/ lunes 1 de marzo de 2021

Pemex, el barril sin fondo a cargo de los mexicanos

Cerramos la semana pasada con información del propio gobierno federal que la paraestatal petrolera reportó en 2020 una pérdida neta de 480 mil 966 millones de pesos, cifra 38.2 por ciento mayor a la pérdida reportada en el 2019.

Pero esto no parece captar la atención del presidente de la República, que continúa con su “plan del gobierno” para rescatar una empresa que vive la peor crisis de la historia y desde hace casi tres años comenzó su situación en picada.

El director de Pemex, Octavio Romero, el agrónomo que al parecer solo cosecha pérdidas, le echó la culpa a la pandemia de causar estragos en la economía mundial, y ésta llegó a la empresa que dirige. No pongo en duda su teoría, pero desde antes de este virus la petrolera ya traía a cuestas una fuerte crisis financiera.

Calificadoras y expertos en la materia ya pronosticaban que Pemex no tenía salvación, por estar casi en bancarrota, por tener una deuda mucho mayor a sus ingresos. Tan solo el año pasado la producción de crudo tocó su peor nivel en 40 años; las refinerías no obtuvieron ni un 50 por ciento de la capacidad de utilización y sus ventas se desplomaron.

Y lo peor de todo esto es que Andrés Manuel López Obrador sigue obstinado en “fortalecer la soberanía” de Pemex y CFE, que en la actualidad tienen un boquete financiero evidente y por más que le invierta todo el capital posible para salvarlas, sus números día con día revelan lo contrario.

Sus caprichos como el aeropuerto, una refinería que nació hundida, un tren que ya es un proyecto fallido, ya no son su única responsabilidad, aunque él siga insistiendo en culpar al pasado. Hoy los números de Pemex están insalvables, es una entidad quebrada, la paraestatal está muriendo y nadie le avisa al presidente.

AMLO no razona o no quiere entender que es momento de invertir en energía solar y eólica, por ser las más rentables, económicas, limpias y funcionales. Pero él voltea la mirada ante los resultados que se dan al cierre de 2020, donde muestran que Pemex navega a la deriva y se convierte en un lastre con una deuda de 110 mil millones de dólares.

Esto parece ser una nimiedad para la 4T, que le sigue dando recursos a la paraestatal. El viernes pasado Pemex recibió del gobierno federal 32 mil millones de pesos, que serán utilizados para el pago de amortizaciones de deuda de largo plazo, además el presidente decretó una reducción de la carga fiscal de la petrolera por hasta 73 mil 280 millones de pesos.

La entrega de dicho recurso que este gobierno da a Pemex está dirigido a la obcecación del presidente y su “soberanía energética”. Pese al desastre operativo y financiero de ambas empresas estatales, Andrés Manuel sigue afianzando una reforma energética por un “monopolio” que se le desvanece y que ahora solo vive en la memoria de los mexicanos: la época dorada que vivió Pemex y CFE.

Sin duda, los mexicanos seguimos echando el dinero a un barril sin fondo, “ayudando” a una paraestatal que solo es ideología del presidente, estamos pagando por un falso rescate, en vez de ocupar ese recurso para la salud, educación, seguridad y las vacunas que tanto hacen falta, pero seguimos tirando el dinero a una bolsa rota que se llama Pemex.

Estamos llegando a un punto donde Petróleos Mexicanos cada día es más insostenible y no solo financieramente, hoy tenemos de frente a una de las empresas más endeudadas de todo el mundo y este gobierno no quiere entender que no se puede resucitar a un muerto por el capricho de una persona que juega con el futuro de 130 millones de mexicanos.

Senador del PAN por Veracruz

Cerramos la semana pasada con información del propio gobierno federal que la paraestatal petrolera reportó en 2020 una pérdida neta de 480 mil 966 millones de pesos, cifra 38.2 por ciento mayor a la pérdida reportada en el 2019.

Pero esto no parece captar la atención del presidente de la República, que continúa con su “plan del gobierno” para rescatar una empresa que vive la peor crisis de la historia y desde hace casi tres años comenzó su situación en picada.

El director de Pemex, Octavio Romero, el agrónomo que al parecer solo cosecha pérdidas, le echó la culpa a la pandemia de causar estragos en la economía mundial, y ésta llegó a la empresa que dirige. No pongo en duda su teoría, pero desde antes de este virus la petrolera ya traía a cuestas una fuerte crisis financiera.

Calificadoras y expertos en la materia ya pronosticaban que Pemex no tenía salvación, por estar casi en bancarrota, por tener una deuda mucho mayor a sus ingresos. Tan solo el año pasado la producción de crudo tocó su peor nivel en 40 años; las refinerías no obtuvieron ni un 50 por ciento de la capacidad de utilización y sus ventas se desplomaron.

Y lo peor de todo esto es que Andrés Manuel López Obrador sigue obstinado en “fortalecer la soberanía” de Pemex y CFE, que en la actualidad tienen un boquete financiero evidente y por más que le invierta todo el capital posible para salvarlas, sus números día con día revelan lo contrario.

Sus caprichos como el aeropuerto, una refinería que nació hundida, un tren que ya es un proyecto fallido, ya no son su única responsabilidad, aunque él siga insistiendo en culpar al pasado. Hoy los números de Pemex están insalvables, es una entidad quebrada, la paraestatal está muriendo y nadie le avisa al presidente.

AMLO no razona o no quiere entender que es momento de invertir en energía solar y eólica, por ser las más rentables, económicas, limpias y funcionales. Pero él voltea la mirada ante los resultados que se dan al cierre de 2020, donde muestran que Pemex navega a la deriva y se convierte en un lastre con una deuda de 110 mil millones de dólares.

Esto parece ser una nimiedad para la 4T, que le sigue dando recursos a la paraestatal. El viernes pasado Pemex recibió del gobierno federal 32 mil millones de pesos, que serán utilizados para el pago de amortizaciones de deuda de largo plazo, además el presidente decretó una reducción de la carga fiscal de la petrolera por hasta 73 mil 280 millones de pesos.

La entrega de dicho recurso que este gobierno da a Pemex está dirigido a la obcecación del presidente y su “soberanía energética”. Pese al desastre operativo y financiero de ambas empresas estatales, Andrés Manuel sigue afianzando una reforma energética por un “monopolio” que se le desvanece y que ahora solo vive en la memoria de los mexicanos: la época dorada que vivió Pemex y CFE.

Sin duda, los mexicanos seguimos echando el dinero a un barril sin fondo, “ayudando” a una paraestatal que solo es ideología del presidente, estamos pagando por un falso rescate, en vez de ocupar ese recurso para la salud, educación, seguridad y las vacunas que tanto hacen falta, pero seguimos tirando el dinero a una bolsa rota que se llama Pemex.

Estamos llegando a un punto donde Petróleos Mexicanos cada día es más insostenible y no solo financieramente, hoy tenemos de frente a una de las empresas más endeudadas de todo el mundo y este gobierno no quiere entender que no se puede resucitar a un muerto por el capricho de una persona que juega con el futuro de 130 millones de mexicanos.

Senador del PAN por Veracruz