/ viernes 16 de octubre de 2020

Reaccionar con un nuevo sueño

En los días aciagos en los que nos encontramos y con esta situación terrible a nivel mundial, que se ha agravado espantosamente con toda la cantidad de víctimas que está cobrando el Covid-19. El reciente documento del Santo Padre Francisco ha venido a ser como un oasis en el desierto. Y es que su texto no es un documento piadoso, no se trata de palabras bonitas que intentan consolar. Tampoco tiene como destinatarios únicamente a los cristianos, ni a los creyentes exclusivamente. Se trata de una carta abierta al mundo.

Los primeros números de su extenso documento comienzan estableciendo los cimientos sobre los que construirá sus argumentos el papa, siendo el amor la nota esencial. Pero no se trata del amor como una abstracción o como un consejito. Habla del amor en la más clara de sus expresiones y en lo más profundo de su verdad, el amor tan honesto que es capaz de vencer incluso las fronteras geográficas.

Solamente ese amor es el que dará lugar a la fraternidad abierta, esa que nos permita reconocer, valorar y amar a cada persona más allá de la cercanía física, más allá de las distancias y del lugar donde se encuentre. No cabe duda que, entre tantas malas noticias a las que desgraciadamente nos estamos acostumbrando, y que nos van insensibilizando cada vez más, esta invitación al amor, es una vuelta al origen, es una oportunidad de soñar de manera diferente. Es ya, un modo de reaccionar decididamente ante esta espantosa situación.

Y es que la invitación a la amistad social es una oportunidad de sembrar paz en nuestros ambientes llenos de temor, miedo y venganzas. Es la oportunidad de seguir construyendo la historia desde abajo, en la base, junto a los pobres, caminando del lado de los abandonados, junto a tantos enfermos que sufren porque no tienen acceso al sistema de salud o a los niños que no tienen medicamentos, atrevernos a estar junto a todos los que ven llorar a sus familiares porque no hay vacunas. Ir a los descartados, hacer historia amando a los últimos. ¡Vaya que necesitamos que estos sueños de nueva humanidad nos pongan en camino!

Esa es la verdadera amistad social, la que se pone en la ruta de la acción sin promover disputas inútiles o controversias estériles. Esa amistad tan honesta que nos concede apartarnos de la guerra dialéctica de la imposición de las doctrinas. Amar al otro de tal manera que deseemos que sea cada vez más él mismo, porque los sueños se construyen juntos.

En los días aciagos en los que nos encontramos y con esta situación terrible a nivel mundial, que se ha agravado espantosamente con toda la cantidad de víctimas que está cobrando el Covid-19. El reciente documento del Santo Padre Francisco ha venido a ser como un oasis en el desierto. Y es que su texto no es un documento piadoso, no se trata de palabras bonitas que intentan consolar. Tampoco tiene como destinatarios únicamente a los cristianos, ni a los creyentes exclusivamente. Se trata de una carta abierta al mundo.

Los primeros números de su extenso documento comienzan estableciendo los cimientos sobre los que construirá sus argumentos el papa, siendo el amor la nota esencial. Pero no se trata del amor como una abstracción o como un consejito. Habla del amor en la más clara de sus expresiones y en lo más profundo de su verdad, el amor tan honesto que es capaz de vencer incluso las fronteras geográficas.

Solamente ese amor es el que dará lugar a la fraternidad abierta, esa que nos permita reconocer, valorar y amar a cada persona más allá de la cercanía física, más allá de las distancias y del lugar donde se encuentre. No cabe duda que, entre tantas malas noticias a las que desgraciadamente nos estamos acostumbrando, y que nos van insensibilizando cada vez más, esta invitación al amor, es una vuelta al origen, es una oportunidad de soñar de manera diferente. Es ya, un modo de reaccionar decididamente ante esta espantosa situación.

Y es que la invitación a la amistad social es una oportunidad de sembrar paz en nuestros ambientes llenos de temor, miedo y venganzas. Es la oportunidad de seguir construyendo la historia desde abajo, en la base, junto a los pobres, caminando del lado de los abandonados, junto a tantos enfermos que sufren porque no tienen acceso al sistema de salud o a los niños que no tienen medicamentos, atrevernos a estar junto a todos los que ven llorar a sus familiares porque no hay vacunas. Ir a los descartados, hacer historia amando a los últimos. ¡Vaya que necesitamos que estos sueños de nueva humanidad nos pongan en camino!

Esa es la verdadera amistad social, la que se pone en la ruta de la acción sin promover disputas inútiles o controversias estériles. Esa amistad tan honesta que nos concede apartarnos de la guerra dialéctica de la imposición de las doctrinas. Amar al otro de tal manera que deseemos que sea cada vez más él mismo, porque los sueños se construyen juntos.