/ domingo 23 de enero de 2022

político que se hizo un cateterismo… y murió

La salud -lo repite el pueblo porque es una verdad- es lo más importe para cualquier persona y hay actividades en las que tener buena salud es la diferencia entre sobresalir y dar buenos resultados o fracasar y hundir a muchos.

Ejemplo de esto son los políticos. Toda persona que se dedica a eso sabe que tener buena salud es fundamental para ir escalando en los cargos.

Ni a sus jefes ni a los votantes les agradan los enfermizos, por eso un político profesional cuida al extremo su salud y no le gusta que cuando enferma, así sea una simple gripa, trascienda.

He conocido a políticos que tienen como uno de sus activos la salud y se protegen de todo. No se exponen, cuidan lo que comen y beben, están muy fuertes y saludables. También he conocido a descuidados, a los que no les importa y su condición física es mala.

De ambos bandos han sobresalido, pues la salud, lo precisamos, no es el único factor para triunfar, pero cuenta de manera importante. Pero es más probable que alguien que se cuida sobresalga, que alguien que no lo hace. De estos últimos deben ser brillantes para llegar a las grandes ligas, de lo contario muchos se quedarán en la medianía o de plano avanzarán muy poco.

También está claro que entre más importante sea el cargo de los políticos, más deben cuidarse, pues sus responsabilidades tendrán efecto en un mayor número de personas.

Si un regidor pierde su salud al grado de tener que abandonar el puesto, pues lo lamentará ese edil, su familia y sus amistades, pero el suplente entrará a relevarlo y en el Ayuntamiento todo seguirá en marcha. Si un gobernador se ve en ese caso, podría afectar a todo un estado. Y si es a nivel de presidente, puede desestabilizar y dañar a un país entero.

Lógicamente decimos esto por lo que pasa con el presidente López Obrador, quien al mediodía del viernes se dijo que entró al Hospital Central Militar para un chequeo de rutina y por la noche se informó que le habían realizado un cateterismo cardiaco.

Antes de continuar directamente con este tema, brevemente referiré lo que le pasó a un político veracruzano que logró el éxito en su región.

Jesús de la Torre, siendo alcalde de Martínez de la Torre (ya había sido diputado), de la noche a la mañana comunicó a algunas personas que lo iban a operar en el Centro de Especialidades Médicas de Xalapa.

Uno de sus amigos le reclamó por esa decisión y le pidió posponer la intervención quirúrgica.

-Oye Chuy, pero cómo vas a hacer eso. Tienes dinero, eres alcalde, espérate y vete a operar a la Ciudad de México o a Houston. Si ahorita no tienes efectivo, yo te presto mi tarjeta, pero no hagas eso.

-No te preocupes. El médico me dijo que mañana en la mañana me opera para hacerme un cateterismo cardiaco y que pasado mañana ya podré estar despachando, contestó el alcalde.

-No hagas eso Chuy, le insistió el amigo.

-No te preocupes, me dice el médico que es algo muy sencillo.

El alcalde y su amigo nunca volvieron a hablar y no porque el edil se haya enojado. No. Fue porque murió en la operación.

Narrando esto no se demerita al personal del CEM. Se cuenta para resaltar que toda operación es peligrosa y que no estar bien de salud puede llevar a esos riesgos.

El Presidente dice que no le pasará nada, que terminará su mandato, pero que si algo le llegara a suceder, ya tiene hecho su testamento político, para que no haya problema.

¿Se imagina usted qué pasaría en México si el presidente López Obrador llega a morir en pleno mandato?

Y se pregunta esto no solo por la polarización que existe entre sus seguidores y los opositores, sino por las muestras de fuerte división que se han dado entre los propios morenistas al pelear gubernaturas y diputaciones y cómo se golpean ante la adelantada sucesión.

El Presidente, con sus 68 años de intensa vida, la adrenalina que ha corrido por su cuerpo tras las derrotas del 2006 y 2012, tras las fuertes protestas que ha encabezado, las presiones a las que estuvo sometido cuando fue jefe de Gobierno del DF, el infarto al miocardio sufrido en 2013, el ritmo de trabajo que se ha impuesto desde hace muchos años y las tensiones que sufre todo presidente, lo que tiene que hacer es cuidar su salud, por él y por la estabilidad de México, que en la situación política en la que está lo menos que debe tener es un jefe del Poder Ejecutivo retirado por motivos de falta de salud.

La salud -lo repite el pueblo porque es una verdad- es lo más importe para cualquier persona y hay actividades en las que tener buena salud es la diferencia entre sobresalir y dar buenos resultados o fracasar y hundir a muchos.

Ejemplo de esto son los políticos. Toda persona que se dedica a eso sabe que tener buena salud es fundamental para ir escalando en los cargos.

Ni a sus jefes ni a los votantes les agradan los enfermizos, por eso un político profesional cuida al extremo su salud y no le gusta que cuando enferma, así sea una simple gripa, trascienda.

He conocido a políticos que tienen como uno de sus activos la salud y se protegen de todo. No se exponen, cuidan lo que comen y beben, están muy fuertes y saludables. También he conocido a descuidados, a los que no les importa y su condición física es mala.

De ambos bandos han sobresalido, pues la salud, lo precisamos, no es el único factor para triunfar, pero cuenta de manera importante. Pero es más probable que alguien que se cuida sobresalga, que alguien que no lo hace. De estos últimos deben ser brillantes para llegar a las grandes ligas, de lo contario muchos se quedarán en la medianía o de plano avanzarán muy poco.

También está claro que entre más importante sea el cargo de los políticos, más deben cuidarse, pues sus responsabilidades tendrán efecto en un mayor número de personas.

Si un regidor pierde su salud al grado de tener que abandonar el puesto, pues lo lamentará ese edil, su familia y sus amistades, pero el suplente entrará a relevarlo y en el Ayuntamiento todo seguirá en marcha. Si un gobernador se ve en ese caso, podría afectar a todo un estado. Y si es a nivel de presidente, puede desestabilizar y dañar a un país entero.

Lógicamente decimos esto por lo que pasa con el presidente López Obrador, quien al mediodía del viernes se dijo que entró al Hospital Central Militar para un chequeo de rutina y por la noche se informó que le habían realizado un cateterismo cardiaco.

Antes de continuar directamente con este tema, brevemente referiré lo que le pasó a un político veracruzano que logró el éxito en su región.

Jesús de la Torre, siendo alcalde de Martínez de la Torre (ya había sido diputado), de la noche a la mañana comunicó a algunas personas que lo iban a operar en el Centro de Especialidades Médicas de Xalapa.

Uno de sus amigos le reclamó por esa decisión y le pidió posponer la intervención quirúrgica.

-Oye Chuy, pero cómo vas a hacer eso. Tienes dinero, eres alcalde, espérate y vete a operar a la Ciudad de México o a Houston. Si ahorita no tienes efectivo, yo te presto mi tarjeta, pero no hagas eso.

-No te preocupes. El médico me dijo que mañana en la mañana me opera para hacerme un cateterismo cardiaco y que pasado mañana ya podré estar despachando, contestó el alcalde.

-No hagas eso Chuy, le insistió el amigo.

-No te preocupes, me dice el médico que es algo muy sencillo.

El alcalde y su amigo nunca volvieron a hablar y no porque el edil se haya enojado. No. Fue porque murió en la operación.

Narrando esto no se demerita al personal del CEM. Se cuenta para resaltar que toda operación es peligrosa y que no estar bien de salud puede llevar a esos riesgos.

El Presidente dice que no le pasará nada, que terminará su mandato, pero que si algo le llegara a suceder, ya tiene hecho su testamento político, para que no haya problema.

¿Se imagina usted qué pasaría en México si el presidente López Obrador llega a morir en pleno mandato?

Y se pregunta esto no solo por la polarización que existe entre sus seguidores y los opositores, sino por las muestras de fuerte división que se han dado entre los propios morenistas al pelear gubernaturas y diputaciones y cómo se golpean ante la adelantada sucesión.

El Presidente, con sus 68 años de intensa vida, la adrenalina que ha corrido por su cuerpo tras las derrotas del 2006 y 2012, tras las fuertes protestas que ha encabezado, las presiones a las que estuvo sometido cuando fue jefe de Gobierno del DF, el infarto al miocardio sufrido en 2013, el ritmo de trabajo que se ha impuesto desde hace muchos años y las tensiones que sufre todo presidente, lo que tiene que hacer es cuidar su salud, por él y por la estabilidad de México, que en la situación política en la que está lo menos que debe tener es un jefe del Poder Ejecutivo retirado por motivos de falta de salud.