/ domingo 18 de julio de 2021

Queremos La Paz, pero no la de Porfirio Díaz

La población en su mayoría sigue pendiente y esperando en medio de la Pandemia, la satisfacción de sus principales ingentes necesidades y el acceso a mejores niveles de vida.

Con la fórmula prometida por los depositarios del poder politico, que conforman el gabinete de la 4T y quienes poseen al parecer bien guardada la “varita mágica” para convertir a los “pobres” en “aspiracionistas y clasemedieros”, con ingresos económicos generosos, suficientes para salir de la pobreza.

En política no se debe prometer lo que no se puede cumplir, sobre todo por quienes aspiran a la reelección o permanecer en el gobierno mediante la “ratificación” en el cargo, puesto que generalmente todo dependerá de la eficacia del funcionario, igualmente tratándose de puestos de elección popular de los tres niveles de gobierno. En el de la 4T, nadie se ha preocupado por cumplir las promesas que avaladas por el partido Morena, convencieron al electorado para sufragar en favor de sus seguidores en la elección del año 2018.

La violencia generalizada en todo el país, obliga al gabinete federal a cerrar filas y combatir con todo a la delincuencia, para pacificar a los treinta y dos Estados de la República, puesto que el tiempo no se puede detener para corregir errores y menos para distraer la atención de la sociedad, con políticas clientelares, que serán insuficientes para convencer a los votantes de apoyar al candidato o candidata a la Presidencia de la República.

El el régimen del general Porfirio Díaz, ante las protestas de los mexicanos, por la criminalidad que permanecía imparable y que asolaba en todo el país, desde la oficina presidencial el jefe del Ejecutivo Federal, ordenó al ejército y a todos los cuerpos de seguridad, combatir a la delincuencia y sin más dilación, ejecutando con la pena de muerte a ladrones, asaltantes, secuestradores y abigeos.

Así se limpió el ambiente social y la criminalidad desapareció, sin contar los excesos y abusos de los uniformados, que siempre se dan.

La respuesta de sus críticos que le exigían La Paz, ahora se inconformaban con la muerte y desaparición de los criminales; el general Díaz, de todos modos fue abucheado, porque “los mexicanos, querían la paz, pero no la paz de los sepulcros”.

La población en su mayoría sigue pendiente y esperando en medio de la Pandemia, la satisfacción de sus principales ingentes necesidades y el acceso a mejores niveles de vida.

Con la fórmula prometida por los depositarios del poder politico, que conforman el gabinete de la 4T y quienes poseen al parecer bien guardada la “varita mágica” para convertir a los “pobres” en “aspiracionistas y clasemedieros”, con ingresos económicos generosos, suficientes para salir de la pobreza.

En política no se debe prometer lo que no se puede cumplir, sobre todo por quienes aspiran a la reelección o permanecer en el gobierno mediante la “ratificación” en el cargo, puesto que generalmente todo dependerá de la eficacia del funcionario, igualmente tratándose de puestos de elección popular de los tres niveles de gobierno. En el de la 4T, nadie se ha preocupado por cumplir las promesas que avaladas por el partido Morena, convencieron al electorado para sufragar en favor de sus seguidores en la elección del año 2018.

La violencia generalizada en todo el país, obliga al gabinete federal a cerrar filas y combatir con todo a la delincuencia, para pacificar a los treinta y dos Estados de la República, puesto que el tiempo no se puede detener para corregir errores y menos para distraer la atención de la sociedad, con políticas clientelares, que serán insuficientes para convencer a los votantes de apoyar al candidato o candidata a la Presidencia de la República.

El el régimen del general Porfirio Díaz, ante las protestas de los mexicanos, por la criminalidad que permanecía imparable y que asolaba en todo el país, desde la oficina presidencial el jefe del Ejecutivo Federal, ordenó al ejército y a todos los cuerpos de seguridad, combatir a la delincuencia y sin más dilación, ejecutando con la pena de muerte a ladrones, asaltantes, secuestradores y abigeos.

Así se limpió el ambiente social y la criminalidad desapareció, sin contar los excesos y abusos de los uniformados, que siempre se dan.

La respuesta de sus críticos que le exigían La Paz, ahora se inconformaban con la muerte y desaparición de los criminales; el general Díaz, de todos modos fue abucheado, porque “los mexicanos, querían la paz, pero no la paz de los sepulcros”.