/ viernes 20 de noviembre de 2020

Regina y Gibrán

Ayer, el presidente López Obrador se comprometió a solicitar que se reabra la investigación del crimen de la periodista Regina Martínez, a la que el tabasqueño conoció como dirigente nacional del PRD desde la década de los noventas.

La reapertura del caso de la corresponsal de la revista Proceso, asesinada en abril de 2012 en Xalapa, seguramente les quitará el sueño a exfuncionarios policiacos y de procuración de justicia, a los que el semanario fundado por Julio Scherer García –padre del abogado Julio Scherer Ibarra, actual Consejero Jurídico de la Presidencia de la República– en su momento vinculó con grupos criminales.

Por la estimación y respeto que públicamente le siguen expresando a Regina el Presidente, se presume que las nuevas pesquisas irán a fondo y retomarán otras líneas de investigación que no fueron consideradas en la primera y concluyente indagatoria ministerial, entre ellas la de la narcopolítica.

“Yo no sabía que se hubiese cerrado el caso, pero si es así lo reabrimos y se hace la investigación a fondo. Tenemos ahora condiciones distintas porque no hay contubernio, entonces podemos conocer toda la verdad”, prometió el mandatario, aunque después de más de ocho años no será fácil reconstruirlo y sustentarlo con evidencias sólidas.

Por esa misma época ocurrieron también otros crímenes que pese a los testimonios y pruebas periciales, siguen impunes. Uno de ellos fue de Gibrán David Martíz Díaz, un joven cantante de “La Voz México” secuestrado y ejecutado en enero de 2014, dos años después del homicidio de Regina.

Su padre Efraín Martiz Aguirre reveló que aunque el agente del Ministerio Público, Guillermo Bencomo, se negó a entregarle una copia de la averiguación previa (AP-045E-2014*13-06-2014-049547-Z), logró fotografiar varias de las páginas que contenían una relación de llamadas desde el celular de Gibrán (2291065252).

Según los documentos, el teléfono estuvo siendo “encendido” y “apagado” desde el día de la sustracción de su hijo y de su amigo Luis Eduardo Caballero, un joven originario del puerto de Alvarado que había discutido en una discoteca de Xalapa con Alan Román Mendoza, (a) “Alan Romahn” o “Pin Pon”, hijastro de Arturo Bermúdez Zurita, a la sazón secretario de Seguridad Pública.

Efraín Martiz declaró que el localizador GPS del celular de su hijo registró las coordenadas de tres distintas direcciones entre el 7 y el 12 de enero, antes de que aparecieron los cadáveres a un costado de la carretera Conejos-Huatusco: uno fue en la avenida Ferrocarril Interoceánico, donde fueron secuestrados; otro en el conjunto residencial “Las Ánimas”, donde, dijo, “sé que ahí vive el titular de la SSP, Arturo Bermúdez”, y uno más en la Academia de Policía de El Lencero.

Sin embargo, el exjefe policiaco, quien junto con su hijastro se volvió millonario en el duartismo con jugosos contratos en la SSP, se da ahora la gran vida, luciéndose en el programa “Al Extremo”, de TV Azteca, en el que presume su habilidad con la moto acuática en el mar.

Ayer, el presidente López Obrador se comprometió a solicitar que se reabra la investigación del crimen de la periodista Regina Martínez, a la que el tabasqueño conoció como dirigente nacional del PRD desde la década de los noventas.

La reapertura del caso de la corresponsal de la revista Proceso, asesinada en abril de 2012 en Xalapa, seguramente les quitará el sueño a exfuncionarios policiacos y de procuración de justicia, a los que el semanario fundado por Julio Scherer García –padre del abogado Julio Scherer Ibarra, actual Consejero Jurídico de la Presidencia de la República– en su momento vinculó con grupos criminales.

Por la estimación y respeto que públicamente le siguen expresando a Regina el Presidente, se presume que las nuevas pesquisas irán a fondo y retomarán otras líneas de investigación que no fueron consideradas en la primera y concluyente indagatoria ministerial, entre ellas la de la narcopolítica.

“Yo no sabía que se hubiese cerrado el caso, pero si es así lo reabrimos y se hace la investigación a fondo. Tenemos ahora condiciones distintas porque no hay contubernio, entonces podemos conocer toda la verdad”, prometió el mandatario, aunque después de más de ocho años no será fácil reconstruirlo y sustentarlo con evidencias sólidas.

Por esa misma época ocurrieron también otros crímenes que pese a los testimonios y pruebas periciales, siguen impunes. Uno de ellos fue de Gibrán David Martíz Díaz, un joven cantante de “La Voz México” secuestrado y ejecutado en enero de 2014, dos años después del homicidio de Regina.

Su padre Efraín Martiz Aguirre reveló que aunque el agente del Ministerio Público, Guillermo Bencomo, se negó a entregarle una copia de la averiguación previa (AP-045E-2014*13-06-2014-049547-Z), logró fotografiar varias de las páginas que contenían una relación de llamadas desde el celular de Gibrán (2291065252).

Según los documentos, el teléfono estuvo siendo “encendido” y “apagado” desde el día de la sustracción de su hijo y de su amigo Luis Eduardo Caballero, un joven originario del puerto de Alvarado que había discutido en una discoteca de Xalapa con Alan Román Mendoza, (a) “Alan Romahn” o “Pin Pon”, hijastro de Arturo Bermúdez Zurita, a la sazón secretario de Seguridad Pública.

Efraín Martiz declaró que el localizador GPS del celular de su hijo registró las coordenadas de tres distintas direcciones entre el 7 y el 12 de enero, antes de que aparecieron los cadáveres a un costado de la carretera Conejos-Huatusco: uno fue en la avenida Ferrocarril Interoceánico, donde fueron secuestrados; otro en el conjunto residencial “Las Ánimas”, donde, dijo, “sé que ahí vive el titular de la SSP, Arturo Bermúdez”, y uno más en la Academia de Policía de El Lencero.

Sin embargo, el exjefe policiaco, quien junto con su hijastro se volvió millonario en el duartismo con jugosos contratos en la SSP, se da ahora la gran vida, luciéndose en el programa “Al Extremo”, de TV Azteca, en el que presume su habilidad con la moto acuática en el mar.

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