/ jueves 6 de enero de 2022

Nuestras realidades alternas

Las realidades alternas son todas aquellas que parten de un deseo o ilusión en el fondo del ser humano; se basan en la creencia, el mito, se redundan en la fe y se materializan en los hechos.

Podemos tener ilusiones, fantasías y pensamientos que pudieran parecer a simple vista como cosas irreales, pero la trascendencia de sostener un sistema alternativo de pensamiento es demasiado real, pudiendo beneficiar al ser humano ante las vicisitudes contemporáneas.

El adulto, el anciano, el que ya no está entre nosotros vive y cada cual tiene una cauda vivencial que se basa en su formación en la infancia, la pubertad y hasta entrado el período que va de los 20 a los 30 años de edad. Radica en el pensamiento, el cual da vida a lo inverosímil, e incluso en las tradiciones populares que no mueren ni morirán siempre y cuando se les recuerde y active en nuestra conciencia cognitiva o de pensamiento. ¿Qué quiero decir con esto? Que aquello que sustentamos como un sistema valorativo de creencias se convierte en nuestra realidad, la gente no da su vida a veces por cuestiones tangibles, vivimos y luchamos por nuestras ideas, hemos sido formados en la pletórica consistencia de una alegría superlativa, ejercida como un poder de la intención de nuestros actos, pensamientos e ilusiones que nos sostienen con la esperanza de vivir el ahora, trascender la materialidad y todo ello con el más profundo sentimiento de inmortalidad, después de todo es eso lo que nos promete el cristianismo y otras religiones basadas en la indestructibilidad del ser humano a través del ser espiritual.

Gente que se la pasa en sus credos todo el tiempo no son, en mi concepto, personas espirituales, sino seres rencorosos y llenos de un ego dañino que proyectan para verse bien ante los demás. No lo son todos, sí lo son las personas con tremendos impactos de egotismo o el afán de hablar de sí mismos, en un sentimiento exagerado de la propia personalidad.

Una ilusión y tradición compartida por muchos es el Día de Reyes, pero hay mucha gente que no cree en tales asuntos, se los impide su egotismo, el exhibicionismo y el hecho de ser fundamentalistas de sus credos o razones acuñadas a conveniencia. He analizado algunas sectas religiosas e invariablemente el dogma es un principio de alienación de los adeptos. Dios no quiere fanáticos, él es una potencia más allá de nuestro propio egotismo. Si vamos por obsequios del Día de Reyes, hacemos bien en conservar la tradición, en obsequiar a los menores un presente, un regalo para su bienestar. En mi vida fui un niño muy afortunado en los presentes que me dieron mis padres, padrinos, madrinas, tíos y tías, abuelas y abuelos, e incluso amigos de mi familia, lo que incentivó mi ánimo, mi alegría, pues iba por el camino de ser hijo único.

Mis realidades alternas en la infancia se basaron también en la lectura de cuentos de hadas, de clásicos griegos como Perseo, la Ilíada, Medusa, el Ciclope, pero también en varias otras lecturas como “Rosas de la infancia”, de la escritora coatepecana María Enriqueta, y tuve un salto al vacío que impulsó más mi realidad alterna al leer a León Tolstói, Fiódor Dostoyevski, Máximo Gorki y varios más que eran parte de la biblioteca de mi padre. Ello reveló en mi persona mi realidad alterna, me abrió a ser un pequeño declamador, un futuro lector y un ciudadano del presente. Siga su intuición y preservemos las tradiciones de siempre.

Las realidades alternas son todas aquellas que parten de un deseo o ilusión en el fondo del ser humano; se basan en la creencia, el mito, se redundan en la fe y se materializan en los hechos.

Podemos tener ilusiones, fantasías y pensamientos que pudieran parecer a simple vista como cosas irreales, pero la trascendencia de sostener un sistema alternativo de pensamiento es demasiado real, pudiendo beneficiar al ser humano ante las vicisitudes contemporáneas.

El adulto, el anciano, el que ya no está entre nosotros vive y cada cual tiene una cauda vivencial que se basa en su formación en la infancia, la pubertad y hasta entrado el período que va de los 20 a los 30 años de edad. Radica en el pensamiento, el cual da vida a lo inverosímil, e incluso en las tradiciones populares que no mueren ni morirán siempre y cuando se les recuerde y active en nuestra conciencia cognitiva o de pensamiento. ¿Qué quiero decir con esto? Que aquello que sustentamos como un sistema valorativo de creencias se convierte en nuestra realidad, la gente no da su vida a veces por cuestiones tangibles, vivimos y luchamos por nuestras ideas, hemos sido formados en la pletórica consistencia de una alegría superlativa, ejercida como un poder de la intención de nuestros actos, pensamientos e ilusiones que nos sostienen con la esperanza de vivir el ahora, trascender la materialidad y todo ello con el más profundo sentimiento de inmortalidad, después de todo es eso lo que nos promete el cristianismo y otras religiones basadas en la indestructibilidad del ser humano a través del ser espiritual.

Gente que se la pasa en sus credos todo el tiempo no son, en mi concepto, personas espirituales, sino seres rencorosos y llenos de un ego dañino que proyectan para verse bien ante los demás. No lo son todos, sí lo son las personas con tremendos impactos de egotismo o el afán de hablar de sí mismos, en un sentimiento exagerado de la propia personalidad.

Una ilusión y tradición compartida por muchos es el Día de Reyes, pero hay mucha gente que no cree en tales asuntos, se los impide su egotismo, el exhibicionismo y el hecho de ser fundamentalistas de sus credos o razones acuñadas a conveniencia. He analizado algunas sectas religiosas e invariablemente el dogma es un principio de alienación de los adeptos. Dios no quiere fanáticos, él es una potencia más allá de nuestro propio egotismo. Si vamos por obsequios del Día de Reyes, hacemos bien en conservar la tradición, en obsequiar a los menores un presente, un regalo para su bienestar. En mi vida fui un niño muy afortunado en los presentes que me dieron mis padres, padrinos, madrinas, tíos y tías, abuelas y abuelos, e incluso amigos de mi familia, lo que incentivó mi ánimo, mi alegría, pues iba por el camino de ser hijo único.

Mis realidades alternas en la infancia se basaron también en la lectura de cuentos de hadas, de clásicos griegos como Perseo, la Ilíada, Medusa, el Ciclope, pero también en varias otras lecturas como “Rosas de la infancia”, de la escritora coatepecana María Enriqueta, y tuve un salto al vacío que impulsó más mi realidad alterna al leer a León Tolstói, Fiódor Dostoyevski, Máximo Gorki y varios más que eran parte de la biblioteca de mi padre. Ello reveló en mi persona mi realidad alterna, me abrió a ser un pequeño declamador, un futuro lector y un ciudadano del presente. Siga su intuición y preservemos las tradiciones de siempre.