/ viernes 9 de noviembre de 2018

No mentir, no robar y no traicionar al pueblo. AMLO

Mentir significa decir deliberadamente lo contrario de lo que se sabe, se cree o se piensa que es verdad, con el fin de engañar a alguien. Por ejemplo, hacer promesas en campaña, que los electores escuchan de los candidatos a los puestos de elección popular, y que cuando llegan a ganar, simplemente responden que están imposibilitados para cumplir “lo prometido” y que por consiguiente el ofrecimiento quedará pendiente, toda vez que nadie está obligado a lo imposible.

Así que, trátese de quien se trate, el que dice mentiras será un mentiroso. Maquiavelo, en su obra El Príncipe, afirmaba sobre la existencia de aquellos príncipes acostumbrados a mentir, que comprometían su futuro y que lograban siempre encontrar a personas creyentes de sus palabras y terminaban decepcionando a su gente, porque la mentira dura hasta que el engañado descubre la verdad y todo lo logrado por el mentiroso, se le revierte.

Por tanto, la doctrina de AMLO de no mentir, tiene un alto significado de moral política, de ética para todos sus seguidores; porque todos confían en sus promesas de campaña y esperan que se cumplan a cabalidad ya que finalmente López Obrador resulta ser el gobernante; el líder que tanto han buscado los mexicanos, decepcionados por el actuar del Gobierno de la República, que termina haciendo todo lo contrario de lo que fueron promesas de campaña.

Sobre la consigna de no robar, la gente espera que el presidente electo y todos sus colaboradores, se despojen del ánimo de lucro en el ejercicio de la función pública y que no pretendan utilizar violencia, intimidación o la fuerza pública para lograr despojar o quitar al pueblo, todo o parte de su patrimonio. Con excepción de los funcionarios que han desviado recursos públicos para su provecho personal.

Y esto incluye también a la hacienda pública, que a través del cobro de impuestos, cada día más, resultan confiscatorios, al grado de despojar de sus vehículos y viviendas a los contribuyentes morosos, decepcionados por la conocida frase de: para qué pagar impuestos que se roban funcionarios ladrones.

Sería una traición al pueblo, castigarlo con la fuerza pública y reprimiéndolo con fiscales, jueces y tribunales de consigna, que impidan el desarrollo pleno de la capacidad y personalidad de la gente. Es por ello que la esperanza de quienes votaron por AMLO, se sustenta el credo político de López Obrador, de no mentir, no robar y no traicionar al pueblo.


Mentir significa decir deliberadamente lo contrario de lo que se sabe, se cree o se piensa que es verdad, con el fin de engañar a alguien. Por ejemplo, hacer promesas en campaña, que los electores escuchan de los candidatos a los puestos de elección popular, y que cuando llegan a ganar, simplemente responden que están imposibilitados para cumplir “lo prometido” y que por consiguiente el ofrecimiento quedará pendiente, toda vez que nadie está obligado a lo imposible.

Así que, trátese de quien se trate, el que dice mentiras será un mentiroso. Maquiavelo, en su obra El Príncipe, afirmaba sobre la existencia de aquellos príncipes acostumbrados a mentir, que comprometían su futuro y que lograban siempre encontrar a personas creyentes de sus palabras y terminaban decepcionando a su gente, porque la mentira dura hasta que el engañado descubre la verdad y todo lo logrado por el mentiroso, se le revierte.

Por tanto, la doctrina de AMLO de no mentir, tiene un alto significado de moral política, de ética para todos sus seguidores; porque todos confían en sus promesas de campaña y esperan que se cumplan a cabalidad ya que finalmente López Obrador resulta ser el gobernante; el líder que tanto han buscado los mexicanos, decepcionados por el actuar del Gobierno de la República, que termina haciendo todo lo contrario de lo que fueron promesas de campaña.

Sobre la consigna de no robar, la gente espera que el presidente electo y todos sus colaboradores, se despojen del ánimo de lucro en el ejercicio de la función pública y que no pretendan utilizar violencia, intimidación o la fuerza pública para lograr despojar o quitar al pueblo, todo o parte de su patrimonio. Con excepción de los funcionarios que han desviado recursos públicos para su provecho personal.

Y esto incluye también a la hacienda pública, que a través del cobro de impuestos, cada día más, resultan confiscatorios, al grado de despojar de sus vehículos y viviendas a los contribuyentes morosos, decepcionados por la conocida frase de: para qué pagar impuestos que se roban funcionarios ladrones.

Sería una traición al pueblo, castigarlo con la fuerza pública y reprimiéndolo con fiscales, jueces y tribunales de consigna, que impidan el desarrollo pleno de la capacidad y personalidad de la gente. Es por ello que la esperanza de quienes votaron por AMLO, se sustenta el credo político de López Obrador, de no mentir, no robar y no traicionar al pueblo.