiera numerosos e importantes ayuntamientos, sino que por primera vez en la historia de Veracruz el control de la Legislatura pasó a manos de la oposición, en ese caso del Partido Acción Nacional.

Pero tres años después Fidel le dio la vuelta. Haciendo política todos los días, regalando dinero no sólo a grupos menesterosos sino a agrupaciones de gente rica, creando fundaciones, apoyándose en caciques, “enamorando” a diputados, alcaldes y líderes de oposición y dándoles rienda suelta y recursos a manos llenas a sus muchachos para que operaran electoralmente, el gobernador de ese entonces sorprendió con los resultados que logró en los comicios intermedios.

Recuperó los ayuntamientos de Veracruz y Orizaba, entre otros que parecían estar ya escriturados a favor del PAN y tiñó de rojo los distritos de Veracruz, al ganar 28 de las 30 diputaciones en juego. Tuvo así “el pinche poder” en sus manos.

Pero nada es eterno. Tres años después, con la misma maquinaria y mandando como candidato a la gubernatura a Javier Duarte, apenas pudo ganar con unos 80 mil votos de diferencia.

Ya sabemos cómo terminó esto. Duarte también consiguió buenos triunfos, pero no entendió que no siempre se gana y para el final de su mandato no pudo hacer ganar al PRI la gubernatura y luego se dio lo de su huida y encarcelamiento.

Empezó así el declive fuerte del Revolucionario Institucional hasta llegar a lo de este año, en que perdió otra vez la elección de gobernador y no ganó ni una sola diputación.

Hartaron al pueblo y el pueblo se cobró la factura de agravios con votos.

Los resultados de gobierno, para hoy

Aunque dicen y dicen bien que nadie escarmienta en cabeza ajena, los de Morena que están por tomar el poder (ya lo tienen en el Poder Legislativo) debieran verse a través del espejo de los priistas veracruzanos.

Los del tricolor llegaron a tener todo y lo perdieron todo en doce años.

Podrán señalar que no puede haber punto de comparación entre quienes llevaron a la sima al PRI en tierras jarochas (y a nivel nacional) y entre los que aseguran conducirán al país a la cuarta transformación.

Pero eso lo tendrán que demostrar no con el paso de los siguientes años, sino con el paso de los días por venir.

Se pusieron la vara muy alta y el pueblo espera que haya pronto resultados. Está harto, hastiado y enojado por la inseguridad, la corrupción y la mala economía que repercute en sus bolsillos.

Ya de promesas no quiere saber nada. Desea no ser extorsionado o secuestrado. Quiere comer mejor y tener trabajo. Y eso es para hoy, no para mañana.