/ jueves 22 de noviembre de 2018

Morena: gobernabilidad, barruntos de tormenta

¡Quiúboles! Una vez que cambien de sentido los colores de la banda presidencial, la Cuarta Transformación de AMLO habrá formalmente comenzado.

Sorprendente e inusual que un gobernante tenga la posibilidad de gobernar de manera plena, sin más limitaciones que su propio sentido común, cinco meses antes de poder ejercer el poder.

Entiendo y deseo que el presidente electo haya tomado buena nota y éste haya sido un tiempo de prueba y error, para que dé un mejor gobierno.

En cualquier caso, debe ser consciente de la suerte que tiene, porque al final del día, y ahí ya empezamos a entrar en el fondo de la cuestión, mientras no haya un cambio legal efectivo, en este momento lo que a él ha recibido es un bono democrático que le ha permitido aplicar y empezar a cumplir sus promesas. Se le ha otorgado la oportunidad de pagar el desgaste y probar, pensar y observar la situación de la sociedad mexicana sin tener todavía, ya no sólo formalmente, los atributos del poder sino tampoco los costos del poder.

El mundo se dirige hacia una peligrosa polarización. Existen muchas cosas que el presidente electo tiene que aclarar y definir en su ejercicio de poder, pero hay una que es básica y va a consolidar o entorpecer todo: la decisión de AMLO entre seguir adoptando una política orientada por la integración o, cómo se ha parecido ver últimamente, elegir una postura regida por la polarización.

Lo mejor que se le puede decir a AMLO es que convoque a una Asamblea Constituyente para cambiar el régimen, y lo que de verdad sería una Cuarta Transformación.

La base sociológica, con independencia de los instrumentos jurídicos, es fundamental.

La guerra contra los cárteles ha servido para disfrazar y ocultar la violencia engendrada por el fracaso social.

El presidente tiene que elegir y tiene que marcar claramente dos cosas. Primero, que su camino de cambio no pasa por la destrucción sistemática de las instituciones propuesta de un cambio de éstas.

Y, segundo, que la base desde la que busca lograr este cambio no es la de fomentar el enfrentamiento y la violencia, ya que tenemos mucha, sino de un ámbito de pacificación e integración.

La inseguridad es el mayor problema que tiene el país, es importante que se defina en torno a la súper secretaría de Seguridad Pública y la combinación de los distintos elementos con relación a las Fuerzas Armadas.

En suma, México y el mundo viven, colectivamente hablando, una gran crisis.

La crisis democrática ya es imposible aplazarla. AMLO es lo que Maquiavelo llamaría un "príncipe nuevo", es decir aquel que adquiere el poder "con armas propias y con virtud". Y bien harían tener en cuenta lo que Maquiavelo aconsejaba, en el sentido de que, no hay cosa más difícil de tratar, ni en la que éxito sea más dudoso o, ni más peligroso de manejar, que convertirse en responsable de la introducción de un nuevo orden político; porque todo innovador tiene como enemigos a cuantos el viejo orden benefició y como tibios defensores aquellos a los que nuevas leyes beneficiarían. No olvide el consejo del florentino que "quién crea que los nuevos beneficios hacen olvidar a los grandes hombres las viejas ofensas equivoca".

Que recuerde que "un príncipe nuevo es mucho más observado en sus acciones que uno hereditario" y recuerde que "a los hombres les interesan más las cosas presentes que las pasadas".

"Si los tiempos y las cosas cambian el gobernante se arruina porque no cambia su manera de proceder, porque habiendo siempre prosperado caminando por una vía no puede persuadirse de adaptarse de ella" (El Príncipe, cap. XXV).

En Morena se está viviendo un momento extraño. La presentación del paquete económico para el año próximo será decisiva para saber si se mantiene o se pierde la confianza de los mercados en el próximo gobierno. Hasta ahora, luego de un inicio de transición muy terso, se han acumulado reacciones negativas en unas pocas semanas que han terminado golpeando a la bolsa y al peso.

Dicen los que saben que los presupuestos son política condensada y es verdad; si el presupuesto para 2019 no cuadra o se hacen malabares financieros para alcanzar los números y financiar las altísimas inversiones y programas que quiere realizar el gobierno de AMLO (o si para ello se amplía dramáticamente el déficit) habrá consecuencias graves y de corto plazo.


¡Quiúboles! Una vez que cambien de sentido los colores de la banda presidencial, la Cuarta Transformación de AMLO habrá formalmente comenzado.

Sorprendente e inusual que un gobernante tenga la posibilidad de gobernar de manera plena, sin más limitaciones que su propio sentido común, cinco meses antes de poder ejercer el poder.

Entiendo y deseo que el presidente electo haya tomado buena nota y éste haya sido un tiempo de prueba y error, para que dé un mejor gobierno.

En cualquier caso, debe ser consciente de la suerte que tiene, porque al final del día, y ahí ya empezamos a entrar en el fondo de la cuestión, mientras no haya un cambio legal efectivo, en este momento lo que a él ha recibido es un bono democrático que le ha permitido aplicar y empezar a cumplir sus promesas. Se le ha otorgado la oportunidad de pagar el desgaste y probar, pensar y observar la situación de la sociedad mexicana sin tener todavía, ya no sólo formalmente, los atributos del poder sino tampoco los costos del poder.

El mundo se dirige hacia una peligrosa polarización. Existen muchas cosas que el presidente electo tiene que aclarar y definir en su ejercicio de poder, pero hay una que es básica y va a consolidar o entorpecer todo: la decisión de AMLO entre seguir adoptando una política orientada por la integración o, cómo se ha parecido ver últimamente, elegir una postura regida por la polarización.

Lo mejor que se le puede decir a AMLO es que convoque a una Asamblea Constituyente para cambiar el régimen, y lo que de verdad sería una Cuarta Transformación.

La base sociológica, con independencia de los instrumentos jurídicos, es fundamental.

La guerra contra los cárteles ha servido para disfrazar y ocultar la violencia engendrada por el fracaso social.

El presidente tiene que elegir y tiene que marcar claramente dos cosas. Primero, que su camino de cambio no pasa por la destrucción sistemática de las instituciones propuesta de un cambio de éstas.

Y, segundo, que la base desde la que busca lograr este cambio no es la de fomentar el enfrentamiento y la violencia, ya que tenemos mucha, sino de un ámbito de pacificación e integración.

La inseguridad es el mayor problema que tiene el país, es importante que se defina en torno a la súper secretaría de Seguridad Pública y la combinación de los distintos elementos con relación a las Fuerzas Armadas.

En suma, México y el mundo viven, colectivamente hablando, una gran crisis.

La crisis democrática ya es imposible aplazarla. AMLO es lo que Maquiavelo llamaría un "príncipe nuevo", es decir aquel que adquiere el poder "con armas propias y con virtud". Y bien harían tener en cuenta lo que Maquiavelo aconsejaba, en el sentido de que, no hay cosa más difícil de tratar, ni en la que éxito sea más dudoso o, ni más peligroso de manejar, que convertirse en responsable de la introducción de un nuevo orden político; porque todo innovador tiene como enemigos a cuantos el viejo orden benefició y como tibios defensores aquellos a los que nuevas leyes beneficiarían. No olvide el consejo del florentino que "quién crea que los nuevos beneficios hacen olvidar a los grandes hombres las viejas ofensas equivoca".

Que recuerde que "un príncipe nuevo es mucho más observado en sus acciones que uno hereditario" y recuerde que "a los hombres les interesan más las cosas presentes que las pasadas".

"Si los tiempos y las cosas cambian el gobernante se arruina porque no cambia su manera de proceder, porque habiendo siempre prosperado caminando por una vía no puede persuadirse de adaptarse de ella" (El Príncipe, cap. XXV).

En Morena se está viviendo un momento extraño. La presentación del paquete económico para el año próximo será decisiva para saber si se mantiene o se pierde la confianza de los mercados en el próximo gobierno. Hasta ahora, luego de un inicio de transición muy terso, se han acumulado reacciones negativas en unas pocas semanas que han terminado golpeando a la bolsa y al peso.

Dicen los que saben que los presupuestos son política condensada y es verdad; si el presupuesto para 2019 no cuadra o se hacen malabares financieros para alcanzar los números y financiar las altísimas inversiones y programas que quiere realizar el gobierno de AMLO (o si para ello se amplía dramáticamente el déficit) habrá consecuencias graves y de corto plazo.