Se ha pensado que ser nacionalista es ser gente con pensamiento de ultra derecha, un enviado del mal, un defensor del capitalismo a ultranza que a ver si tranza, pero la realidad es muy diferente cuando se aplica bajo principios y contextos del desarrollo nacionalista.
En el siglo XX y allá por los años cincuenta, fue la década donde comenzó un desarrollo y crecimiento vertiginoso de nuestra economía nacional, del grupo de países encabezados por los EE.UU, pero el adeudo retrasado para con los pueblos del tercer mundo ha sido el desarrollo y la inclusión paritaria de oportunidades de un crecimiento horizontal, no de el de una explotación verticalista, inusual y corruptiva en varios casos de los meros recursos naturales de países dependientes y en nada o en muy poco capitalizados, y así sin dinero cualquiera vende su alma barata y al mejor postor que le garantice cuando menos supervivencia.
Para entenderlo en una relación vertical en un matrimonio solo una persona trabaja, aporta, da, invierte en comida, vivienda, pago de servicios y demás, pero en una relación horizontal "ambos son los aportantes, con recursos de todo tipo". Defender el origen de nuestro nacimiento es en parte ser nacionalista, amar a la tierra que nos ha visto nacer, crecer, estudiar, trabajar, divertirnos, al tener identidades comunes y afines al grito de "Viva México".
Japón es el ejemplo más claro de una unidad nacionalista, es una enorme isla el territorio sobre el cual flota la nación nipona, y hubo un tiempo en que muchos productos de la llamada fayuca provenían de allá, un pueblo que ha sufrido y se ha levantado después de la peor derrota pasada la segunda guerra mundial. Japón entró al conflicto bélico por necesidades del “espacio vital”, en pocas palabras la falta de territorio era y es un enorme reto para ellos; del mismo modo habló Adolfo Hitler, quien al principio se anexo los países que más pudo, pero al haber tocado a Polonia se desató el conflicto a un nivel internacional, generando una lucha dispareja en los primeros 3 a 4 años de iniciada la deflagración más grande de toda nuestra historia; así el esfuerzo fue brutal para poder vencer a los llamados países del eje, que no era otra cosa más que una alianza combinada de intereses patrimoniales y de expansión territorial y sojuzgamiento de los pueblos adyacente al fascismo.
¿En México hay nacionalismo? Lo hay a medias, pero si debemos construir una conducta de unidad patria podemos empezar por defender nuestros patrimonios, el educativo, el cultural, el que se considera intangible, la productividad industrial y la reactivación agrícola del campo mexicano, pero al mismo tiempo el blindarnos ante los vende patrias o de aquellos extranjeros que en México ven un mero botín para saquearlo.
La nacionalización petrolera a iniciativa del presidente Lázaro Cárdenas es el ejemplo más digno de sobriedad nacionalista, así también el control de la CFE en tiempos del presidente Adolfo López Mateos, y el requerimiento para emanciparnos de las altas dependencias extranjeras y de cobro de intereses por la deuda externa, pasa por un mayor control de los abusos bancarios y el exceso de poder conferido a la banca extranjera que opera aquí en México; se ha dado un primer paso al respecto desde el más alto tribunal federal. Aún falta mucho, el poder del dinero a secas es un dolor de cabeza para las democracias, pero es la muerte de los pueblos cuando se radica una dictadura gobernante.