/ lunes 1 de marzo de 2021

No provocar más división y violencia

El contraste entre los pasajeros del vuelo comercial de Aeroméxico, que transportó el domingo pasado al presidente López Obrador y a ciudadanos enardecidos en contra de su gobierno, no tiene parangón, por más que los “4Tes” quieran minimizar el incidente, puesto que para cualquier persona a la que se le recuerde su progenitora (de forma soez) significa un repudio directo, por las razones que sean.

La sorpresa del Ejecutivo federal le provocó una falsa sonrisa nerviosa, como respuesta a los insultos de sus compañeros de viaje, quedándose con el agravio, que seguramente repercutió contra su staff de seguridad, como generalmente ocurre entre la clase política gobernante.

Anécdotas del ingenio popular mexicano hay muchas y generalmente surgen después de terminado el periodo del personaje “buleado”, aunque ahora el hartazgo de los opositores afloró en el segundo mes del tercer año de un mal gobierno.

Qué pronto se le ha ido perdiendo el respeto a quien representa la institución presidencial, aunque muchos afirman que la razón es el hecho de haber dado lugar a los dimes y diretes que se vierten todo el día en las conferencias mañaneras. Así como resultan favorables las conferencias mañaneras para promover una imagen pública, también contribuyen al desgaste de la figura de quien detenta el mayor poder político del país y por ello mismo del personaje impedido para responder cualquier provocación ciudadana.

El día de ayer se dio una supuesta intromisión de un desconocido ilustre que irrumpió “inesperadamente y por la fuerza” hasta el salón ocupado por el presidente y la prensa, para la transmisión de la respectiva conferencia mañanera; nadie cree que se trate de un espontáneo, que sorprendió y burló a la guardia presidencial, que con su vida debe garantizar la figura intacta del presidente de los Estados Unidos Mexicanos.

Ha quedado claro que al líder tabasqueño no le resultó aplicar la vieja conseja maquiavélica de “divide y vencerás”, porque la polarización que ha logrado entre los mexicanos, marcando una gran distancia entre “fifís y chairos, conservadores y liberales”, ha radicalizado la contienda política, generando un clima de violencia que nadie quiere por el bien de la patria.

El contraste entre los pasajeros del vuelo comercial de Aeroméxico, que transportó el domingo pasado al presidente López Obrador y a ciudadanos enardecidos en contra de su gobierno, no tiene parangón, por más que los “4Tes” quieran minimizar el incidente, puesto que para cualquier persona a la que se le recuerde su progenitora (de forma soez) significa un repudio directo, por las razones que sean.

La sorpresa del Ejecutivo federal le provocó una falsa sonrisa nerviosa, como respuesta a los insultos de sus compañeros de viaje, quedándose con el agravio, que seguramente repercutió contra su staff de seguridad, como generalmente ocurre entre la clase política gobernante.

Anécdotas del ingenio popular mexicano hay muchas y generalmente surgen después de terminado el periodo del personaje “buleado”, aunque ahora el hartazgo de los opositores afloró en el segundo mes del tercer año de un mal gobierno.

Qué pronto se le ha ido perdiendo el respeto a quien representa la institución presidencial, aunque muchos afirman que la razón es el hecho de haber dado lugar a los dimes y diretes que se vierten todo el día en las conferencias mañaneras. Así como resultan favorables las conferencias mañaneras para promover una imagen pública, también contribuyen al desgaste de la figura de quien detenta el mayor poder político del país y por ello mismo del personaje impedido para responder cualquier provocación ciudadana.

El día de ayer se dio una supuesta intromisión de un desconocido ilustre que irrumpió “inesperadamente y por la fuerza” hasta el salón ocupado por el presidente y la prensa, para la transmisión de la respectiva conferencia mañanera; nadie cree que se trate de un espontáneo, que sorprendió y burló a la guardia presidencial, que con su vida debe garantizar la figura intacta del presidente de los Estados Unidos Mexicanos.

Ha quedado claro que al líder tabasqueño no le resultó aplicar la vieja conseja maquiavélica de “divide y vencerás”, porque la polarización que ha logrado entre los mexicanos, marcando una gran distancia entre “fifís y chairos, conservadores y liberales”, ha radicalizado la contienda política, generando un clima de violencia que nadie quiere por el bien de la patria.