/ domingo 12 de noviembre de 2023

¿Qué tan difícil es amar?

Consagrado como el valor supremo en todas las religiones y relaciones humanas, pocos nos detenemos a analizar un instante la revolvente masa de energías confluyentes en nuestras vidas y su relación con un sentimiento al cual se le ha cambiado el nombre.

Placer, ésta simple y llana palabra viene a sustituir al amor, y no porque sea quien yo muy espiritual, pero el hedonismo puro es egoísmo reconcentrado en nuestras sórdidas pasiones. Al carecer de elementos solidos de apertura y relación, casi todos buscamos que del placer surja el amor, pero lo que pudiera salir es tan sólo apego y desprendimiento de una realidad, paradójicamente convertida en hielo, medidora, calculadora, histérica, aprensiva, adictiva, y hasta destructiva en el peor de los casos.

Amarás a Dios con todas tus fuerzas, con toda tu mente y con todo tú ser, y al él es digna toda la adoración. Lo cual excluye en apariencia a otros símiles a nosotros. Y recaemos en el egoísmo: mí casa, mi coche, mí dinero, mis propiedades, mis tierras, pero aunque sea en las uñas ya que mucha gente tiende a fantasear con tales temas, e irónicamente se vive una existencia vacía, que si tu coche es viejo, que jodido estás, que si no tienes casa y pagas renta, ya ponte a ahorrar y construye una casa para ti, cuando menos.

Curiosamente no se está hablando con amor y menos con empatía, sino desde un punto competitivo, comparativo, y en nada equitativo, es necesario quitarse la idea al preguntar ¿qué eres? Al dar respuestas como: médico, abogado, ingeniero, periodista, arquitecto, vaya, vaya.

Una lección me la aportó un compañero de trabajo, quien a esa misma pregunta él contesta lo mismo: "yo soy pendejo". Ocurrencia que en verdad hace reír a la demás gente. La pregunta quién soy yo tiene respuestas muy distintas, filosóficas, espirituales, históricas, horadando en lo más hondo de nuestra personalidad y estilo de ser, hacer, pensar, decir y actuar.

Breve poema: Quiero querer creer, que el amor es como un sueño, mientras lo vives, pero cuando despiertas pudiera ser una lúcida pesadilla, y por ello trato de no dar mi amor absoluto. Aunque sé que existe, aunque sé que es tan imperfecto como mi propia mente, dualista y elucubrante –cambiante-, sencillamente evocador y brujo de los sueños de Abril. No sé si la próxima primavera estaré aquí, el invierno me quiere atrapar en sus crueles garras, como quizá al elefante que creía estar amarrado y no se movía de su propio panorama mental. Llegó la lluvia y empapo mi rostro, y mis lágrimas se confundían con la misma cortina del aguacero; quisiera correr fuera de mí, escaparme de mi persona y no estar aquí, pero un grito desenfrenado me ata a amar mi vida, mis sueños y mis plegarias, mi soledad, mis compañías.

He sentido la presencia de mis ancestros, todos ellos fueron jóvenes, pero hoy lucen indestructibles y en un mundo sin penas, sin dolores, sin desalientos, y es cuando suspiro y me acurruco en mi nido. Al ver pasar la demás gente, unos veloces, otros taciturnos, y a otros que ya todo les da igual, y sólo a algunos aún les cautiva y activa el poder del amor, el poder de un príncipe celestial que nos exhorta a olvidar los agravios. Y así voy por mis senderos, a veces perdido, en otras brillando dentro de mí propio fulgor, soy la brisa que no hace caso al desaliento, ya que al final es “sólo tiempo perdido y nada más”.

Poema de mi autoría, en tiempos difíciles se requiere empatía, amor a la camiseta sin rótulos de ideologías.

Consagrado como el valor supremo en todas las religiones y relaciones humanas, pocos nos detenemos a analizar un instante la revolvente masa de energías confluyentes en nuestras vidas y su relación con un sentimiento al cual se le ha cambiado el nombre.

Placer, ésta simple y llana palabra viene a sustituir al amor, y no porque sea quien yo muy espiritual, pero el hedonismo puro es egoísmo reconcentrado en nuestras sórdidas pasiones. Al carecer de elementos solidos de apertura y relación, casi todos buscamos que del placer surja el amor, pero lo que pudiera salir es tan sólo apego y desprendimiento de una realidad, paradójicamente convertida en hielo, medidora, calculadora, histérica, aprensiva, adictiva, y hasta destructiva en el peor de los casos.

Amarás a Dios con todas tus fuerzas, con toda tu mente y con todo tú ser, y al él es digna toda la adoración. Lo cual excluye en apariencia a otros símiles a nosotros. Y recaemos en el egoísmo: mí casa, mi coche, mí dinero, mis propiedades, mis tierras, pero aunque sea en las uñas ya que mucha gente tiende a fantasear con tales temas, e irónicamente se vive una existencia vacía, que si tu coche es viejo, que jodido estás, que si no tienes casa y pagas renta, ya ponte a ahorrar y construye una casa para ti, cuando menos.

Curiosamente no se está hablando con amor y menos con empatía, sino desde un punto competitivo, comparativo, y en nada equitativo, es necesario quitarse la idea al preguntar ¿qué eres? Al dar respuestas como: médico, abogado, ingeniero, periodista, arquitecto, vaya, vaya.

Una lección me la aportó un compañero de trabajo, quien a esa misma pregunta él contesta lo mismo: "yo soy pendejo". Ocurrencia que en verdad hace reír a la demás gente. La pregunta quién soy yo tiene respuestas muy distintas, filosóficas, espirituales, históricas, horadando en lo más hondo de nuestra personalidad y estilo de ser, hacer, pensar, decir y actuar.

Breve poema: Quiero querer creer, que el amor es como un sueño, mientras lo vives, pero cuando despiertas pudiera ser una lúcida pesadilla, y por ello trato de no dar mi amor absoluto. Aunque sé que existe, aunque sé que es tan imperfecto como mi propia mente, dualista y elucubrante –cambiante-, sencillamente evocador y brujo de los sueños de Abril. No sé si la próxima primavera estaré aquí, el invierno me quiere atrapar en sus crueles garras, como quizá al elefante que creía estar amarrado y no se movía de su propio panorama mental. Llegó la lluvia y empapo mi rostro, y mis lágrimas se confundían con la misma cortina del aguacero; quisiera correr fuera de mí, escaparme de mi persona y no estar aquí, pero un grito desenfrenado me ata a amar mi vida, mis sueños y mis plegarias, mi soledad, mis compañías.

He sentido la presencia de mis ancestros, todos ellos fueron jóvenes, pero hoy lucen indestructibles y en un mundo sin penas, sin dolores, sin desalientos, y es cuando suspiro y me acurruco en mi nido. Al ver pasar la demás gente, unos veloces, otros taciturnos, y a otros que ya todo les da igual, y sólo a algunos aún les cautiva y activa el poder del amor, el poder de un príncipe celestial que nos exhorta a olvidar los agravios. Y así voy por mis senderos, a veces perdido, en otras brillando dentro de mí propio fulgor, soy la brisa que no hace caso al desaliento, ya que al final es “sólo tiempo perdido y nada más”.

Poema de mi autoría, en tiempos difíciles se requiere empatía, amor a la camiseta sin rótulos de ideologías.