/ viernes 16 de octubre de 2020

¡Que mueran las brujas!

La persecución a las mujeres data de siglos atrás. A pesar de que actualmente hay leyes que protegen a este sector de la población, el cinismo y el machismo continúan, al igual que el acoso, los falsos señalamientos, la discriminación, las amenazas y la coacción.

La cacería de brujas era un fenómeno característico de Europa central entre los siglos XVI y XVII. Nueve millones de mujeres fueron víctimas de genocidio y crueles torturas, mujeres acusadas de brujería a las que no se les reconocía por su sabiduría o por ayudar a otras personas, sino que eran consideradas un ícono de maldad y terror, cuyas historias trascendían por generaciones.

Un rumor era suficiente para ser señaladas y llevadas a la hoguera. Toda mujer que estudiaba los beneficios de las yerbas para hacer pomadas curativas o que se encargaban de la natalidad o de practicar abortos, todas ellas eran llamadas brujas y acusadas de herejía. Cuando una mujer era señalada por este delito, era difícil que fueran absueltas; muchas morían torturadas y las que lograban sobrevivir las obligaban a decir que eran brujas y terminaban en la hoguera.

Aquellas mujeres que ejercían el papel de líderes espirituales eran ejecutadas en público, con la finalidad de intimidar a la sociedad. Las víctimas idóneas eran las mujeres viudas, ancianas, las que no tenían marido o familia; eran acusadas de brujería para quedarse con sus propiedades, señala la investigadora Carol Karlsen sobre los procesos en Inglaterra. También eran acusadas por otras mujeres que se sentían celosas, ya que la juventud y belleza eran un peligro para las no agraciadas, incluso si una mujer se defendía de un hombre las propias mujeres las consideraban un peligro o las acusaban de brujería.

También se decía que tenían pacto con seres malignos, pues se creía que el diablo las marcaba en el cuerpo y al ser detenidas les hacían una inspección para ver que no tuvieran marca alguna; si tenían una cicatriz, un lunar o algo que pareciera extraño, eran sospechosas. También decían que el pacto consistía que el demonio les daba poderes sobrenaturales, además de dar muerte a niños y practicar el canibalismo.

El caso más sonado es el de las brujas de Salem y las brujas de Zugarramurdi, donde miles de mujeres murieron en la hoguera tras ser señaladas de practicar brujería. En 1682 se pone fin a las hogueras y termina la cacería de brujas.

lexfemme.12@hotmail.com

La persecución a las mujeres data de siglos atrás. A pesar de que actualmente hay leyes que protegen a este sector de la población, el cinismo y el machismo continúan, al igual que el acoso, los falsos señalamientos, la discriminación, las amenazas y la coacción.

La cacería de brujas era un fenómeno característico de Europa central entre los siglos XVI y XVII. Nueve millones de mujeres fueron víctimas de genocidio y crueles torturas, mujeres acusadas de brujería a las que no se les reconocía por su sabiduría o por ayudar a otras personas, sino que eran consideradas un ícono de maldad y terror, cuyas historias trascendían por generaciones.

Un rumor era suficiente para ser señaladas y llevadas a la hoguera. Toda mujer que estudiaba los beneficios de las yerbas para hacer pomadas curativas o que se encargaban de la natalidad o de practicar abortos, todas ellas eran llamadas brujas y acusadas de herejía. Cuando una mujer era señalada por este delito, era difícil que fueran absueltas; muchas morían torturadas y las que lograban sobrevivir las obligaban a decir que eran brujas y terminaban en la hoguera.

Aquellas mujeres que ejercían el papel de líderes espirituales eran ejecutadas en público, con la finalidad de intimidar a la sociedad. Las víctimas idóneas eran las mujeres viudas, ancianas, las que no tenían marido o familia; eran acusadas de brujería para quedarse con sus propiedades, señala la investigadora Carol Karlsen sobre los procesos en Inglaterra. También eran acusadas por otras mujeres que se sentían celosas, ya que la juventud y belleza eran un peligro para las no agraciadas, incluso si una mujer se defendía de un hombre las propias mujeres las consideraban un peligro o las acusaban de brujería.

También se decía que tenían pacto con seres malignos, pues se creía que el diablo las marcaba en el cuerpo y al ser detenidas les hacían una inspección para ver que no tuvieran marca alguna; si tenían una cicatriz, un lunar o algo que pareciera extraño, eran sospechosas. También decían que el pacto consistía que el demonio les daba poderes sobrenaturales, además de dar muerte a niños y practicar el canibalismo.

El caso más sonado es el de las brujas de Salem y las brujas de Zugarramurdi, donde miles de mujeres murieron en la hoguera tras ser señaladas de practicar brujería. En 1682 se pone fin a las hogueras y termina la cacería de brujas.

lexfemme.12@hotmail.com