/ jueves 14 de enero de 2021

¿Qué cambiará el 2021?

Aún faltan los tamales de La Candelaria. Llegaron las vacunas milagro que dice AMLO sucedió.

Pero no, se trata de ciencia, de financiamiento y trabajo en equipo. No es invocación y rezos a estampitas. La ciencia también debería aplicarse en la distribución de la vacuna para controlar la pandemia, los contagios, y no a sitios aislados y pobres como prioriza AMLO. Eso no ayuda ni a los pobres. Como tampoco se logra con programas sociales que son dádivas y no recursos para romper círculos de pobreza.

Ayuda a empresas de cualquier tipo, descartadas. Apoyo a empleo, sin opciones. Pero eso sí los recursos públicos a proyectos dudosos. PEMEX, CFE, Tren Maya, Santa Lucía, Dos Bocas, no se suspenden. Las prioridades están en lo que AMLO piensa es su trascendencia y no en la salud de los mexicanos. Pendientes en el Congreso las amenazas de desaparecer el outsourcing, en lugar de regular y vigilar. Preocupante la violación a la autonomía del Banxico al obligarlo a comprar dólares en efectivo, con las consecuentes posibilidades de lavar dinero, en un país donde el narco tiene gran presencia.

Así celebramos en Día de Reyes. Época para recordar los valores que llevaron a la adoración del Niño Jesús, que exaltaron el humanismo, la solidaridad y la esperanza en una mejor humanidad. No se adoraba a un rey o a un poderoso, se reconocía la humildad de un guía espiritual que cambiaría el mundo. La alabanza como método de subsistencia frente a las figuras de poder es siempre degradante. Tanto para quien la acepta, como para quien la expresa.

El 2021, con todo y la dificultad de aplicar vacunas, será mejor que 2020.

Las exportaciones a EU y el resto del mundo serán el ancla para que la economía crezca, aunque solo en algunos sectores. No se rompieron las cadenas productivas y de suministro, lo que fue un esfuerzo muy alabado para empresas y gobierno. No será un alza espectacular pero después de la caída tan dramática del PIB, son buenas noticias.

Es muy probable que vivamos una época de euforia tras la prolongada crisis, que aumente el consumo, que se activen los servicios, que la gente al perder el miedo se reencuentre, que el turismo se recupere. Y habrá otros cambios que llegaron para quedarse, como el uso de oficinas versus el trabajo en casa, los ahorros que conlleva a empresas. Los viajes de trabajo versus el uso de tecnologías para reuniones, foros, encuentros, que bajan costos y permiten la comunicación.

Cambiará la movilidad, desaparecerán empleos como choferes, cajeros. Crecerán las compras en Internet y el comercio tradicional perderá parte de su atractivo, aunque permanecerá como show rooms.

Cambia la moda, la ropa de trabajo y elegante se verá restringida y será más casual el vestir. Se buscará comer más sano y natural, con productos locales. En fin, estamos en un nuevo inicio, en nuevos valores, la innovación la creatividad, el desarrollo personal y profesional. Todo se renueva.

Los políticos deben entender esta transformación y abandonar viejas prácticas que se cierran a la participación social, a la crítica y a la propuesta. La sociedad civil deberá aprender a organizarse mejor y exigir el pleno goce de sus derechos humanos. La administración pública deberá establecer nuevos parámetros para el cumplimiento de estas funciones, para organizar estas fuerzas y no para negarlas o suprimirlas, pues sería un gran retroceso a contrasentido de la evaluación mundial.

No habrá cabida a la manipulación y al engaño, aún cuando buena parte de la población siga sin acceso a la NTI, a la conectividad. Pero si entienden de su propio bienestar, de la atención a sus carencias y de la imposibilidad y la condena que es sobrevivir de dádivas que no alcanzan a cubrir sus reales necesidades.

Educación y salud, las bases de la reconstrucción están profundamente afectadas, pero permanecen. Y son muchísimos los docentes que forman una nueva generación más crítica y propositiva. Ahí están las feministas, los medio ambientalistas, los periodistas de investigación, los defensores de los derechos humanos. No puede haber retrocesos. Sus voces marcarán rumbo.

Aún faltan los tamales de La Candelaria. Llegaron las vacunas milagro que dice AMLO sucedió.

Pero no, se trata de ciencia, de financiamiento y trabajo en equipo. No es invocación y rezos a estampitas. La ciencia también debería aplicarse en la distribución de la vacuna para controlar la pandemia, los contagios, y no a sitios aislados y pobres como prioriza AMLO. Eso no ayuda ni a los pobres. Como tampoco se logra con programas sociales que son dádivas y no recursos para romper círculos de pobreza.

Ayuda a empresas de cualquier tipo, descartadas. Apoyo a empleo, sin opciones. Pero eso sí los recursos públicos a proyectos dudosos. PEMEX, CFE, Tren Maya, Santa Lucía, Dos Bocas, no se suspenden. Las prioridades están en lo que AMLO piensa es su trascendencia y no en la salud de los mexicanos. Pendientes en el Congreso las amenazas de desaparecer el outsourcing, en lugar de regular y vigilar. Preocupante la violación a la autonomía del Banxico al obligarlo a comprar dólares en efectivo, con las consecuentes posibilidades de lavar dinero, en un país donde el narco tiene gran presencia.

Así celebramos en Día de Reyes. Época para recordar los valores que llevaron a la adoración del Niño Jesús, que exaltaron el humanismo, la solidaridad y la esperanza en una mejor humanidad. No se adoraba a un rey o a un poderoso, se reconocía la humildad de un guía espiritual que cambiaría el mundo. La alabanza como método de subsistencia frente a las figuras de poder es siempre degradante. Tanto para quien la acepta, como para quien la expresa.

El 2021, con todo y la dificultad de aplicar vacunas, será mejor que 2020.

Las exportaciones a EU y el resto del mundo serán el ancla para que la economía crezca, aunque solo en algunos sectores. No se rompieron las cadenas productivas y de suministro, lo que fue un esfuerzo muy alabado para empresas y gobierno. No será un alza espectacular pero después de la caída tan dramática del PIB, son buenas noticias.

Es muy probable que vivamos una época de euforia tras la prolongada crisis, que aumente el consumo, que se activen los servicios, que la gente al perder el miedo se reencuentre, que el turismo se recupere. Y habrá otros cambios que llegaron para quedarse, como el uso de oficinas versus el trabajo en casa, los ahorros que conlleva a empresas. Los viajes de trabajo versus el uso de tecnologías para reuniones, foros, encuentros, que bajan costos y permiten la comunicación.

Cambiará la movilidad, desaparecerán empleos como choferes, cajeros. Crecerán las compras en Internet y el comercio tradicional perderá parte de su atractivo, aunque permanecerá como show rooms.

Cambia la moda, la ropa de trabajo y elegante se verá restringida y será más casual el vestir. Se buscará comer más sano y natural, con productos locales. En fin, estamos en un nuevo inicio, en nuevos valores, la innovación la creatividad, el desarrollo personal y profesional. Todo se renueva.

Los políticos deben entender esta transformación y abandonar viejas prácticas que se cierran a la participación social, a la crítica y a la propuesta. La sociedad civil deberá aprender a organizarse mejor y exigir el pleno goce de sus derechos humanos. La administración pública deberá establecer nuevos parámetros para el cumplimiento de estas funciones, para organizar estas fuerzas y no para negarlas o suprimirlas, pues sería un gran retroceso a contrasentido de la evaluación mundial.

No habrá cabida a la manipulación y al engaño, aún cuando buena parte de la población siga sin acceso a la NTI, a la conectividad. Pero si entienden de su propio bienestar, de la atención a sus carencias y de la imposibilidad y la condena que es sobrevivir de dádivas que no alcanzan a cubrir sus reales necesidades.

Educación y salud, las bases de la reconstrucción están profundamente afectadas, pero permanecen. Y son muchísimos los docentes que forman una nueva generación más crítica y propositiva. Ahí están las feministas, los medio ambientalistas, los periodistas de investigación, los defensores de los derechos humanos. No puede haber retrocesos. Sus voces marcarán rumbo.