/ jueves 9 de junio de 2022

Por supuesto que hay tiro

El resultado de las elecciones del pasado 5 de junio refleja en gran medida el proceso de madurez en el que transita nuestro país como una democracia en desarrollo.

Pensar que gobernar 22 estados de la República y alrededor de 60 millones de almas en términos de entidades federativas, no solo es un gran mérito por lo altamente competitivas que resultan las elecciones en nuestros días, sino porque además confirma el crecimiento exponencial del que ya es, además, el movimiento político más trascendente y el más poderoso de los últimos 40 años en Latinoamérica. Sin embargo, esto no es suficiente para considerar que todo está dicho para el venidero 2024, si bien es cierto existen elementos que nos permiten especular sobre la realidad de una sociedad que reflexiona y que ya no se le engaña más, no menos cierto es que el movimiento enfrenta adversarios no solo afuera, sino más bien al interior de su propia existencia.

Los triunfos en Tamaulipas, Quintana Roo, Hidalgo y Oaxaca son esencialmente ciudadanos, basados en la simpatía hacia un hombre, combinada con un pequeño porcentaje de estrategia, resistencia y aporte personal de los candidatos y candidatas, sin embargo, es predominantemente la vida propia del movimiento que se ha expresado en el sentir sabio de cada ciudadano, el que le da fortaleza, misma que ahora resulta una gran virtud, porque se encuentra alejada de lo que al interior del movimiento ocurre. Por el contrario, a diferencia de Durango y Aguascalientes, es probable que ahí no haya ganado la oposición, ahí más bien perdió el movimiento. Ahí al movimiento, como lo he sostenido en otras ocasiones, le pasó lo que debe de recomendársele a todo luchador social, si no nos ha derrotado la derrota, que no nos derrote la victoria.

Fue hacia el interior del movimiento, las definiciones inexactas, la intromisión de personajes que nada tenían que hacer ahí, e incluso la intolerancia de los llamados fundadores, las que fueron un caldo de cultivo para que la derrota prácticamente se sembrara desde antes del inicio de la campaña. Es necesario aprender de estas dos claras lecciones, es difícil realizar autocríticas en la victoria, es más evidente destacar los elementos a valorar cuando no se ha obtenido el resultado, pero se entiende que nos encontramos entonces en un proceso de avance hacia un fin lícito.

Morena encuentra su enemigo más duro no afuera, donde sí existe una oposición, pero una oposición que está autoinmunizada, que no ha funcionado, con dos partidos en franca ruta a la desaparición (PRI y PRD), que han sacado sus votaciones históricas más bajas a grado tal que uno está casi perdiendo el registro en una de las entidades y cuyo líder nacional aportó su gran talento de impresentable de la política al hundir a un instituto político cuyos militantes y simpatizantes no merecen históricamente tener un personaje de tan baja calidad.

La oposición no le ha encontrado del todo la cuadratura al círculo, aun así sigue siendo un ente competitivo y bajo ninguna circunstancia hay que confiarse de su debilidad actual y su ineficacia, pues siguen controlando medios masivos de comunicación y sobre todo, su gran arma, la extraordinaria capacidad de mentir, su doble moral y no entender que la política ya evolucionó. Por otro lado, el verdadero y más lacerante peligro de este movimiento se encuentra en su interior, con personajes que no han entendido en qué consiste esta transformación y que simulan apoyar al movimiento, pero que están más alejados de sus principios que nunca, y por otro lado un duro grupo de intolerantes que no ha entendido que este movimiento basa su poderío en la ciudadanía.

La democracia es un elemento que hay que defender día con día, por eso afirmo que siempre habrá competencia, y por supuesto que para el 2024 “hay tiro”, no solo porque lo debe haber, sino por necesidad democrática de nuestro país. “De las diferencias surgen mejores acciones de gobierno” y la competencia siempre será un factor de mejoramiento indispensable, pues toca ahora demostrar que si bien ya el movimiento es un partido dominante y hegemónico como lo fue el PRI en la época moderna, lo cierto es que es necesario establecer las diferencias, es decir, dejar en claro que no son lo mismo.

Las amenazas a la democracia serán siempre una realidad, interiores o exteriores; exteriores con una oposición que cada vez se acerca más al radicalismo, dada su falta de ideas y argumentos, y al interior por un elemento que históricamente ha dividido a la izquierda mexicana, que son las ideas y las posturas intolerantes. A diferencia de otros episodios de la historia de nuestro país, este movimiento ya traspasó las fronteras no solo de su origen, que es un solo hombre, sino que traspasó las fronteras de nuestro país y vive ahora en la revolución de las conciencias de millones de seres humanos que han entendido la trascendencia de valores necesarios en la democracia, y que los que pertenecemos a esta generación tenemos que entender la necesidad de vivir con esto, que así es el paso de esta transformación, no tiene otro por el momento.

Como le ocurría a Morelos en el sitio de Cuautla, quien era de repente famoso por su cierto grado de audacia, por llamarlo elegantemente. Cuenta la leyenda que en el sitio de Cuautla, previo a lograr la exitosa salida, trató de realizar varias intentonas y en una de ellas quedó atrapado por un escuadrón de realistas. Galeana, que se mantenía en reserva ante la Iglesia con un escuadrón de dragones a caballo, se lanzó rompiendo el cerco y rescatando a Morelos. Cuando se retiraban se da el siguiente diálogo, palabras más palabras menos: Señor, vamos deprisa, a otro paso. Y Morelos jocosamente le contesta: Es que mi caballo no tiene otro paso. ¿Qué cosas, no?

(*) Diputado federal. Morena

El resultado de las elecciones del pasado 5 de junio refleja en gran medida el proceso de madurez en el que transita nuestro país como una democracia en desarrollo.

Pensar que gobernar 22 estados de la República y alrededor de 60 millones de almas en términos de entidades federativas, no solo es un gran mérito por lo altamente competitivas que resultan las elecciones en nuestros días, sino porque además confirma el crecimiento exponencial del que ya es, además, el movimiento político más trascendente y el más poderoso de los últimos 40 años en Latinoamérica. Sin embargo, esto no es suficiente para considerar que todo está dicho para el venidero 2024, si bien es cierto existen elementos que nos permiten especular sobre la realidad de una sociedad que reflexiona y que ya no se le engaña más, no menos cierto es que el movimiento enfrenta adversarios no solo afuera, sino más bien al interior de su propia existencia.

Los triunfos en Tamaulipas, Quintana Roo, Hidalgo y Oaxaca son esencialmente ciudadanos, basados en la simpatía hacia un hombre, combinada con un pequeño porcentaje de estrategia, resistencia y aporte personal de los candidatos y candidatas, sin embargo, es predominantemente la vida propia del movimiento que se ha expresado en el sentir sabio de cada ciudadano, el que le da fortaleza, misma que ahora resulta una gran virtud, porque se encuentra alejada de lo que al interior del movimiento ocurre. Por el contrario, a diferencia de Durango y Aguascalientes, es probable que ahí no haya ganado la oposición, ahí más bien perdió el movimiento. Ahí al movimiento, como lo he sostenido en otras ocasiones, le pasó lo que debe de recomendársele a todo luchador social, si no nos ha derrotado la derrota, que no nos derrote la victoria.

Fue hacia el interior del movimiento, las definiciones inexactas, la intromisión de personajes que nada tenían que hacer ahí, e incluso la intolerancia de los llamados fundadores, las que fueron un caldo de cultivo para que la derrota prácticamente se sembrara desde antes del inicio de la campaña. Es necesario aprender de estas dos claras lecciones, es difícil realizar autocríticas en la victoria, es más evidente destacar los elementos a valorar cuando no se ha obtenido el resultado, pero se entiende que nos encontramos entonces en un proceso de avance hacia un fin lícito.

Morena encuentra su enemigo más duro no afuera, donde sí existe una oposición, pero una oposición que está autoinmunizada, que no ha funcionado, con dos partidos en franca ruta a la desaparición (PRI y PRD), que han sacado sus votaciones históricas más bajas a grado tal que uno está casi perdiendo el registro en una de las entidades y cuyo líder nacional aportó su gran talento de impresentable de la política al hundir a un instituto político cuyos militantes y simpatizantes no merecen históricamente tener un personaje de tan baja calidad.

La oposición no le ha encontrado del todo la cuadratura al círculo, aun así sigue siendo un ente competitivo y bajo ninguna circunstancia hay que confiarse de su debilidad actual y su ineficacia, pues siguen controlando medios masivos de comunicación y sobre todo, su gran arma, la extraordinaria capacidad de mentir, su doble moral y no entender que la política ya evolucionó. Por otro lado, el verdadero y más lacerante peligro de este movimiento se encuentra en su interior, con personajes que no han entendido en qué consiste esta transformación y que simulan apoyar al movimiento, pero que están más alejados de sus principios que nunca, y por otro lado un duro grupo de intolerantes que no ha entendido que este movimiento basa su poderío en la ciudadanía.

La democracia es un elemento que hay que defender día con día, por eso afirmo que siempre habrá competencia, y por supuesto que para el 2024 “hay tiro”, no solo porque lo debe haber, sino por necesidad democrática de nuestro país. “De las diferencias surgen mejores acciones de gobierno” y la competencia siempre será un factor de mejoramiento indispensable, pues toca ahora demostrar que si bien ya el movimiento es un partido dominante y hegemónico como lo fue el PRI en la época moderna, lo cierto es que es necesario establecer las diferencias, es decir, dejar en claro que no son lo mismo.

Las amenazas a la democracia serán siempre una realidad, interiores o exteriores; exteriores con una oposición que cada vez se acerca más al radicalismo, dada su falta de ideas y argumentos, y al interior por un elemento que históricamente ha dividido a la izquierda mexicana, que son las ideas y las posturas intolerantes. A diferencia de otros episodios de la historia de nuestro país, este movimiento ya traspasó las fronteras no solo de su origen, que es un solo hombre, sino que traspasó las fronteras de nuestro país y vive ahora en la revolución de las conciencias de millones de seres humanos que han entendido la trascendencia de valores necesarios en la democracia, y que los que pertenecemos a esta generación tenemos que entender la necesidad de vivir con esto, que así es el paso de esta transformación, no tiene otro por el momento.

Como le ocurría a Morelos en el sitio de Cuautla, quien era de repente famoso por su cierto grado de audacia, por llamarlo elegantemente. Cuenta la leyenda que en el sitio de Cuautla, previo a lograr la exitosa salida, trató de realizar varias intentonas y en una de ellas quedó atrapado por un escuadrón de realistas. Galeana, que se mantenía en reserva ante la Iglesia con un escuadrón de dragones a caballo, se lanzó rompiendo el cerco y rescatando a Morelos. Cuando se retiraban se da el siguiente diálogo, palabras más palabras menos: Señor, vamos deprisa, a otro paso. Y Morelos jocosamente le contesta: Es que mi caballo no tiene otro paso. ¿Qué cosas, no?

(*) Diputado federal. Morena