/ miércoles 11 de julio de 2018

Reclamación procedente

Recordará usted que hace aproximadamente un mes y medio relaté en este espacio el caso de “Rosita”, una mujer xalapeña, adulta mayor, que al acudir a cobrar el pago de su pensión al cajero automático fue sorprendida por un desconocido que le ofreció ayuda para solucionar una aparente falla en la operación y que posteriormente, cuando se percató de que el desconocido la confundió para robar su tarjeta y con ella contratar —en el mismo cajero— un crédito de nómina por casi 200 mil pesos que a Rosita le descontarían de manera quincenal, con los intereses propios del producto.

Acudió a la sucursal bancaria en busca de orientación respecto a qué debía hacer para que le cancelaran ese crédito, los cargos no reconocidos y el plástico que le fue robado, ahí sufrió de revictimización bancaria.

Ahora por un mal servicio de la entidad financiera que todos hemos padecido, por ejemplo, empleados ‘de malas’, desinformados, indiferentes a la problemática que se les expone, carentes de soluciones o con soluciones equivocadas, pues la enviaban de un lado a otro a quejarse para evadir la responsabilidad de tener productos preautorizados (que nadie les solicita) en sus cajeros y no contar con vigilancia permanente en los módulos, dejando a sus usuarios a merced de extraños y de la delincuencia.

Hoy con mucha alegría le digo que ¡se hizo justicia para Rosita!, pues procedimos a hacer la reclamación por estos hechos ante la instancia correspondiente fundamentando y demostrando con pruebas nuestros argumentos de todas las faltas en que había incurrido el banco, y aunque en un primer momento vía correspondencia le dijeron que su solicitud de aclaración por los cargos no reconocidos era improcedente.

Para entonces debido al soporte documental y al apego a derecho de nuestra queja el banco aceptó la procedencia de lo reclamado y procedió a hacer la cancelación del crédito de nómina y el reembolso de lo que la afectada ya había estado pagando, ¡devolviéndole hasta los intereses!

No puedo describirle lo feliz que estaba Rosita cuando nos dieron el resultado, pero imagíneselo usted, que ha sufrido la impotencia de enfrentarse a un “gigante” que es el banco y sentir que no podrá salir vencedor de la controversia.

No fue fácil… Antes de este éxito hubo de mi parte muchas horas de estudio invertidas en el caso; de parte de Rosita, caos, desesperación, cansancio, desesperanza, lentitud en tramitar lo que hubo que hacer en el banco; y desesperación también en su familia por verla en tan terrible situación al grado de que estaban a punto de organizar una cooperación para pagar lo robado.

Envío desde este espacio un especial agradecimiento a la Subdelegación Veracruz de la Condusef, a cargo del licenciado Rafael Trillo, por la atención oportuna; a usted por el seguimiento del caso, y saludos a Alejandro Gabriel por su interés en nuestros temas.

¡Pregunte 2281148502, es mejor tener dudas que deudas!

Recordará usted que hace aproximadamente un mes y medio relaté en este espacio el caso de “Rosita”, una mujer xalapeña, adulta mayor, que al acudir a cobrar el pago de su pensión al cajero automático fue sorprendida por un desconocido que le ofreció ayuda para solucionar una aparente falla en la operación y que posteriormente, cuando se percató de que el desconocido la confundió para robar su tarjeta y con ella contratar —en el mismo cajero— un crédito de nómina por casi 200 mil pesos que a Rosita le descontarían de manera quincenal, con los intereses propios del producto.

Acudió a la sucursal bancaria en busca de orientación respecto a qué debía hacer para que le cancelaran ese crédito, los cargos no reconocidos y el plástico que le fue robado, ahí sufrió de revictimización bancaria.

Ahora por un mal servicio de la entidad financiera que todos hemos padecido, por ejemplo, empleados ‘de malas’, desinformados, indiferentes a la problemática que se les expone, carentes de soluciones o con soluciones equivocadas, pues la enviaban de un lado a otro a quejarse para evadir la responsabilidad de tener productos preautorizados (que nadie les solicita) en sus cajeros y no contar con vigilancia permanente en los módulos, dejando a sus usuarios a merced de extraños y de la delincuencia.

Hoy con mucha alegría le digo que ¡se hizo justicia para Rosita!, pues procedimos a hacer la reclamación por estos hechos ante la instancia correspondiente fundamentando y demostrando con pruebas nuestros argumentos de todas las faltas en que había incurrido el banco, y aunque en un primer momento vía correspondencia le dijeron que su solicitud de aclaración por los cargos no reconocidos era improcedente.

Para entonces debido al soporte documental y al apego a derecho de nuestra queja el banco aceptó la procedencia de lo reclamado y procedió a hacer la cancelación del crédito de nómina y el reembolso de lo que la afectada ya había estado pagando, ¡devolviéndole hasta los intereses!

No puedo describirle lo feliz que estaba Rosita cuando nos dieron el resultado, pero imagíneselo usted, que ha sufrido la impotencia de enfrentarse a un “gigante” que es el banco y sentir que no podrá salir vencedor de la controversia.

No fue fácil… Antes de este éxito hubo de mi parte muchas horas de estudio invertidas en el caso; de parte de Rosita, caos, desesperación, cansancio, desesperanza, lentitud en tramitar lo que hubo que hacer en el banco; y desesperación también en su familia por verla en tan terrible situación al grado de que estaban a punto de organizar una cooperación para pagar lo robado.

Envío desde este espacio un especial agradecimiento a la Subdelegación Veracruz de la Condusef, a cargo del licenciado Rafael Trillo, por la atención oportuna; a usted por el seguimiento del caso, y saludos a Alejandro Gabriel por su interés en nuestros temas.

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