/ miércoles 19 de febrero de 2020

Prevenir en vez de lamentar agresiones

Los tiempos políticos que vivimos se han convertido en caldo de cultivo para generar conflictos, y a su vez dividir a la sociedad, pulverizando la fuerza de un conglomerado que hasta hace unos años permitió la convivencia pacífica de los mexicanos, con la salvedad de las inconformidades naturales por los incumplimientos de los gobernantes que utilizaron el voto ciudadano para escalar posiciones, sin reciprocidad con los votantes.

Después de la represión estudiantil de 1968, cuya responsabilidad inculpó a políticos del más alto nivel, hizo falta una purga, para depurar el ambiente político y recuperar la confianza ciudadana en el gobierno. Pero la demagogia, los cacicazgos y grupos de poder, impidieron el fortalecimiento de las instituciones para modernizar a México y ampliar las oportunidades de desarrollo para todos.

Miguel de la Madrid, Carlos Salinas y Ernesto Zedillo podrían considerarse como los impulsores del “neoliberalismo social”, cuya orientación política favoreció a los conservadores, identificados por AMLO como “la mafia del poder”; señalados también por los marginados, como los hambreadores y explotadores de los trabajadores y desempleados.

Tiene razón el presidente Andrés Manuel López Obrador cuando acusa a sus antecesores Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña, de haber incumplido sus promesas para acabar con las desigualdades sociales, fomentando la corrupción, criminalidad e impunidad de los chacales que atentan diariamente en contra de mujeres, niñas, niños y personas de la tercera edad, abandonados todos por las fuerzas de seguridad pública que en muchos casos se encuentran coludidas con miembros del crimen organizado y cárteles de la droga.

Por ello es acertado incluir al neoliberalismo como uno de los factores de la violencia de género, feminicidios, infanticidios, homicidios dolosos contra personas de la tercera edad y de todas las clases sociales que han sufrido la pérdida de vidas humanas y que siguen a expensas de la locura criminal.

La percepción de la descomposición se siente en el ambiente, de todo el territorio nacional, en espera del remedio de la prevención del delito y de la aplicación de las penas para cada hecho delictivo, a cargo de los jueces, magistrados honorables y valientes; y por los cuerpos de Seguridad Pública, Guardia Nacional, Ejército, Marina y Fuerza Aérea.

Por eso para acabar con el desencanto social, hay que prevenir en vez de lamentar.

Miguel de la Madrid, Carlos Salinas y Ernesto Zedillo podrían considerarse como los impulsores del “neoliberalismo social”, cuya orientación política favoreció a los conservadores, identificados por AMLO como “la mafia del poder”; señalados también por los marginados, como los hambreadores y explotadores de los trabajadores y desempleados.

Los tiempos políticos que vivimos se han convertido en caldo de cultivo para generar conflictos, y a su vez dividir a la sociedad, pulverizando la fuerza de un conglomerado que hasta hace unos años permitió la convivencia pacífica de los mexicanos, con la salvedad de las inconformidades naturales por los incumplimientos de los gobernantes que utilizaron el voto ciudadano para escalar posiciones, sin reciprocidad con los votantes.

Después de la represión estudiantil de 1968, cuya responsabilidad inculpó a políticos del más alto nivel, hizo falta una purga, para depurar el ambiente político y recuperar la confianza ciudadana en el gobierno. Pero la demagogia, los cacicazgos y grupos de poder, impidieron el fortalecimiento de las instituciones para modernizar a México y ampliar las oportunidades de desarrollo para todos.

Miguel de la Madrid, Carlos Salinas y Ernesto Zedillo podrían considerarse como los impulsores del “neoliberalismo social”, cuya orientación política favoreció a los conservadores, identificados por AMLO como “la mafia del poder”; señalados también por los marginados, como los hambreadores y explotadores de los trabajadores y desempleados.

Tiene razón el presidente Andrés Manuel López Obrador cuando acusa a sus antecesores Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña, de haber incumplido sus promesas para acabar con las desigualdades sociales, fomentando la corrupción, criminalidad e impunidad de los chacales que atentan diariamente en contra de mujeres, niñas, niños y personas de la tercera edad, abandonados todos por las fuerzas de seguridad pública que en muchos casos se encuentran coludidas con miembros del crimen organizado y cárteles de la droga.

Por ello es acertado incluir al neoliberalismo como uno de los factores de la violencia de género, feminicidios, infanticidios, homicidios dolosos contra personas de la tercera edad y de todas las clases sociales que han sufrido la pérdida de vidas humanas y que siguen a expensas de la locura criminal.

La percepción de la descomposición se siente en el ambiente, de todo el territorio nacional, en espera del remedio de la prevención del delito y de la aplicación de las penas para cada hecho delictivo, a cargo de los jueces, magistrados honorables y valientes; y por los cuerpos de Seguridad Pública, Guardia Nacional, Ejército, Marina y Fuerza Aérea.

Por eso para acabar con el desencanto social, hay que prevenir en vez de lamentar.

Miguel de la Madrid, Carlos Salinas y Ernesto Zedillo podrían considerarse como los impulsores del “neoliberalismo social”, cuya orientación política favoreció a los conservadores, identificados por AMLO como “la mafia del poder”; señalados también por los marginados, como los hambreadores y explotadores de los trabajadores y desempleados.