/ sábado 23 de noviembre de 2019

No hay que arrepentirse demasiado tarde de haber sido demasiado bueno

Mucho se ha difundido la política que en materia de seguridad ha implantado López Obrador; contenida en su multicitada expresión, de que es preferible prodigar “abrazos y no balazos”.

Con esa actitud no convence a la población y sobre todo a quienes han resultado agraviados por la criminalidad y han perdido a sus seres queridos, en medio de la impunidad que prohíja la corrupción judicial.

Todos los días y a toda hora, los espacios noticiosos dan cuenta de los hechos de sangre que con frialdad dejan muertos y heridos en zonas urbanas y rurales de las 32 entidades federativas. Los pobres resultados en la investigación y detención de los responsables, delincuentes detenidos y presentados ante jueces corruptos, amparados en el nuevo sistema penal acusatorio, logran su libertad por igual, homicidas, secuestradores, asaltantes y violadores (muchos de ellos reincidentes) que permanecen sin castigo y al margen de la ley.

En una de las conferencias mañaneras al inicio de esta semana, López Obrador reiteró que nadie lo va a convencer de ordenar a los cuerpos de seguridad y policía, repeler con armas de fuego la insurrección de quienes atentan en contra de las instituciones públicas y que tampoco van a responder con balas, los ataques de los ladrones de combustible (huachicoleros) o de asaltantes a mano armada que con el mayor descaro despojan a la gente de su dinero, alhajas llegando hasta la privación de la vida de indefensos ciudadanos.

Afirma AMLO que no repetirá los errores de Felipe Calderón y Peña Nieto, a quienes considera causantes de las muertes, desapariciones y ríos de sangre que corren por todo el país. Lo que no se ha informado por parte del Secretario de Seguridad Alfonso Durazo, es que las estadísticas del Consejo Nacional De Seguridad Pública, consignan otras cifras sin maquillaje, que atribuyen a este gobierno una mayor incidencia.

Con los malos resultados en materia de seguridad y combate a la criminalidad, el Secretario de Seguridad parece que se ocupa más de cuidar su imagen política para lograr la gubernatura de su natal Sonora, que de cumplir con las tareas de la Guardia Nacional que le fue encomendada por el Presidente de la República.

Ojalá que la frase célebre atribuida al Führer Adolf Hitler, no se cumpla; pues sería lamentable un arrepentimiento a destiempo, de haber sido demasiado bueno y no de acabar con el crimen organizado que crece día con día.

Mucho se ha difundido la política que en materia de seguridad ha implantado López Obrador; contenida en su multicitada expresión, de que es preferible prodigar “abrazos y no balazos”.

Con esa actitud no convence a la población y sobre todo a quienes han resultado agraviados por la criminalidad y han perdido a sus seres queridos, en medio de la impunidad que prohíja la corrupción judicial.

Todos los días y a toda hora, los espacios noticiosos dan cuenta de los hechos de sangre que con frialdad dejan muertos y heridos en zonas urbanas y rurales de las 32 entidades federativas. Los pobres resultados en la investigación y detención de los responsables, delincuentes detenidos y presentados ante jueces corruptos, amparados en el nuevo sistema penal acusatorio, logran su libertad por igual, homicidas, secuestradores, asaltantes y violadores (muchos de ellos reincidentes) que permanecen sin castigo y al margen de la ley.

En una de las conferencias mañaneras al inicio de esta semana, López Obrador reiteró que nadie lo va a convencer de ordenar a los cuerpos de seguridad y policía, repeler con armas de fuego la insurrección de quienes atentan en contra de las instituciones públicas y que tampoco van a responder con balas, los ataques de los ladrones de combustible (huachicoleros) o de asaltantes a mano armada que con el mayor descaro despojan a la gente de su dinero, alhajas llegando hasta la privación de la vida de indefensos ciudadanos.

Afirma AMLO que no repetirá los errores de Felipe Calderón y Peña Nieto, a quienes considera causantes de las muertes, desapariciones y ríos de sangre que corren por todo el país. Lo que no se ha informado por parte del Secretario de Seguridad Alfonso Durazo, es que las estadísticas del Consejo Nacional De Seguridad Pública, consignan otras cifras sin maquillaje, que atribuyen a este gobierno una mayor incidencia.

Con los malos resultados en materia de seguridad y combate a la criminalidad, el Secretario de Seguridad parece que se ocupa más de cuidar su imagen política para lograr la gubernatura de su natal Sonora, que de cumplir con las tareas de la Guardia Nacional que le fue encomendada por el Presidente de la República.

Ojalá que la frase célebre atribuida al Führer Adolf Hitler, no se cumpla; pues sería lamentable un arrepentimiento a destiempo, de haber sido demasiado bueno y no de acabar con el crimen organizado que crece día con día.