/ martes 5 de octubre de 2021

Pasará

A Arturo Quezada, por su partida.

Cuenta Milena Busquets que un día, un poderoso emperador convocó a las personas más sabias de su reino. Científicos, maestros, filósofos, artistas. Les hizo una encomienda: acuñar una frase corta, profunda, útil para todas las situaciones posibles y para siempre.

Tras meses, llegaron con la respuesta:

—También esto pasará.

Era una advertencia y un consuelo.

La advertencia: quien solo conoce el éxito, termina por creer que es infinito. Se aleja del piso, como un papalote sin cuerda que se pierde en el viento.

Por eso el fracaso, a menudo, enseña más que la más rotunda victoria.

No hay, en la vida, triunfos permanentes ni alegrías que no terminen.

La buena fortuna, hay que recordarlo siempre, pasará.

De ahí la advertencia.

Pero la frase es también un consuelo: uno que se abre camino en la densa oscuridad.

Vale la pena recordarla en este tiempo áspero: en donde la enfermedad nos ha conducido al confinamiento, a la soledad, a la prueba dura de ser felices con aquello próximo que nos rodea.

Nuestra vida cambió. Y lo hizo para siempre.

Ser feliz depende de uno mismo. Mirando hacia adentro y estrechando a quienes nos acompañan en el camino. Ser feliz depende de uno, pero hay que ser feliz con los demás, jamás para ni a costa de ellos.

Estos días oscuros nos alejan de la esperanza: por la violencia y la decepción.

Por la injusticia que nos muerde o la sinrazón que nos gobierna. Por la locura de encontrarse, a golpe de lluvia o de sismo, con el patrimonio evaporado. Por la vida que se va.

No importa como estemos hoy. Recordemos que siempre, tarde o temprano, también esto pasará.

@fvazquezrig

A Arturo Quezada, por su partida.

Cuenta Milena Busquets que un día, un poderoso emperador convocó a las personas más sabias de su reino. Científicos, maestros, filósofos, artistas. Les hizo una encomienda: acuñar una frase corta, profunda, útil para todas las situaciones posibles y para siempre.

Tras meses, llegaron con la respuesta:

—También esto pasará.

Era una advertencia y un consuelo.

La advertencia: quien solo conoce el éxito, termina por creer que es infinito. Se aleja del piso, como un papalote sin cuerda que se pierde en el viento.

Por eso el fracaso, a menudo, enseña más que la más rotunda victoria.

No hay, en la vida, triunfos permanentes ni alegrías que no terminen.

La buena fortuna, hay que recordarlo siempre, pasará.

De ahí la advertencia.

Pero la frase es también un consuelo: uno que se abre camino en la densa oscuridad.

Vale la pena recordarla en este tiempo áspero: en donde la enfermedad nos ha conducido al confinamiento, a la soledad, a la prueba dura de ser felices con aquello próximo que nos rodea.

Nuestra vida cambió. Y lo hizo para siempre.

Ser feliz depende de uno mismo. Mirando hacia adentro y estrechando a quienes nos acompañan en el camino. Ser feliz depende de uno, pero hay que ser feliz con los demás, jamás para ni a costa de ellos.

Estos días oscuros nos alejan de la esperanza: por la violencia y la decepción.

Por la injusticia que nos muerde o la sinrazón que nos gobierna. Por la locura de encontrarse, a golpe de lluvia o de sismo, con el patrimonio evaporado. Por la vida que se va.

No importa como estemos hoy. Recordemos que siempre, tarde o temprano, también esto pasará.

@fvazquezrig