/ viernes 11 de marzo de 2022

¿Qué es la Cuaresma?

Siempre que comienzan estos tiempos de la Cuaresma recuerdo una anécdota bastante simpática de una especialista en Sagradas Escrituras, cito su experiencia: “me sigue pareciendo que a este tiempo le quedan resabios de las costumbres preconciliares y están presentes más componentes de luto que de danza.

Es verdad que ya no nos dicen aquello de Acuérdate de que eres polvo y en polvo te convertirás, ni vestimos los santos de morado. Pero aún escucho en algún lugar el espantoso “No estés eternamente enojado” que sigue grabando en las conciencias la imagen de un dios enfurecido e iracundo, que se aplaca inexplicablemente cuando nos ve haciendo el Vía Crucis o comiendo los viernes pescados en vez de pollo” (Dolores Alexandre). Simpática experiencia, llama a la risa, pero también desconcierta y nos para en seco para que reflexionemos sobre el sentido profundo de la cuaresma.

Si bien es cierto que es una anécdota propia de la experiencia de esta teóloga, también es cierto que, muchas veces se ha colmado la balanza hacia este tipo de expresiones de dolor, de luto, de esfuerzo. Es el tiempo en el que brotan las imágenes más arcaicas, los rostros primitivos de Dios. La cuaresma no es eso, al menos no debería ser sólo eso. Es especialmente el tiempo en el que resplandece con mayor luminosidad el Dios de Jesucristo, el único en el que es posible creer.

La cuaresma es un tiempo de gracia, es un don de Dios, un regalo que Él ofrece en su infinita misericordia, es, como ha dicho el Papa Francisco en su Mensaje para esta Cuaresma, kairós, es decir, oportunidad, oferta, tiempo privilegiado.

Es el camino para andar en el amor, es el tiempo de los enamorados, es el camino para llegar a la alegría, para dejar el luto y comenzar a danzar. Está orientada hacia la Pascua y pone en el centro la alegría, la bienaventuranza, la transformación, porque la victoria es del Señor, ¡Él ha vencido la muerte, el pecado, el dolor, el sufrimiento!, es el tiempo de la esperanza: esto puede cambiar, puede ser mejor, el mundo puede ser más hermoso, más habitable, nuestras relaciones pueden ser más nutritivas, podemos ser compañeros de esperanza.

La cuaresma es el tiempo para sacudir el polvo y encontrar el brillo y la belleza con la que Dios ha revestido todas las cosas desde la eternidad. La cuaresma es el tiempo de la renovación personal, que vibrará en favor de una renovación generalizada. Cuaresma es experiencia feliz y no días de luto y esfuerzos estoicos.

Siempre que comienzan estos tiempos de la Cuaresma recuerdo una anécdota bastante simpática de una especialista en Sagradas Escrituras, cito su experiencia: “me sigue pareciendo que a este tiempo le quedan resabios de las costumbres preconciliares y están presentes más componentes de luto que de danza.

Es verdad que ya no nos dicen aquello de Acuérdate de que eres polvo y en polvo te convertirás, ni vestimos los santos de morado. Pero aún escucho en algún lugar el espantoso “No estés eternamente enojado” que sigue grabando en las conciencias la imagen de un dios enfurecido e iracundo, que se aplaca inexplicablemente cuando nos ve haciendo el Vía Crucis o comiendo los viernes pescados en vez de pollo” (Dolores Alexandre). Simpática experiencia, llama a la risa, pero también desconcierta y nos para en seco para que reflexionemos sobre el sentido profundo de la cuaresma.

Si bien es cierto que es una anécdota propia de la experiencia de esta teóloga, también es cierto que, muchas veces se ha colmado la balanza hacia este tipo de expresiones de dolor, de luto, de esfuerzo. Es el tiempo en el que brotan las imágenes más arcaicas, los rostros primitivos de Dios. La cuaresma no es eso, al menos no debería ser sólo eso. Es especialmente el tiempo en el que resplandece con mayor luminosidad el Dios de Jesucristo, el único en el que es posible creer.

La cuaresma es un tiempo de gracia, es un don de Dios, un regalo que Él ofrece en su infinita misericordia, es, como ha dicho el Papa Francisco en su Mensaje para esta Cuaresma, kairós, es decir, oportunidad, oferta, tiempo privilegiado.

Es el camino para andar en el amor, es el tiempo de los enamorados, es el camino para llegar a la alegría, para dejar el luto y comenzar a danzar. Está orientada hacia la Pascua y pone en el centro la alegría, la bienaventuranza, la transformación, porque la victoria es del Señor, ¡Él ha vencido la muerte, el pecado, el dolor, el sufrimiento!, es el tiempo de la esperanza: esto puede cambiar, puede ser mejor, el mundo puede ser más hermoso, más habitable, nuestras relaciones pueden ser más nutritivas, podemos ser compañeros de esperanza.

La cuaresma es el tiempo para sacudir el polvo y encontrar el brillo y la belleza con la que Dios ha revestido todas las cosas desde la eternidad. La cuaresma es el tiempo de la renovación personal, que vibrará en favor de una renovación generalizada. Cuaresma es experiencia feliz y no días de luto y esfuerzos estoicos.