/ lunes 13 de mayo de 2019

Que el resto del gobierno de AMLO no sea como este medio año

El gobierno de la Cuarta Transformación, el primero de izquierda en México o el que lidera Andrés Manuel López Obrador —como quiera llamarle, a final de cuentas es lo mismo, en donde manda AMLO— debe mejorar y acelerar para empezar a darle buenos resultados a los mexicanos, o corre el riesgo de que el resto del sexenio sea como el inicio.

Dicen que a López Obrador le preocupa lo que sucede en Veracruz y que Cuitláhuac es su dolor de cabeza, pero la verdad, más allá de los asuntos sin solución acá, el gobierno federal tiene sus propios conflictos sin resolver o dándoles soluciones generadoras de más problemas.

Incluso veo unos dolores de cabeza más fuertes propiciados por la Federación que los originados en tierras jarochas, sólo que por ahora tienen mayor capacidad de distracción.

En fin, ha transcurrido prácticamente medio año del arranque del gobierno y millones de mexicanos siguen a la espera de los cambios.

Dirán que es poco tiempo, pero ese lapso es suficiente para marcar los rasgos que identificarían el resto del sexenio. En sus primeros seis meses la administración de Peña Nieto pintó muy bien lo que sería: un gobierno corrupto. Éste, dibuja uno sin rumbo, con mucha prosa, pero sin resultados palpables.

Sin las conferencias mañaneras del presidente prácticamente no habría nada. Hasta ahora la sopa ofrecida es de letras, a ver cuándo comienzan a dar —dirían las mamás— las que tengan sustancia.

Las obras no pasan de los anuncios y el pueblo observa que no es lo prometido en lo referente a la transparencia. Todo lo malo sigue siendo culpa del pasado, pero esa justificación tendrá su fecha de caducidad. La inseguridad no podrá ser detenida en los seis meses que dijo el presidente. La corrupción sigue y no se castiga a los del pasado, por lo que la ley, como era antes, no se aplica.

Ya se fue el primer medio año de los doce que tendrá López Obrador para gobernar a México, así que sólo resta pedir que los restantes sean muy distintos a éste.

Está programado que mañana venga la presidenta del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Revolucionario Institucional, Claudia Ruiz Massieu, para darle posesión a Marlon Ramírez como dirigente del PRI estatal.

Las protestas de sus rivales han continuado, pero se ve difícil que prosperen en el plano de los tribunales. El triunfo fue contundente, con una diferencia de votos enorme.

Ruiz Massieu no ha querido dar el aval de la dirigencia nacional a quien ganó, apretadamente, en Yucatán, pero en Veracruz la situación es distinta y si otra cosa no sucede, es cuestión de horas para que le tome posesión a la dirigencia que encabezará el exsubsecretario de Gobierno y actual regidor del Ayuntamiento jarocho.

La cita de los priistas es a las 17 horas de mañana en el Club Libanés de Boca del Río.

El gobierno de la Cuarta Transformación, el primero de izquierda en México o el que lidera Andrés Manuel López Obrador —como quiera llamarle, a final de cuentas es lo mismo, en donde manda AMLO— debe mejorar y acelerar para empezar a darle buenos resultados a los mexicanos, o corre el riesgo de que el resto del sexenio sea como el inicio.

Dicen que a López Obrador le preocupa lo que sucede en Veracruz y que Cuitláhuac es su dolor de cabeza, pero la verdad, más allá de los asuntos sin solución acá, el gobierno federal tiene sus propios conflictos sin resolver o dándoles soluciones generadoras de más problemas.

Incluso veo unos dolores de cabeza más fuertes propiciados por la Federación que los originados en tierras jarochas, sólo que por ahora tienen mayor capacidad de distracción.

En fin, ha transcurrido prácticamente medio año del arranque del gobierno y millones de mexicanos siguen a la espera de los cambios.

Dirán que es poco tiempo, pero ese lapso es suficiente para marcar los rasgos que identificarían el resto del sexenio. En sus primeros seis meses la administración de Peña Nieto pintó muy bien lo que sería: un gobierno corrupto. Éste, dibuja uno sin rumbo, con mucha prosa, pero sin resultados palpables.

Sin las conferencias mañaneras del presidente prácticamente no habría nada. Hasta ahora la sopa ofrecida es de letras, a ver cuándo comienzan a dar —dirían las mamás— las que tengan sustancia.

Las obras no pasan de los anuncios y el pueblo observa que no es lo prometido en lo referente a la transparencia. Todo lo malo sigue siendo culpa del pasado, pero esa justificación tendrá su fecha de caducidad. La inseguridad no podrá ser detenida en los seis meses que dijo el presidente. La corrupción sigue y no se castiga a los del pasado, por lo que la ley, como era antes, no se aplica.

Ya se fue el primer medio año de los doce que tendrá López Obrador para gobernar a México, así que sólo resta pedir que los restantes sean muy distintos a éste.

Está programado que mañana venga la presidenta del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Revolucionario Institucional, Claudia Ruiz Massieu, para darle posesión a Marlon Ramírez como dirigente del PRI estatal.

Las protestas de sus rivales han continuado, pero se ve difícil que prosperen en el plano de los tribunales. El triunfo fue contundente, con una diferencia de votos enorme.

Ruiz Massieu no ha querido dar el aval de la dirigencia nacional a quien ganó, apretadamente, en Yucatán, pero en Veracruz la situación es distinta y si otra cosa no sucede, es cuestión de horas para que le tome posesión a la dirigencia que encabezará el exsubsecretario de Gobierno y actual regidor del Ayuntamiento jarocho.

La cita de los priistas es a las 17 horas de mañana en el Club Libanés de Boca del Río.