/ martes 12 de abril de 2022

¿Qué se define esta semana?

Imposible no caer en el ánimo maniqueo, en el que continuamente caemos los mexicanos al establecer dos bandos, de buenos o malos, conservadores o liberales, o más claros aun, los que defienden y aman a México y los que no; ¡vamos!, los que aman a la patria y los que ni siquiera la toman en cuenta, porque para ellos no hay patria en ninguno de sus conceptos ni valores.

Esta semana será crucial en el destino inmediato y a largo plazo de nuestro país. La discusión, análisis y votación de la reforma de reformas, la que nos permitirá o no la seguridad energética como un tema de seguridad nacional y la que proyecta el futuro social de nuestra generación y de las que vienen, por ello la idea de hacer patria, porque incluso tolerar o defender a los que piensan no solo diferente, sino tolerar a los que no piensan en nuestro México y su gente, es parte de esta discusión eterna e histórica, que hoy llega a un punto de inflexión para seguir sobre la construcción de un nuevo régimen de paz, gobernabilidad, donde jamás cesarán las diferencias, porque son necesarias, incluso, para producir mejores acciones de gobierno, donde incluso han tenido cabida para enriquecer la propia reforma en discusión, la lucha por la tolerancia y las diferencias incluye como valor entendido eso mismo precisamente.

Siendo claros, las diferencias y la tolerancia son precisas y necesarias para los que no sean de nuestro lado, es fundamental poder convivir con ellos y transitar por las diferencias para, insisto querido lector, generar paz. ¿Por qué la dificultad? Quienes hoy se oponen a la transición energética y todos sus conceptos y beneficios no están ni en las calles ni en las cámaras, ni siquiera en la propia oposición, o en algunos casos dentro de su propio movimiento; quienes están verdaderamente tras el irrestricto deseo de un México de privilegios son quienes desean conservar todo como está, los que –discúlpenme la expresión– son los terroristas del dinero, ellos saben que con el poder económico pueden más que muchos políticos y con él los mueven; ellos jamás se ensucian las manos y menos dan la cara, muestra de ello fue que no asistieron a ningún foro de la reforma en materia de energía, ellos solo se limitan a ver el espectáculo y tratar de mover políticos, a quienes los representan aprovechándose de su propia ignorancia.

Ellos, los que no quieren que esto cambie, a los que jamás les ha convenido separar el poder económico del poder político; ellos jamás participarán en una elección, no arriesgan, ellos jamás serán presidentes, diputados, servidores públicos, sus intereses y arrogancia se los impide. A ellos los parió un peso y solo eso les importa. Pero sí deciden el salario de los suyos, sus inversiones y desinversiones, y si son a costilla del pueblo, como lo hacían antes, mucho que mejor.

Decía Galeano en el libro de los abrazos: “no se ocupan en cambio de las cárceles ni de las cámaras de tormento, ni de los campos de concentración, ni de los centros de exterminio”, yo le agregaría: ni de la pobreza y sus consecuencias, aunque esos lugares y circunstancias ocurren inevitablemente como consecuencias de sus actos”, los que no dan la cara solo quieren diariamente reivindicar el privilegio de su irresponsabilidad e indiferencia por los que menos tienen; en eso radica lo que pasará esta semana, la división total de dos poderes contrarios en absoluto: el que busca ver por los más pobres sobre el que busca continuar con privilegios y solo beneficiando cada vez a menos potentados.

Decía el Papa en una de sus cartas encíclicas, Fratelli Tutti, cuando se refería al amor político: “Hay un llamado amor –elícito–, que son los actos que proceden directamente de la virtud, de la caridad, dirigidos directamente a las personas y a los pueblos. Hay además un amor –imperado–, aquellos actos de caridad que impulsan a crear instituciones sanas, relaciones más justas, estructuras más solidarias, todo esto encaminado a que el prójimo no tenga que padecer miseria; palabras más

palabras menos, si alguien ayuda a un anciano a cruzar una calle es caridad, si alguien crea un apoyo gubernamental para una persona de la tercera edad también lo es, quien se opone a esto va a estar lejos de la continuidad de esta lucha por un mejor país y tarde que temprano pasará al basurero de la historia.

(*) Diputado federal. Morena

Imposible no caer en el ánimo maniqueo, en el que continuamente caemos los mexicanos al establecer dos bandos, de buenos o malos, conservadores o liberales, o más claros aun, los que defienden y aman a México y los que no; ¡vamos!, los que aman a la patria y los que ni siquiera la toman en cuenta, porque para ellos no hay patria en ninguno de sus conceptos ni valores.

Esta semana será crucial en el destino inmediato y a largo plazo de nuestro país. La discusión, análisis y votación de la reforma de reformas, la que nos permitirá o no la seguridad energética como un tema de seguridad nacional y la que proyecta el futuro social de nuestra generación y de las que vienen, por ello la idea de hacer patria, porque incluso tolerar o defender a los que piensan no solo diferente, sino tolerar a los que no piensan en nuestro México y su gente, es parte de esta discusión eterna e histórica, que hoy llega a un punto de inflexión para seguir sobre la construcción de un nuevo régimen de paz, gobernabilidad, donde jamás cesarán las diferencias, porque son necesarias, incluso, para producir mejores acciones de gobierno, donde incluso han tenido cabida para enriquecer la propia reforma en discusión, la lucha por la tolerancia y las diferencias incluye como valor entendido eso mismo precisamente.

Siendo claros, las diferencias y la tolerancia son precisas y necesarias para los que no sean de nuestro lado, es fundamental poder convivir con ellos y transitar por las diferencias para, insisto querido lector, generar paz. ¿Por qué la dificultad? Quienes hoy se oponen a la transición energética y todos sus conceptos y beneficios no están ni en las calles ni en las cámaras, ni siquiera en la propia oposición, o en algunos casos dentro de su propio movimiento; quienes están verdaderamente tras el irrestricto deseo de un México de privilegios son quienes desean conservar todo como está, los que –discúlpenme la expresión– son los terroristas del dinero, ellos saben que con el poder económico pueden más que muchos políticos y con él los mueven; ellos jamás se ensucian las manos y menos dan la cara, muestra de ello fue que no asistieron a ningún foro de la reforma en materia de energía, ellos solo se limitan a ver el espectáculo y tratar de mover políticos, a quienes los representan aprovechándose de su propia ignorancia.

Ellos, los que no quieren que esto cambie, a los que jamás les ha convenido separar el poder económico del poder político; ellos jamás participarán en una elección, no arriesgan, ellos jamás serán presidentes, diputados, servidores públicos, sus intereses y arrogancia se los impide. A ellos los parió un peso y solo eso les importa. Pero sí deciden el salario de los suyos, sus inversiones y desinversiones, y si son a costilla del pueblo, como lo hacían antes, mucho que mejor.

Decía Galeano en el libro de los abrazos: “no se ocupan en cambio de las cárceles ni de las cámaras de tormento, ni de los campos de concentración, ni de los centros de exterminio”, yo le agregaría: ni de la pobreza y sus consecuencias, aunque esos lugares y circunstancias ocurren inevitablemente como consecuencias de sus actos”, los que no dan la cara solo quieren diariamente reivindicar el privilegio de su irresponsabilidad e indiferencia por los que menos tienen; en eso radica lo que pasará esta semana, la división total de dos poderes contrarios en absoluto: el que busca ver por los más pobres sobre el que busca continuar con privilegios y solo beneficiando cada vez a menos potentados.

Decía el Papa en una de sus cartas encíclicas, Fratelli Tutti, cuando se refería al amor político: “Hay un llamado amor –elícito–, que son los actos que proceden directamente de la virtud, de la caridad, dirigidos directamente a las personas y a los pueblos. Hay además un amor –imperado–, aquellos actos de caridad que impulsan a crear instituciones sanas, relaciones más justas, estructuras más solidarias, todo esto encaminado a que el prójimo no tenga que padecer miseria; palabras más

palabras menos, si alguien ayuda a un anciano a cruzar una calle es caridad, si alguien crea un apoyo gubernamental para una persona de la tercera edad también lo es, quien se opone a esto va a estar lejos de la continuidad de esta lucha por un mejor país y tarde que temprano pasará al basurero de la historia.

(*) Diputado federal. Morena