/ martes 13 de marzo de 2018

No hay condiciones para “soltar al tigre”, gane quien gane la presidencia

Ya se inició el derrumbe del triunfo anticipado que venía festejando públicamente el líder de Morena, Andrés Manuel López Obrador. Como hace seis y 12 años, las inoportunas y desafiantes declaraciones, como la de “soltar al tigre” y la amenaza de “a ver quién lo amarra porque yo no pues yo me voy a Palenque”, constituyen un desafío que el gobierno está obligado a responder.

El secretario de Gobernación, Alfonso Navarrete Prida, debe responder a las amenazas de AMLO, pues es a quien compete la política interna y la operación y solución de conflictos, para hacer que prevalezcan vigentes las instituciones públicas y el estado de derecho.

Que recuerde el líder tabasqueño que las condiciones generadas por la protesta de Francisco I. Madero contra el último fraude electoral cometido por el general Porfirio Díaz en 1910 estaba aparejada del reclamo de tierras para los campesinos encabezado por el general Francisco Villa en el norte y por el caudillo Emiliano Zapata en el sur, además que los obreros eran vilmente explotados y sus reclamos acallados a sangre y fuego durante las huelgas de Cananea, Sonora y Río Blanco, Veracruz; y la población civil, fuera de la burguesía porfiriana, no tenía empleos ni acceso a los servicios de salud, a la educación pública, a viviendas dignas y al ejercicio de las libertades y derechos humanos, consagrados en la Constitución de 1857.

Parafraseando al líder de Morena, en 1910 “se soltó el tigre” al estallar la Revolución Mexicana, que dejó como saldo más de un millón de muertos y la pacificación se tardó cuatro décadas, para que México se convirtiera en un país de libertades, de instituciones y de leyes.

Ni en épocas recientes acciones como la represión del movimiento estudiantil del 68 o la masacre y desaparición de estudiantes con el “halconazo” de 1971 fueron suficientes para “soltar al tigre” y que el pueblo se insubordinara en contra del gobierno y de las instituciones públicas que, como dijo Andrés Manuel hace 12 años, “había que mandarlas al diablo” junto con las chachalacas escandalosas de hace seis años.

Si sigue bajando en las encuestas AMLO y pierde la siguiente elección, sucederá lo mismo que hace seis y hace 12 años, que también perdió, es decir no sucederá nada fuera de lo normal, pues el pueblo juicioso decidirá por quién emitir su voto y no será por un político bipolar que a la menor provocación pierde los estribos y aflora su personalidad pendenciera.

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Ya se inició el derrumbe del triunfo anticipado que venía festejando públicamente el líder de Morena, Andrés Manuel López Obrador. Como hace seis y 12 años, las inoportunas y desafiantes declaraciones, como la de “soltar al tigre” y la amenaza de “a ver quién lo amarra porque yo no pues yo me voy a Palenque”, constituyen un desafío que el gobierno está obligado a responder.

El secretario de Gobernación, Alfonso Navarrete Prida, debe responder a las amenazas de AMLO, pues es a quien compete la política interna y la operación y solución de conflictos, para hacer que prevalezcan vigentes las instituciones públicas y el estado de derecho.

Que recuerde el líder tabasqueño que las condiciones generadas por la protesta de Francisco I. Madero contra el último fraude electoral cometido por el general Porfirio Díaz en 1910 estaba aparejada del reclamo de tierras para los campesinos encabezado por el general Francisco Villa en el norte y por el caudillo Emiliano Zapata en el sur, además que los obreros eran vilmente explotados y sus reclamos acallados a sangre y fuego durante las huelgas de Cananea, Sonora y Río Blanco, Veracruz; y la población civil, fuera de la burguesía porfiriana, no tenía empleos ni acceso a los servicios de salud, a la educación pública, a viviendas dignas y al ejercicio de las libertades y derechos humanos, consagrados en la Constitución de 1857.

Parafraseando al líder de Morena, en 1910 “se soltó el tigre” al estallar la Revolución Mexicana, que dejó como saldo más de un millón de muertos y la pacificación se tardó cuatro décadas, para que México se convirtiera en un país de libertades, de instituciones y de leyes.

Ni en épocas recientes acciones como la represión del movimiento estudiantil del 68 o la masacre y desaparición de estudiantes con el “halconazo” de 1971 fueron suficientes para “soltar al tigre” y que el pueblo se insubordinara en contra del gobierno y de las instituciones públicas que, como dijo Andrés Manuel hace 12 años, “había que mandarlas al diablo” junto con las chachalacas escandalosas de hace seis años.

Si sigue bajando en las encuestas AMLO y pierde la siguiente elección, sucederá lo mismo que hace seis y hace 12 años, que también perdió, es decir no sucederá nada fuera de lo normal, pues el pueblo juicioso decidirá por quién emitir su voto y no será por un político bipolar que a la menor provocación pierde los estribos y aflora su personalidad pendenciera.

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