/ viernes 31 de agosto de 2018

Reforma Educativa de urgencia

Hablar de “reforma educativa”, es redundar. Constituye un verdadero pleonasmo; toda educación es reformadora. En su esencia la educación re-forma, “vuelve a formar”. Queda claro que la educación es un proceso humano en que se relacionan personas con una historia concreta. Es toda labor que se emprende con miras a formar y formarse. Su destino es permitir el desarrollo de las capacidades humanas más profundas. Es una relación que no es solo intelectual y académica, sino que es una relación verdaderamente humana.

Reforma educativa es dar en el blanco del verdadero problema, en la esencia del asunto que, con tanta urgencia, emerge actualmente. Atrás de toda situación que presenta el ser humano, luce resplandeciente el “hecho educativo” en el que ha estado implicado. Tal como es el hombre así es la educación que ha recibido. Somos el resultado de la educación en que hemos estado insertos. Somos la educación que hemos recibido, y lo que hemos querido recibir de la educación.

La verdadera reforma educativa es la que se inquieta y busca la forma contundente de atacar el mal de raíz. Educar es un arte, una virtud tan grande que se vuelve única, artesanal, especial, delicada. Los horizontes que se habrían de buscar con la pretensiosa reforma educativa se dibujan en el siguiente panorama:

Atendiendo los sujetos de la educación. Si se educa niños han de ser educados desde lo que son, con sus categorías. Caminando según el paso que los alumnos están marcando. Si educa un adulto, debe hacerlo desde lo que es. Cada quien desde sí mismo.

Fascinando. Si el docente está verdaderamente encantado por lo que comparte y lo hace con una pasión desbordante, seguramente logrará prendar al alumno de la belleza de su conocimiento para que éste se enamore y busque con avidez satisfacer su creciente hambre de saber, de conocer, de comprender…

No genera dependencia. La educación reformada es la que va generando en los alumnos el deseo de la independencia. De una autonomía como camino de la liberalidad. Es en esa libertad en la que se habrá constatado que la educación cumplió su objetivo, en el hecho de ofrecer en quien fuera un alumno una persona sana, integrada, libre y con un camino que se está haciendo.

Esta es la verdadera reforma educativa, la que se interesa en el alumno, la que mira con amor al docente, la que se ofrece con la única intención de logar la realización plena de cada uno de ellos. Todo lo demás sobra, es burocracia.


Hablar de “reforma educativa”, es redundar. Constituye un verdadero pleonasmo; toda educación es reformadora. En su esencia la educación re-forma, “vuelve a formar”. Queda claro que la educación es un proceso humano en que se relacionan personas con una historia concreta. Es toda labor que se emprende con miras a formar y formarse. Su destino es permitir el desarrollo de las capacidades humanas más profundas. Es una relación que no es solo intelectual y académica, sino que es una relación verdaderamente humana.

Reforma educativa es dar en el blanco del verdadero problema, en la esencia del asunto que, con tanta urgencia, emerge actualmente. Atrás de toda situación que presenta el ser humano, luce resplandeciente el “hecho educativo” en el que ha estado implicado. Tal como es el hombre así es la educación que ha recibido. Somos el resultado de la educación en que hemos estado insertos. Somos la educación que hemos recibido, y lo que hemos querido recibir de la educación.

La verdadera reforma educativa es la que se inquieta y busca la forma contundente de atacar el mal de raíz. Educar es un arte, una virtud tan grande que se vuelve única, artesanal, especial, delicada. Los horizontes que se habrían de buscar con la pretensiosa reforma educativa se dibujan en el siguiente panorama:

Atendiendo los sujetos de la educación. Si se educa niños han de ser educados desde lo que son, con sus categorías. Caminando según el paso que los alumnos están marcando. Si educa un adulto, debe hacerlo desde lo que es. Cada quien desde sí mismo.

Fascinando. Si el docente está verdaderamente encantado por lo que comparte y lo hace con una pasión desbordante, seguramente logrará prendar al alumno de la belleza de su conocimiento para que éste se enamore y busque con avidez satisfacer su creciente hambre de saber, de conocer, de comprender…

No genera dependencia. La educación reformada es la que va generando en los alumnos el deseo de la independencia. De una autonomía como camino de la liberalidad. Es en esa libertad en la que se habrá constatado que la educación cumplió su objetivo, en el hecho de ofrecer en quien fuera un alumno una persona sana, integrada, libre y con un camino que se está haciendo.

Esta es la verdadera reforma educativa, la que se interesa en el alumno, la que mira con amor al docente, la que se ofrece con la única intención de logar la realización plena de cada uno de ellos. Todo lo demás sobra, es burocracia.