/ domingo 24 de septiembre de 2023

Nacionalismo para todo México

Se ha pensado que ser nacionalista es ser gente con pensamiento de ultra derecha, un enviado del mal, un defensor del capitalismo a ultranza que a ver si tranza, pero la realidad es muy diferente cuando se aplica bajo principios y contextos del desarrollo nacionalista.

En el siglo XX y allá por los años cincuenta, fue la década donde comenzó un desarrollo y crecimiento vertiginoso de nuestra economía nacional, del grupo de países encabezados por los EE.UU, pero el adeudo retrasado para con los pueblos del tercer mundo ha sido el desarrollo y la inclusión paritaria de oportunidades de un crecimiento horizontal, no de el de una explotación verticalista, inusual y corruptiva en varios casos de los meros recursos naturales de países dependientes y en nada o en muy poco capitalizados, y así sin dinero cualquiera vende su alma barata y al mejor postor que le garantice cuando menos supervivencia.

Para entenderlo en una relación vertical en un matrimonio solo una persona trabaja, aporta, da, invierte en comida, vivienda, pago de servicios y demás, pero en una relación horizontal "ambos son los aportantes, con recursos de todo tipo". Defender el origen de nuestro nacimiento es en parte ser nacionalista, amar a la tierra que nos ha visto nacer, crecer, estudiar, trabajar, divertirnos, al tener identidades comunes y afines al grito de "Viva México".

Japón es el ejemplo más claro de una unidad nacionalista, es una enorme isla el territorio sobre el cual flota la nación nipona, y hubo un tiempo en que muchos productos de la llamada fayuca provenían de allá, un pueblo que ha sufrido y se ha levantado después de la peor derrota pasada la segunda guerra mundial. Japón entró al conflicto bélico por necesidades del “espacio vital”, en pocas palabras la falta de territorio era y es un enorme reto para ellos; del mismo modo habló Adolfo Hitler, quien al principio se anexo los países que más pudo, pero al haber tocado a Polonia se desató el conflicto a un nivel internacional, generando una lucha dispareja en los primeros 3 a 4 años de iniciada la deflagración más grande de toda nuestra historia; así el esfuerzo fue brutal para poder vencer a los llamados países del eje, que no era otra cosa más que una alianza combinada de intereses patrimoniales y de expansión territorial y sojuzgamiento de los pueblos adyacente al fascismo.

¿En México hay nacionalismo? Lo hay a medias, pero si debemos construir una conducta de unidad patria podemos empezar por defender nuestros patrimonios, el educativo, el cultural, el que se considera intangible, la productividad industrial y la reactivación agrícola del campo mexicano, pero al mismo tiempo el blindarnos ante los vende patrias o de aquellos extranjeros que en México ven un mero botín para saquearlo.

La nacionalización petrolera a iniciativa del presidente Lázaro Cárdenas es el ejemplo más digno de sobriedad nacionalista, así también el control de la CFE en tiempos del presidente Adolfo López Mateos, y el requerimiento para emanciparnos de las altas dependencias extranjeras y de cobro de intereses por la deuda externa, pasa por un mayor control de los abusos bancarios y el exceso de poder conferido a la banca extranjera que opera aquí en México; se ha dado un primer paso al respecto desde el más alto tribunal federal. Aún falta mucho, el poder del dinero a secas es un dolor de cabeza para las democracias, pero es la muerte de los pueblos cuando se radica una dictadura gobernante.


Se ha pensado que ser nacionalista es ser gente con pensamiento de ultra derecha, un enviado del mal, un defensor del capitalismo a ultranza que a ver si tranza, pero la realidad es muy diferente cuando se aplica bajo principios y contextos del desarrollo nacionalista.

En el siglo XX y allá por los años cincuenta, fue la década donde comenzó un desarrollo y crecimiento vertiginoso de nuestra economía nacional, del grupo de países encabezados por los EE.UU, pero el adeudo retrasado para con los pueblos del tercer mundo ha sido el desarrollo y la inclusión paritaria de oportunidades de un crecimiento horizontal, no de el de una explotación verticalista, inusual y corruptiva en varios casos de los meros recursos naturales de países dependientes y en nada o en muy poco capitalizados, y así sin dinero cualquiera vende su alma barata y al mejor postor que le garantice cuando menos supervivencia.

Para entenderlo en una relación vertical en un matrimonio solo una persona trabaja, aporta, da, invierte en comida, vivienda, pago de servicios y demás, pero en una relación horizontal "ambos son los aportantes, con recursos de todo tipo". Defender el origen de nuestro nacimiento es en parte ser nacionalista, amar a la tierra que nos ha visto nacer, crecer, estudiar, trabajar, divertirnos, al tener identidades comunes y afines al grito de "Viva México".

Japón es el ejemplo más claro de una unidad nacionalista, es una enorme isla el territorio sobre el cual flota la nación nipona, y hubo un tiempo en que muchos productos de la llamada fayuca provenían de allá, un pueblo que ha sufrido y se ha levantado después de la peor derrota pasada la segunda guerra mundial. Japón entró al conflicto bélico por necesidades del “espacio vital”, en pocas palabras la falta de territorio era y es un enorme reto para ellos; del mismo modo habló Adolfo Hitler, quien al principio se anexo los países que más pudo, pero al haber tocado a Polonia se desató el conflicto a un nivel internacional, generando una lucha dispareja en los primeros 3 a 4 años de iniciada la deflagración más grande de toda nuestra historia; así el esfuerzo fue brutal para poder vencer a los llamados países del eje, que no era otra cosa más que una alianza combinada de intereses patrimoniales y de expansión territorial y sojuzgamiento de los pueblos adyacente al fascismo.

¿En México hay nacionalismo? Lo hay a medias, pero si debemos construir una conducta de unidad patria podemos empezar por defender nuestros patrimonios, el educativo, el cultural, el que se considera intangible, la productividad industrial y la reactivación agrícola del campo mexicano, pero al mismo tiempo el blindarnos ante los vende patrias o de aquellos extranjeros que en México ven un mero botín para saquearlo.

La nacionalización petrolera a iniciativa del presidente Lázaro Cárdenas es el ejemplo más digno de sobriedad nacionalista, así también el control de la CFE en tiempos del presidente Adolfo López Mateos, y el requerimiento para emanciparnos de las altas dependencias extranjeras y de cobro de intereses por la deuda externa, pasa por un mayor control de los abusos bancarios y el exceso de poder conferido a la banca extranjera que opera aquí en México; se ha dado un primer paso al respecto desde el más alto tribunal federal. Aún falta mucho, el poder del dinero a secas es un dolor de cabeza para las democracias, pero es la muerte de los pueblos cuando se radica una dictadura gobernante.