/ viernes 6 de diciembre de 2019

Nada puede con la usura de los bancos

En cualquier ciudad de la República Mexicana la escasez de dinero ha generado falta de liquidez y las operaciones de crédito activas han dejado al comercio y la industria sin los capitales necesarios para su funcionamiento y desarrollo.

Antes los bancos daban crédito a su clientela, poniendo a disposición del solicitante de una apertura de crédito, el dinero necesario para el financiamiento total o parcial de cualquier negocio, cumpliendo los mínimos requisitos.

Hoy en día, otorgar préstamos, efectuar descuento mediante líneas de crédito o expedir cartas de crédito a través de los bancos requiere previamente cumplir con requisitos imposibles para quien por carecer de efectivo, está arrodillándose ante un banco que le exige el depósito adelantado de lo que sería el mismo crédito. Es decir, el banco requiere al solicitante de crédito, primero que deposite una cantidad igual o mayor a la del crédito que solicita.

Lo anterior equivale a una interpretación torcida, equivocada, de lo que son las operaciones de crédito pasivas; ya que en este tipo de operaciones, el banco debe allegarse dinero de otros clientes, mediante depósitos o inversiones de capital, para colocarlos vía créditos y de los intereses cobrados, pagar sus ganancias a los inversionistas.

Algunos bancos también han quebrado por la competencia desleal con bancos extranjeros que disponen de dinero que proviene de otros países. Ejecutivos de bancos han comentado que la falta de liquidez obedece al cierre masivo de comercios que van desde supermercados hasta pequeños changarros, pues la falta de clientela, es decir, de compradores de los productos que ahí se expenden, entran en descomposición con el paso de los días o pasan de moda por la invasión de bienes producidos o manufacturados en Estados Unidos, China, Corea, Taiwán, por solo citar a unos cuantos.

Y mientras continúen centralizando el manejo financiero del dinero del gobierno o de los grandes corporativos, seguirá incrementándose el desempleo, la pobreza y la desesperación de quienes teniendo un pequeño capital, están sacando a remate los bienes disponibles, maquinaria y equipo de las empresas y los bienes inmuebles de personas físicas y morales que en lo que va del presente año, han visto quebrar sus finanzas.

No queda más que ajustarse el cinturón y cambiar el estilo de vida, abandonando los gastos superfluos y los derroches innecesarios.

En cualquier ciudad de la República Mexicana la escasez de dinero ha generado falta de liquidez y las operaciones de crédito activas han dejado al comercio y la industria sin los capitales necesarios para su funcionamiento y desarrollo.

Antes los bancos daban crédito a su clientela, poniendo a disposición del solicitante de una apertura de crédito, el dinero necesario para el financiamiento total o parcial de cualquier negocio, cumpliendo los mínimos requisitos.

Hoy en día, otorgar préstamos, efectuar descuento mediante líneas de crédito o expedir cartas de crédito a través de los bancos requiere previamente cumplir con requisitos imposibles para quien por carecer de efectivo, está arrodillándose ante un banco que le exige el depósito adelantado de lo que sería el mismo crédito. Es decir, el banco requiere al solicitante de crédito, primero que deposite una cantidad igual o mayor a la del crédito que solicita.

Lo anterior equivale a una interpretación torcida, equivocada, de lo que son las operaciones de crédito pasivas; ya que en este tipo de operaciones, el banco debe allegarse dinero de otros clientes, mediante depósitos o inversiones de capital, para colocarlos vía créditos y de los intereses cobrados, pagar sus ganancias a los inversionistas.

Algunos bancos también han quebrado por la competencia desleal con bancos extranjeros que disponen de dinero que proviene de otros países. Ejecutivos de bancos han comentado que la falta de liquidez obedece al cierre masivo de comercios que van desde supermercados hasta pequeños changarros, pues la falta de clientela, es decir, de compradores de los productos que ahí se expenden, entran en descomposición con el paso de los días o pasan de moda por la invasión de bienes producidos o manufacturados en Estados Unidos, China, Corea, Taiwán, por solo citar a unos cuantos.

Y mientras continúen centralizando el manejo financiero del dinero del gobierno o de los grandes corporativos, seguirá incrementándose el desempleo, la pobreza y la desesperación de quienes teniendo un pequeño capital, están sacando a remate los bienes disponibles, maquinaria y equipo de las empresas y los bienes inmuebles de personas físicas y morales que en lo que va del presente año, han visto quebrar sus finanzas.

No queda más que ajustarse el cinturón y cambiar el estilo de vida, abandonando los gastos superfluos y los derroches innecesarios.