/ domingo 5 de julio de 2020

Políticas compensatorias para estudiantes indígenas

Como ya sabemos la emergencia sanitaria por el Covid-19 ocasionó la suspensión de clases presenciales y, en el caso de la educación básica, el ciclo escolar continúo con lecciones en línea. Los cambios que experimentaron los niños y niñas ante el contexto impactarán en su aprendizaje, particularmente para aquellos menores que en sus casas no tuvieron conexión a internet y sus padres no cuentan con los conocimientos o disponibilidad de tiempo para acompañarlos en el proceso de aprendizaje.

En un análisis que presenta infobae especifica que “es bueno tener un programa de educación a distancia, es loable, aplaudible, es recomendable, pero no es suficiente”, declara Rafael de Hoyos, economista de la Unidad de Educación para América Latina y el Caribe del Banco Mundial y cofundador de Xaber, cuyo estudio Pronosticando el bienestar individual a través de resultados de evaluaciones señala el impacto de la pandemia en educación básica.

Si el problema es grave a nivel nacional, ¿qué sucede con los municipios de población indígena de Veracruz? En 2019 la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas señaló que en la entidad el rezago educativo es alto con 33.4 a nivel nacional; el primer lugar a nivel estatal lo tiene Mixtla de Altamirano, donde el 49.2 por ciento de sus más de 11 mil habitantes son analfabetas; le sigue Tehuipango, el 46.3 por ciento de su población de más de 26 mil habitantes es analfabeta. En Ilamatlán el 38 por ciento de sus más de 13 mil habitantes no sabe leer y escribir y el 54.4 por ciento de su población vive en pobreza extrema.

A los anteriores se suman Texcatepec, Soledad Atzompa, Mecayapan, Soteapan, Coahuitlán, Astacinga, Filomeno Mata, Chumatlán, Soteapan y Mecatlán: “Sí han sido los pueblos originarios, son los más descuidados en términos de alfabetización y se agrava, sobre todo en aquellos lugares en donde las condiciones geográficas impiden el acceso a los servicios”, comentan directivos del IVEA.

A la gravedad del problema hereditario del rezago ahora se agregan las condiciones que vivieron estudiantes y docentes de educación básica, en general, y los indígenas, en particular. Luis Petersen Farah, quien cita a Lizette González Martínez, experta en innovación educativa, señala: dieron respuesta con lo que tuvieron a la mano “durante el encierro por el Covid-19, en las instituciones de educación quedaron más claras las diferencias de contextos y las diferencias en los perfiles de sus profesores y sus estudiantes”. A lo que se sumó la enorme dificultad de no poder dar respuesta a las particularidades de los programas educativos.

Mirian Colin, especialista en problemas de aprendizaje, explica:

“En muchas escuelas primarias y secundarias, la tecnología llegó a cartelones pegados en la reja, a tareas en grupos de WhatsApp o a fotografías puestas en Facebook. En otras partes, el trabajo escolar se disminuyó a casi nada, porque hay sectores poblacionales -cuya condición económica es inestable- que no tienen ni para el saldo del celular. O utilizaron el WhatsApp, que era lo más económico, e hicieron grupos para encargar tareas y con eso se dieron por concluidos el ciclo escolar de junio y la función escolar”.

Rafael de Hoyos expresa: “No discuto la calidad y contenidos de Aprende en Casa, pero aunque sea el mejor del mundo, esos 10 millones de chavos en educación básica no se están beneficiando, porque no tienen las condiciones mínimas; tenemos que empezar a pensar desde ya en políticas compensatorias”. Dentro de esos 10 millones -de alto riesgo- están los estudiantes de población indígena, que sumado a su pobreza y marginación tuvieron que hacer frente a decisiones emergentes de la Secretaría de Educación.

Las autoridades educativas de Veracruz deberán implementar un programa compensatorio para la población indígena de educación básica y evitar mayores consecuencias para los alumnos que afecten su rendimiento académico futuro; el estudio del economista De Hoyos puntualiza que en la presente generación que concluyó la primaria, donde los alumnos perdieron alrededor de 60 días efectivos de clase, disminuirá la tasa de graduación cuando culminen la secundaria, pasará de 88.8 a 85.8%. Y también existirán efectos colaterales cuando concluyan la preparatoria.

El impacto real dependerá de las condiciones a las que se enfrenta cada alumno en su casa, en la escuela y la comunidad. De ahí la necesidad de hacer una evaluación sobre los logros y fallas en las comunidades indígenas, buscar alternativas innovadoras y darle un mayor seguimiento y acompañamiento a los servicios educativos cuando las clases se regularicen.

Como ya sabemos la emergencia sanitaria por el Covid-19 ocasionó la suspensión de clases presenciales y, en el caso de la educación básica, el ciclo escolar continúo con lecciones en línea. Los cambios que experimentaron los niños y niñas ante el contexto impactarán en su aprendizaje, particularmente para aquellos menores que en sus casas no tuvieron conexión a internet y sus padres no cuentan con los conocimientos o disponibilidad de tiempo para acompañarlos en el proceso de aprendizaje.

En un análisis que presenta infobae especifica que “es bueno tener un programa de educación a distancia, es loable, aplaudible, es recomendable, pero no es suficiente”, declara Rafael de Hoyos, economista de la Unidad de Educación para América Latina y el Caribe del Banco Mundial y cofundador de Xaber, cuyo estudio Pronosticando el bienestar individual a través de resultados de evaluaciones señala el impacto de la pandemia en educación básica.

Si el problema es grave a nivel nacional, ¿qué sucede con los municipios de población indígena de Veracruz? En 2019 la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas señaló que en la entidad el rezago educativo es alto con 33.4 a nivel nacional; el primer lugar a nivel estatal lo tiene Mixtla de Altamirano, donde el 49.2 por ciento de sus más de 11 mil habitantes son analfabetas; le sigue Tehuipango, el 46.3 por ciento de su población de más de 26 mil habitantes es analfabeta. En Ilamatlán el 38 por ciento de sus más de 13 mil habitantes no sabe leer y escribir y el 54.4 por ciento de su población vive en pobreza extrema.

A los anteriores se suman Texcatepec, Soledad Atzompa, Mecayapan, Soteapan, Coahuitlán, Astacinga, Filomeno Mata, Chumatlán, Soteapan y Mecatlán: “Sí han sido los pueblos originarios, son los más descuidados en términos de alfabetización y se agrava, sobre todo en aquellos lugares en donde las condiciones geográficas impiden el acceso a los servicios”, comentan directivos del IVEA.

A la gravedad del problema hereditario del rezago ahora se agregan las condiciones que vivieron estudiantes y docentes de educación básica, en general, y los indígenas, en particular. Luis Petersen Farah, quien cita a Lizette González Martínez, experta en innovación educativa, señala: dieron respuesta con lo que tuvieron a la mano “durante el encierro por el Covid-19, en las instituciones de educación quedaron más claras las diferencias de contextos y las diferencias en los perfiles de sus profesores y sus estudiantes”. A lo que se sumó la enorme dificultad de no poder dar respuesta a las particularidades de los programas educativos.

Mirian Colin, especialista en problemas de aprendizaje, explica:

“En muchas escuelas primarias y secundarias, la tecnología llegó a cartelones pegados en la reja, a tareas en grupos de WhatsApp o a fotografías puestas en Facebook. En otras partes, el trabajo escolar se disminuyó a casi nada, porque hay sectores poblacionales -cuya condición económica es inestable- que no tienen ni para el saldo del celular. O utilizaron el WhatsApp, que era lo más económico, e hicieron grupos para encargar tareas y con eso se dieron por concluidos el ciclo escolar de junio y la función escolar”.

Rafael de Hoyos expresa: “No discuto la calidad y contenidos de Aprende en Casa, pero aunque sea el mejor del mundo, esos 10 millones de chavos en educación básica no se están beneficiando, porque no tienen las condiciones mínimas; tenemos que empezar a pensar desde ya en políticas compensatorias”. Dentro de esos 10 millones -de alto riesgo- están los estudiantes de población indígena, que sumado a su pobreza y marginación tuvieron que hacer frente a decisiones emergentes de la Secretaría de Educación.

Las autoridades educativas de Veracruz deberán implementar un programa compensatorio para la población indígena de educación básica y evitar mayores consecuencias para los alumnos que afecten su rendimiento académico futuro; el estudio del economista De Hoyos puntualiza que en la presente generación que concluyó la primaria, donde los alumnos perdieron alrededor de 60 días efectivos de clase, disminuirá la tasa de graduación cuando culminen la secundaria, pasará de 88.8 a 85.8%. Y también existirán efectos colaterales cuando concluyan la preparatoria.

El impacto real dependerá de las condiciones a las que se enfrenta cada alumno en su casa, en la escuela y la comunidad. De ahí la necesidad de hacer una evaluación sobre los logros y fallas en las comunidades indígenas, buscar alternativas innovadoras y darle un mayor seguimiento y acompañamiento a los servicios educativos cuando las clases se regularicen.