/ viernes 27 de agosto de 2021

¿Qué agrada a sus ojos?

El salmo 14 nos ofrece una pregunta llena de actualidad. Nos permite reflexionar sobre un asunto muy serio: ¿Quién es grato a los ojos de Dios?, desde luego que tratar de entrar en la mente de Dios es una cuestión imposible, el sólo hecho de intentarlo es un absurdo y pretenderlo es un abuso sin remedio.

Sin embargo, avisamos una respuesta en los muchos códigos bíblicos en los que el Señor hace saber su voluntad respecto del hombre agradable a sus ojos. El salmo catorce es sólo uno de tantos, ni el único ni el definitivo.

Este asunto resulta interesante porque todo parece indicar que el grato a los ojos de Dios no es el que sigue una serie de ritos o técnicas que le permitan ser o sentirse puro, respecto de los demás. Las notas del que agrada a Dios no son las virtudes de un iniciado o de un gran maestro de la espiritualidad. Todas las características que distinguen al hombre grato a los ojos de Dios son obras de misericordia, y no tanto obras de piedad religiosa ni actitudes de intimismos piadosos. ¡Qué sorpresa!

El hombre grato según el salmo es quien se solidariza y sale al encuentro de los demás, actitudes que reflejan el actuar de Dios, pues todas las acciones que se cantan del hombre sensato y agradable ante la mirada de Dios son los gestos y las acciones con las que Él actúa; el primero en ser solidario, en obrar con justicia, el sincero que no desprestigia con su lengua, que no hace el mal, quien da sin usura ni acepta sobornos es Dios. El hombre grato, bueno y virtuoso, es el hombre esperanzado que actúa llevando la confianza y terminando con la opresión.

Haciendo una lectura actual del salmo, reconocemos que, si bien constatamos el mal, la opresión y muchas espirales de daño y violencia, eso no es ningún motivo de pesimismo. Por el contrario, todo eso nos ofrece la oportunidad perfecta de experimentar que Dios está con nosotros. El cristiano grato a los ojos de Dios es el solidario, el que peregrina por el mundo anhelando la salvación y haciéndola presente con sus acciones. El cristiano honrado, justo, sincero, que hace el bien, el que ni difama ni desprestigia, que honra a los que temen al Señor, que presta sin usura y no acepta sobornos contra los inocentes es grato eternamente a los ojos de Dios y habita ya en Dios. Estos cristianos son un don de lo alto, algunas veces se antojan poco, pero son los fieles maduros y solidarios que tanto urgen en nuestros tiempos.

El salmo 14 nos ofrece una pregunta llena de actualidad. Nos permite reflexionar sobre un asunto muy serio: ¿Quién es grato a los ojos de Dios?, desde luego que tratar de entrar en la mente de Dios es una cuestión imposible, el sólo hecho de intentarlo es un absurdo y pretenderlo es un abuso sin remedio.

Sin embargo, avisamos una respuesta en los muchos códigos bíblicos en los que el Señor hace saber su voluntad respecto del hombre agradable a sus ojos. El salmo catorce es sólo uno de tantos, ni el único ni el definitivo.

Este asunto resulta interesante porque todo parece indicar que el grato a los ojos de Dios no es el que sigue una serie de ritos o técnicas que le permitan ser o sentirse puro, respecto de los demás. Las notas del que agrada a Dios no son las virtudes de un iniciado o de un gran maestro de la espiritualidad. Todas las características que distinguen al hombre grato a los ojos de Dios son obras de misericordia, y no tanto obras de piedad religiosa ni actitudes de intimismos piadosos. ¡Qué sorpresa!

El hombre grato según el salmo es quien se solidariza y sale al encuentro de los demás, actitudes que reflejan el actuar de Dios, pues todas las acciones que se cantan del hombre sensato y agradable ante la mirada de Dios son los gestos y las acciones con las que Él actúa; el primero en ser solidario, en obrar con justicia, el sincero que no desprestigia con su lengua, que no hace el mal, quien da sin usura ni acepta sobornos es Dios. El hombre grato, bueno y virtuoso, es el hombre esperanzado que actúa llevando la confianza y terminando con la opresión.

Haciendo una lectura actual del salmo, reconocemos que, si bien constatamos el mal, la opresión y muchas espirales de daño y violencia, eso no es ningún motivo de pesimismo. Por el contrario, todo eso nos ofrece la oportunidad perfecta de experimentar que Dios está con nosotros. El cristiano grato a los ojos de Dios es el solidario, el que peregrina por el mundo anhelando la salvación y haciéndola presente con sus acciones. El cristiano honrado, justo, sincero, que hace el bien, el que ni difama ni desprestigia, que honra a los que temen al Señor, que presta sin usura y no acepta sobornos contra los inocentes es grato eternamente a los ojos de Dios y habita ya en Dios. Estos cristianos son un don de lo alto, algunas veces se antojan poco, pero son los fieles maduros y solidarios que tanto urgen en nuestros tiempos.