/ viernes 1 de febrero de 2019

Problemas viales (II)

Continuando con nuestro propósito de proponer algunas mejoras que ayuden a paliar los problemas que tiene el centro histórico de la ciudad, en lo que refiere a la vialidad correcta:

Platicando con un buen amigo nos decía que hay muchas calles que han sido pavimentadas últimamente, a las que les hace falta la raya que las divide en dos carriles, lo mismo que pintar las orillas de las banquetas de color amarillo, ya que esas dos acciones son de mucha utilidad tanto para los conductores como para los peatones. A los primeros como guía para cumplir con las disposiciones del reglamento de Tránsito, a más de no subirse a las banquetas y, para los segundos para cuidar su vida, cruzando en los sitios marcados para ello. A lo que nosotros agregaríamos que para devolver a la ciudad su categoría de culta, se hace necesario hacer lo mismo en todas las grandes avenidas y algunas calles por pequeñas que sean para indicar a propios y extraños, lo que debe hacerse al transitar por ella, en automóvil o a pie.

Hemos dicho en otras colaboraciones que los valores morales desaparecieron desde que en las escuelas se suprimieron las clases de educación cívica, porque si bien es cierto que los señores padres de familia podían incluirlos en la educación de sus hijos; también lo es que por razones de trabajo son pocos los padres que tienen la capacidad para hacerlo.

En la ciudad se pregona que el peatón es primero, condición que casi no se cumple por falta de “cortesía” en un gran porcentaje de los conductores.

La cortesía aparentemente es sacrificar algo, de lo que todos y cada uno de nosotros considera como suyo, en favor de otra persona, por ejemplo: al llegar a un crucero consideramos que tenemos el paso; mas si vemos que un automóvil o un peatón va a cruzar, le concedemos el paso e inmediatamente después, continuamos nuestro camino.

Entre peatones, siempre hemos considerado que, sin ser automóviles debemos caminar, de preferencia por la banqueta en que vamos por nuestra derecha de manera tal que quien venga en sentido contrario camine por el rincón y nos veremos en la necesidad de hacernos a la orilla para permitir el paso de las damas, los minusválidos y los ancianos.

En lo que hace a la señalética de las calles ignoramos cuántas tienen el mismo problema que la calle de Jesús García en el centro histórico, que viéndola por la entrada de arriba tiene la indicación de que el sentido de la misma es hacia abajo, en cambio viéndola por la entrada de abajo dice lo contrario, anomalía que al parecer ya ha sido arreglada, sólo falta que en la pared exterior de la Biblioteca de la Ciudad se ponga la señal de prohibida la vuelta a la izquierda, es decir hacia Juárez. O bien la señal de uno por uno, tanto en Carrillo Puerto, en Jesús García como en González Ortega. ¡Salud!

Continuando con nuestro propósito de proponer algunas mejoras que ayuden a paliar los problemas que tiene el centro histórico de la ciudad, en lo que refiere a la vialidad correcta:

Platicando con un buen amigo nos decía que hay muchas calles que han sido pavimentadas últimamente, a las que les hace falta la raya que las divide en dos carriles, lo mismo que pintar las orillas de las banquetas de color amarillo, ya que esas dos acciones son de mucha utilidad tanto para los conductores como para los peatones. A los primeros como guía para cumplir con las disposiciones del reglamento de Tránsito, a más de no subirse a las banquetas y, para los segundos para cuidar su vida, cruzando en los sitios marcados para ello. A lo que nosotros agregaríamos que para devolver a la ciudad su categoría de culta, se hace necesario hacer lo mismo en todas las grandes avenidas y algunas calles por pequeñas que sean para indicar a propios y extraños, lo que debe hacerse al transitar por ella, en automóvil o a pie.

Hemos dicho en otras colaboraciones que los valores morales desaparecieron desde que en las escuelas se suprimieron las clases de educación cívica, porque si bien es cierto que los señores padres de familia podían incluirlos en la educación de sus hijos; también lo es que por razones de trabajo son pocos los padres que tienen la capacidad para hacerlo.

En la ciudad se pregona que el peatón es primero, condición que casi no se cumple por falta de “cortesía” en un gran porcentaje de los conductores.

La cortesía aparentemente es sacrificar algo, de lo que todos y cada uno de nosotros considera como suyo, en favor de otra persona, por ejemplo: al llegar a un crucero consideramos que tenemos el paso; mas si vemos que un automóvil o un peatón va a cruzar, le concedemos el paso e inmediatamente después, continuamos nuestro camino.

Entre peatones, siempre hemos considerado que, sin ser automóviles debemos caminar, de preferencia por la banqueta en que vamos por nuestra derecha de manera tal que quien venga en sentido contrario camine por el rincón y nos veremos en la necesidad de hacernos a la orilla para permitir el paso de las damas, los minusválidos y los ancianos.

En lo que hace a la señalética de las calles ignoramos cuántas tienen el mismo problema que la calle de Jesús García en el centro histórico, que viéndola por la entrada de arriba tiene la indicación de que el sentido de la misma es hacia abajo, en cambio viéndola por la entrada de abajo dice lo contrario, anomalía que al parecer ya ha sido arreglada, sólo falta que en la pared exterior de la Biblioteca de la Ciudad se ponga la señal de prohibida la vuelta a la izquierda, es decir hacia Juárez. O bien la señal de uno por uno, tanto en Carrillo Puerto, en Jesús García como en González Ortega. ¡Salud!