/ lunes 10 de diciembre de 2018

Obras y seguridad, no pleitos ni palabras

Los dimes y diretes desatados por la permanencia aún de Jorge Winckler como fiscal general de Veracruz deberían cesar para dar paso a otras cuestiones de importancia.

La discusión por la polémica de que si el fiscal debe irse o permanecer ha subido de tono y está por convertirse en una batalla en la que sólo predominarían los insultos. Además, se ha prolongado innecesariamente.

El nuevo gobierno, representado en este caso por el secretario de Gobierno, Éric Patrocinio Cisneros, dijo ya todo lo que tenía que decir (incluido el me canso ganso), resumido en que el fiscal debe dejar el cargo por inepto y por coludirse para dejar libres a los duartistas.

Así que entre más diga y no se vaya Winckler sólo conseguirá desgastarse. Ya no son necesarias más palabras, ahora, a pasar a los hechos: mañana, la próxima semana o cuando se pueda ese funcionario tendría que irse. Porque si no se va… para qué les digo.

Pero decíamos al principio que la palabrería debe cesar para dar paso a cuestiones de importancia.

Una de ellas, el presupuesto a ejercerse en 2019. Por la deuda heredada desde la época de Fidel Herrera (convertida en una carga aplastante por Javier Duarte), los más de 100 mil millones de que se dispondrán para el próximo año resultan no ser mucho, pues buena parte del dinero se va en pagar a los bancos.

Pero hay que ver cómo piensa invertir el dinero el gobierno de Cuitláhuac en obras, educación, salud, seguridad y el campo, entre otras prioridades.

Todo hace suponer que Cuitláhuac recibirá el respaldo de la Federación pasa salir de los apuros que representan las quincenas adelantadas y aguinaldos a pagarse en estos días y en la primera semana de enero. No es cualquier cosa pagar eso; la Tesorería quedará temblando.

Pero a la gente no le importa, pues reclama obras y servicios.

Por eso votaron por Morena

En Veracruz en julio pasado la gente votó como nunca a favor de un partido. Se volcó por López Obrador y de paso por sus candidatos a gobernador, senadores y diputados.

Creyó y cree que al votar y hacer ganar a un presidente y a un gobernador del mismo partido, distinto a los que ya nos habían gobernado, las cosas marcharían mejor.

Creen y quieren que haya respaldo para Veracruz. Quieren ver obras y empleos. No desean pleitos, exigen hechos positivos.

Los veracruzanos también demandan seguridad. Es cierto que el gobernador, en campaña, no se comprometió a bajar los índices de inseguridad en seis meses ni en un año. Pidió más tiempo, pero la situación no da para tanto.

Los asesinatos, asaltos, extorsiones y secuestros siguen. No se han detenido sólo porque hay nuevas autoridades.

El secretario de Seguridad Pública tiene que empezar a dar resultados porque en las regiones de Córdoba, Orizaba, Coatzacoalcos, Minatitlán, Acayucan, Cosamaloapan, Veracruz, Costa Esmeralda y Pánuco, por citar algunas, quieren seguridad desde ahora, no para el próximo año.

En fin, obras son amores y no buenas razones… ni buenos pleitos.

Los dimes y diretes desatados por la permanencia aún de Jorge Winckler como fiscal general de Veracruz deberían cesar para dar paso a otras cuestiones de importancia.

La discusión por la polémica de que si el fiscal debe irse o permanecer ha subido de tono y está por convertirse en una batalla en la que sólo predominarían los insultos. Además, se ha prolongado innecesariamente.

El nuevo gobierno, representado en este caso por el secretario de Gobierno, Éric Patrocinio Cisneros, dijo ya todo lo que tenía que decir (incluido el me canso ganso), resumido en que el fiscal debe dejar el cargo por inepto y por coludirse para dejar libres a los duartistas.

Así que entre más diga y no se vaya Winckler sólo conseguirá desgastarse. Ya no son necesarias más palabras, ahora, a pasar a los hechos: mañana, la próxima semana o cuando se pueda ese funcionario tendría que irse. Porque si no se va… para qué les digo.

Pero decíamos al principio que la palabrería debe cesar para dar paso a cuestiones de importancia.

Una de ellas, el presupuesto a ejercerse en 2019. Por la deuda heredada desde la época de Fidel Herrera (convertida en una carga aplastante por Javier Duarte), los más de 100 mil millones de que se dispondrán para el próximo año resultan no ser mucho, pues buena parte del dinero se va en pagar a los bancos.

Pero hay que ver cómo piensa invertir el dinero el gobierno de Cuitláhuac en obras, educación, salud, seguridad y el campo, entre otras prioridades.

Todo hace suponer que Cuitláhuac recibirá el respaldo de la Federación pasa salir de los apuros que representan las quincenas adelantadas y aguinaldos a pagarse en estos días y en la primera semana de enero. No es cualquier cosa pagar eso; la Tesorería quedará temblando.

Pero a la gente no le importa, pues reclama obras y servicios.

Por eso votaron por Morena

En Veracruz en julio pasado la gente votó como nunca a favor de un partido. Se volcó por López Obrador y de paso por sus candidatos a gobernador, senadores y diputados.

Creyó y cree que al votar y hacer ganar a un presidente y a un gobernador del mismo partido, distinto a los que ya nos habían gobernado, las cosas marcharían mejor.

Creen y quieren que haya respaldo para Veracruz. Quieren ver obras y empleos. No desean pleitos, exigen hechos positivos.

Los veracruzanos también demandan seguridad. Es cierto que el gobernador, en campaña, no se comprometió a bajar los índices de inseguridad en seis meses ni en un año. Pidió más tiempo, pero la situación no da para tanto.

Los asesinatos, asaltos, extorsiones y secuestros siguen. No se han detenido sólo porque hay nuevas autoridades.

El secretario de Seguridad Pública tiene que empezar a dar resultados porque en las regiones de Córdoba, Orizaba, Coatzacoalcos, Minatitlán, Acayucan, Cosamaloapan, Veracruz, Costa Esmeralda y Pánuco, por citar algunas, quieren seguridad desde ahora, no para el próximo año.

En fin, obras son amores y no buenas razones… ni buenos pleitos.