/ martes 30 de marzo de 2021

Políticos sin credibilidad

Pocos hombres dedicados a la política son dignos de credibilidad, porque en su mayoría utilizan un doble lenguaje que les permite el engaño y su justificación para incumplirle a sus bases. Esto no es novedad, pues encontramos que la historia registra a muchos príncipes equiparables en la actualidad, a quienes permanentemente “buscan a quién engañar” y sus habilidades les favorecen tanto que siempre encuentran personas que les crean sus mentiras.

Solo que al final del camino, el descrédito les resulta fatal, pues son aborrecidos públicamente cuando se descubren los engaños.

Qué lamentable que en pleno siglo XXI, a más de quinientos años de lo escrito por Nicolás Maquiavelo, cobre plena vigencia en México, particularmente en la cada vez más recurrente mentira del presidente López Obrador, quien aprovechándose de su foro elude cumplir sus promesas de campaña y sus altas responsabilidades públicas a base de mentiras.

Es cierto que las conferencias mañaneras han servido para mantener vigente la imagen física de Andrés Manuel López Obrador y el liderazgo que lo llevó en el tercer intento a ganar las elecciones. Pero también es verdad que cada día que pasa en el calendario sexenal del gobierno de la 4T aumenta el desencanto contra el depositario del Poder Ejecutivo federal, quien contribuye a su descrédito con temas tan sensibles como el de los feminicidios.

Ahora el presidente se atreve a afirmar que los índices de violencia contra las mujeres y sus muertes se han incrementado durante su gestión, porque “antes no existía el tipo penal correspondiente” y que las estadísticas los contabilizaban como homicidios dolosos; esta hipótesis es falsa, porque desde el 14 de junio de 2012, el Diario Oficial de la Federación se publicó la reforma al artículo 325 del Código Penal Federal, señalando que “comete el delito de feminicidio quien prive de la vida a una mujer por razones de género”.

No hay que olvidar que fue la doctora Marcela Lagarde quien propuso el término “feminicidio” cuando el escándalo suscitado en los años 90, con las muertes recurrentes de las mujeres en Ciudad Juárez, Chihuahua, que finalmente quedaron sin castigo, ante una sospechosa complicidad de policías, traficantes de personas y proxenetas. No debe el presidente AMLO recurrir a la mentira para eludir responsabilidades públicas a su cargo, incumplidas al no frenar, de una vez por todas, el terror que causan los feminicidios.

Pocos hombres dedicados a la política son dignos de credibilidad, porque en su mayoría utilizan un doble lenguaje que les permite el engaño y su justificación para incumplirle a sus bases. Esto no es novedad, pues encontramos que la historia registra a muchos príncipes equiparables en la actualidad, a quienes permanentemente “buscan a quién engañar” y sus habilidades les favorecen tanto que siempre encuentran personas que les crean sus mentiras.

Solo que al final del camino, el descrédito les resulta fatal, pues son aborrecidos públicamente cuando se descubren los engaños.

Qué lamentable que en pleno siglo XXI, a más de quinientos años de lo escrito por Nicolás Maquiavelo, cobre plena vigencia en México, particularmente en la cada vez más recurrente mentira del presidente López Obrador, quien aprovechándose de su foro elude cumplir sus promesas de campaña y sus altas responsabilidades públicas a base de mentiras.

Es cierto que las conferencias mañaneras han servido para mantener vigente la imagen física de Andrés Manuel López Obrador y el liderazgo que lo llevó en el tercer intento a ganar las elecciones. Pero también es verdad que cada día que pasa en el calendario sexenal del gobierno de la 4T aumenta el desencanto contra el depositario del Poder Ejecutivo federal, quien contribuye a su descrédito con temas tan sensibles como el de los feminicidios.

Ahora el presidente se atreve a afirmar que los índices de violencia contra las mujeres y sus muertes se han incrementado durante su gestión, porque “antes no existía el tipo penal correspondiente” y que las estadísticas los contabilizaban como homicidios dolosos; esta hipótesis es falsa, porque desde el 14 de junio de 2012, el Diario Oficial de la Federación se publicó la reforma al artículo 325 del Código Penal Federal, señalando que “comete el delito de feminicidio quien prive de la vida a una mujer por razones de género”.

No hay que olvidar que fue la doctora Marcela Lagarde quien propuso el término “feminicidio” cuando el escándalo suscitado en los años 90, con las muertes recurrentes de las mujeres en Ciudad Juárez, Chihuahua, que finalmente quedaron sin castigo, ante una sospechosa complicidad de policías, traficantes de personas y proxenetas. No debe el presidente AMLO recurrir a la mentira para eludir responsabilidades públicas a su cargo, incumplidas al no frenar, de una vez por todas, el terror que causan los feminicidios.