/ viernes 7 de septiembre de 2018

Paradigma educativo emergente

La educación sigue siendo un tema vigente. Tiene una actualidad en tensión; es una cuestión de vital importancia.

Como ha pasado en otros asuntos, la educación tampoco se ha salvado de la terrible atención a lo periférico y el vergonzoso descuido de lo esencial. Muchos gustan atender el ropaje descuidando el contenido, esto también ha tocado dolorosamente la educación. Nos hemos ido tras las quimeras, adormecidos por el canto de lo superficial y no hemos tocado lo más íntimo del ejercicio educativo.

Para que una propuesta educativa toque, al menos, lo fundamental del ser humano no debe perder de vista el proceso gradual de maduración, conviene que la educación se dedique a las cuestiones que el ser humano va necesitando en cada etapa del proceso de desarrollo natural.

Educación básica, en este momento inicial del aprendizaje es importante que los estudiantes resuelvan la gran pregunta que les inquieta, ¿quién soy yo?, ¿qué siento?, ¿por qué actúo de esta manera? La educación básica debe corresponder con la etapa antropológica; que cada alumno se atreva a sintonizar con él mismo, con sus afectos, con su ser y su esencia, para despertar en él, el vivo deseo de amar, de ser libre, de ser espontáneo, de sentirse y vibrarse en cada acontecimiento. De vivir profundamente enamorado de la vida. En la educación básica atendemos lo superficial cuando nos inquieta que el alumno escriba con la menor cantidad de faltas de ortografía sin saber quién es él. Podemos generar prestidigitadores de las palabras, pero insensibles a sí mismos.

Educación secundaria, una vez que se ha resuelto ¿quién se es?, brota el interés por el ¿qué hacer? Si ya he resuelto quién soy ahora me inquieta el para qué estoy aquí, y con ello, el interés de lograr que mi breve estancia en este mundo pueda ser vivida con sentido; que haya valido la pena estar aquí. El error contra-natura es llenar a los alumnos de datos sobre las cosas que deben hacer sin haberse antes enamorado de su vida.

Educación permanente, los seres humanos vivimos en una fascinante tensión, la que nos permite estar siempre en un proceso de autoeducación, por eso la educación no termina con títulos ni cédulas; la educación termina con la vida. En este sentido la educación permanente consiste en resolver ¿cómo relacionarme?, es la parte sociológica de la educación. Cuánta salud se ofrece al salir al encuentro de los otros después de haberme encontrado conmigo mismo.


La educación sigue siendo un tema vigente. Tiene una actualidad en tensión; es una cuestión de vital importancia.

Como ha pasado en otros asuntos, la educación tampoco se ha salvado de la terrible atención a lo periférico y el vergonzoso descuido de lo esencial. Muchos gustan atender el ropaje descuidando el contenido, esto también ha tocado dolorosamente la educación. Nos hemos ido tras las quimeras, adormecidos por el canto de lo superficial y no hemos tocado lo más íntimo del ejercicio educativo.

Para que una propuesta educativa toque, al menos, lo fundamental del ser humano no debe perder de vista el proceso gradual de maduración, conviene que la educación se dedique a las cuestiones que el ser humano va necesitando en cada etapa del proceso de desarrollo natural.

Educación básica, en este momento inicial del aprendizaje es importante que los estudiantes resuelvan la gran pregunta que les inquieta, ¿quién soy yo?, ¿qué siento?, ¿por qué actúo de esta manera? La educación básica debe corresponder con la etapa antropológica; que cada alumno se atreva a sintonizar con él mismo, con sus afectos, con su ser y su esencia, para despertar en él, el vivo deseo de amar, de ser libre, de ser espontáneo, de sentirse y vibrarse en cada acontecimiento. De vivir profundamente enamorado de la vida. En la educación básica atendemos lo superficial cuando nos inquieta que el alumno escriba con la menor cantidad de faltas de ortografía sin saber quién es él. Podemos generar prestidigitadores de las palabras, pero insensibles a sí mismos.

Educación secundaria, una vez que se ha resuelto ¿quién se es?, brota el interés por el ¿qué hacer? Si ya he resuelto quién soy ahora me inquieta el para qué estoy aquí, y con ello, el interés de lograr que mi breve estancia en este mundo pueda ser vivida con sentido; que haya valido la pena estar aquí. El error contra-natura es llenar a los alumnos de datos sobre las cosas que deben hacer sin haberse antes enamorado de su vida.

Educación permanente, los seres humanos vivimos en una fascinante tensión, la que nos permite estar siempre en un proceso de autoeducación, por eso la educación no termina con títulos ni cédulas; la educación termina con la vida. En este sentido la educación permanente consiste en resolver ¿cómo relacionarme?, es la parte sociológica de la educación. Cuánta salud se ofrece al salir al encuentro de los otros después de haberme encontrado conmigo mismo.