/ sábado 12 de diciembre de 2020

Populismo educativo

El rector de la UNAM ha revelado tragedia humanitaria. 7 de cada diez estudiantes de la máxima casa de estudios del país sin acceso a Internet en casa.

Peor, mucho peor, en el tiempo del coronavirus, con las clases en línea. Por eso, quizá, un 20 por ciento aproximado de los alumnos de la UNAM se dieron de baja.

Simple y llanamente, habrán reprobado el semestre. Se trata de una realidad estrujante, pues si así están los chicos de la UNAM, podrá vislumbrarse la pesadilla en los alumnos de la educación básica, primaria, secundaria y de bachillerato.

El rector dice que habilitaron salones especiales con Internet. Pero al mismo tiempo estos son insuficientes.

Bastaría acordarse de aquel chico de primaria, hijo de un lustrador de zapatos, que en el zócalo de la ciudad de Veracruz se instaló para ver si agarraba la señal de Internet del Ayuntamiento, de un negocio alrededor. Incluso, de la Catedral

También habría de recordar a las familias con 3, 4, 5 hijos, hijos de padre con trabajo informal, quizá sólo teniendo una tele, quizá un Ipad en casa, y ante las clases en línea decidieron que solo el mayor, estudiante de universidad, tomara el aparato tecnológico para recibir las clases, en tanto los demás eran condenados a perder el ciclo escolar.

Inverosímil: la secretaría de Educación Pública pagó cuatrocientos millones de pesos a las televisoras privadas para impartir las clases, pero, vaya paradoja, en la mayor parte de los hogares solo tienen una televisión y montón de hijos.

La autoridad educativa “se sacó la espina” con las clases en línea. Pero nunca consideraron la pobreza y la miseria que padecen 6 de cada diez habitantes del país, incapaces en su economía

para tener el número suficiente de televisiones, por ejemplo, para que los hijos recibieran las clases.

Insólito que 7 de cada diez estudiantes de la UNAM no tengan acceso al Internet. Es decir, solo 3 de cada diez alumnos tienen el servicio en casa. Un país rico, pródigo en recursos naturales, habitado por gente en la jodidez total y absoluta.

La calidad educativa, por los suelos. Y lo peor, ninguna autoridad sabe por ahora el tiempo para levantar la cuarentena. Cada vez, más contagiados y muertos por el Covid.

Por añadidura, viviendo la población en estado de alerta. Temerosa de quedar infectada y exponerse a morir.

Las clases, en línea. Uno de los peores estragos, en la puerta. Miles de alumnos de la UNAM, dándose de baja, apostando quizá a un empleo por ahí en un momento cuando la recesión se multiplica y cierran más comercios, negocios, fábricas, industrias y changarros, y el desempleo galopa como jinete del Apocalipsis.

El Covid, arrastrando entre las patas de los caballos desbocados a la 4T.

El paraíso socialista cacareado de que los pobres mejorarían la calidad de vida hecha añicos en el palenque político, social y económico.

Todo, porque los padres de cada siete estudiantes de la UNAM perciben sueldos de hambre, sueldos insultantes y ofensivos, insuficientes.

De por sí, grave, gravísimo daño a la salud del grueso de la población sin acceso a hospitales privados, simplemente, por la jodidez vivida y padecida.

Y ahora, la jodidez en la educación superior trascendida por el rector de la UNAM. Pero “vamos bien” dice López Obrador.

El rector de la UNAM ha revelado tragedia humanitaria. 7 de cada diez estudiantes de la máxima casa de estudios del país sin acceso a Internet en casa.

Peor, mucho peor, en el tiempo del coronavirus, con las clases en línea. Por eso, quizá, un 20 por ciento aproximado de los alumnos de la UNAM se dieron de baja.

Simple y llanamente, habrán reprobado el semestre. Se trata de una realidad estrujante, pues si así están los chicos de la UNAM, podrá vislumbrarse la pesadilla en los alumnos de la educación básica, primaria, secundaria y de bachillerato.

El rector dice que habilitaron salones especiales con Internet. Pero al mismo tiempo estos son insuficientes.

Bastaría acordarse de aquel chico de primaria, hijo de un lustrador de zapatos, que en el zócalo de la ciudad de Veracruz se instaló para ver si agarraba la señal de Internet del Ayuntamiento, de un negocio alrededor. Incluso, de la Catedral

También habría de recordar a las familias con 3, 4, 5 hijos, hijos de padre con trabajo informal, quizá sólo teniendo una tele, quizá un Ipad en casa, y ante las clases en línea decidieron que solo el mayor, estudiante de universidad, tomara el aparato tecnológico para recibir las clases, en tanto los demás eran condenados a perder el ciclo escolar.

Inverosímil: la secretaría de Educación Pública pagó cuatrocientos millones de pesos a las televisoras privadas para impartir las clases, pero, vaya paradoja, en la mayor parte de los hogares solo tienen una televisión y montón de hijos.

La autoridad educativa “se sacó la espina” con las clases en línea. Pero nunca consideraron la pobreza y la miseria que padecen 6 de cada diez habitantes del país, incapaces en su economía

para tener el número suficiente de televisiones, por ejemplo, para que los hijos recibieran las clases.

Insólito que 7 de cada diez estudiantes de la UNAM no tengan acceso al Internet. Es decir, solo 3 de cada diez alumnos tienen el servicio en casa. Un país rico, pródigo en recursos naturales, habitado por gente en la jodidez total y absoluta.

La calidad educativa, por los suelos. Y lo peor, ninguna autoridad sabe por ahora el tiempo para levantar la cuarentena. Cada vez, más contagiados y muertos por el Covid.

Por añadidura, viviendo la población en estado de alerta. Temerosa de quedar infectada y exponerse a morir.

Las clases, en línea. Uno de los peores estragos, en la puerta. Miles de alumnos de la UNAM, dándose de baja, apostando quizá a un empleo por ahí en un momento cuando la recesión se multiplica y cierran más comercios, negocios, fábricas, industrias y changarros, y el desempleo galopa como jinete del Apocalipsis.

El Covid, arrastrando entre las patas de los caballos desbocados a la 4T.

El paraíso socialista cacareado de que los pobres mejorarían la calidad de vida hecha añicos en el palenque político, social y económico.

Todo, porque los padres de cada siete estudiantes de la UNAM perciben sueldos de hambre, sueldos insultantes y ofensivos, insuficientes.

De por sí, grave, gravísimo daño a la salud del grueso de la población sin acceso a hospitales privados, simplemente, por la jodidez vivida y padecida.

Y ahora, la jodidez en la educación superior trascendida por el rector de la UNAM. Pero “vamos bien” dice López Obrador.

ÚLTIMASCOLUMNAS
viernes 18 de diciembre de 2020

Buenos y malos

Luis Velázquez Rivera

miércoles 16 de diciembre de 2020

Siguen dedazos

Luis Velázquez Rivera

domingo 13 de diciembre de 2020

Policías emboscados

Luis Velázquez Rivera

sábado 12 de diciembre de 2020

Populismo educativo

Luis Velázquez Rivera

martes 08 de diciembre de 2020

Ordeñar la vaca

Luis Velázquez Rivera

domingo 06 de diciembre de 2020

La lista negra

Luis Velázquez Rivera

viernes 04 de diciembre de 2020

Pareja igualitaria

Luis Velázquez Rivera

domingo 29 de noviembre de 2020

Tache en la UV

Luis Velázquez Rivera

Cargar Más